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viernes, 23 de noviembre de 2012

Crítica de "Fringe"

En farodevigo.es (Ana B. Morodo): http://comunidades.farodevigo.es/blogs/ana_b_morodo/imagina_lo_imposible-2187.html

Fringe es como el buen vino: mejora con lo años. Y no es que la primera temporada sea mala (todo lo contrario) sino que cada año los guionistas se superan a sí mismos. Además, la serie cuenta con JJ. Abrams (artífice de Perdidos) detrás de bastidores como creador y cerebro de la serie y claro, eso se nota.
El principio de la serie nos presenta a Olivia Dunham (Anna Torv), una agente del FBI entregada a su trabajo que mantiene una relación con un compañero del departamento llamado John Scott. Tras una explosión Scott resulta herido y el único capaz de salvarle la vida es Walter Bishop (John Noble), un hombre recluido en un sanatorio mental durante los últimos 17 años. Conseguir sacarle de ahí pasa por localizar a su único familiar y tutor legal de Walter, su hijo Peter (Joshua Jackson), que se encuentra en Irak inmerso en trabajos de dudosa legalidad.
Una vez reunido en trío protagonista nace la División Fringe, dedicada a investigar sucesos que van más allá de lo que la simple ciencia puede entender o incluso estudiar. Durante los primeros coleteos de la serie asistimos a las tiranteces entre padre e hijo, la mayor parte de las veces con pinceladas cómicas, a los deseos de Peter por marcharse y el contrapunto de Walter intentando mantenerse fuera del sanatorio mental y a los continuos deseos de Olivia por entender lo que está pasando. A ellos se une en el laboratorio del sótano de Harvard una asistente llamada Astrid Farnsworth, medio ayudante de laboratorio medio niñera del desvalido Walter.
La historia que presenta recuerda mucho a la extinta Expediente X, pero con un trío protagonista en lugar de un dúo. Sin embargo, los casos se alejan de lo paranormal y siempre tienen, dentro de los posible, una explicación científica. Este es uno de los logros de Fringe que la diferencia de la mencionada serie paradigma de la TV de los 90. En Fringe los casos son inverosímiles (embarazos acelerados, infecciones, misteriosos observadores que parecen no envejecer...) pero resultan creíbles para el espectador.
Alrededor de estos personajes se mueven unos secundarios que son, si cabe, mucho más ambiguos y misteriosos que los tres protagonistas: Phillip Broyles es el jefe de la División Fringe, Nina Sharp es número dos en la compañía Massive Dynamics, creada por el compañero de laboratorio de juventud de Walter, William Bell. Estos tres personajes, Phillip Broyles, Nina Sharp y William Bell darán más que un quebradero de cabeza al espectador que trate de averiguar cuáles con sus verdaderas intenciones. Y a esta lista hay que añadir a los inquietantes “Observers” u “Observadores”, hombres calvos, de traje gris y sombrero que se dedican a “observar” los eventos Fringe. Y esto sólo en la primera temporada, pues la aparición en temporadas siguientes de personajes como Sam Weiss añaden aún más preguntas a una lista ya de por sí extensa.
El hecho de que Fringe sea del creador de Perdidos ha hecho a muchos animarse a verla. Mi recorrido fue justo el contrario: yo empecé a ver Perdidos después de engancharme a Fringe. Después de la experiencia con la serie de la isla (que reconozco aún no haber terminado aunque tengo planeado hacerlo en un futuro próximo), hay algo que creo que hay que agradecerle a Fringe: los misterios que plantea van encontrando respuesta a medida que la serie avanza, sin tener que esperar al final. Esto ayuda a que la serie no se estanque y a que los personajes y la trama evolucionen.
La serie es una de las grandes olvidadas todos los años en los grandes premios de este sector, aunque sí ve reconocido su trabajo en algunos de menor categoría. La omisión de John Noble (que interpreta a Walter Bishop) en la lista de nominados a los Emmy de este año ha sorprendido a muchos, después de dos temporadas en las que su interpretación ha dejado boquiabiertos a muchos.
Otra cosa que hay que resaltar de la serie es la calidad de sus artistas invitados que sorprenderán a los seguidores de la ciencia ficción. Entre ellos destacan Leonard Nimoy (el famoso Spock de Star Trek) como William Bell, Peter Weller (el Robocop de la película homónima) como Alistair Peck o Christopher Lloyd (el “Doc” de la saga de Regreso al Futuro) como Roscoe Joyce, miembro de la banda Violet Sedan Chair, de la que Walter es fan.
Los villanos, tanto los de un sólo episodio como los que se mantienen durante un arco argumental de varios episodios, están muy logrados porque sus intereses o ambiciones están perfectamente enmarcadas en la trama desde tiempo atrás y no aparecen de repente, como ocurre en muchas series. Además, estamos hablando de una serie en la que ni los buenos son tan buenos, ni los malos, a veces, tan malos.
Las campañas de promoción de la serie son también dignas de destacar. La mencionada banda de Violet Sedan Chair, ficticia completamente, protagonizó una campaña en la que llegó a tener discos de vinilo al más puro estilo vintage en algunas tiendas de música de EEUU o la “Fringe Friday” para que tras su traslado a los viernes no la hiciera caer en el olvido. No hay que dejar pasar tampoco las promos de los episodios de los finales de temporadas, realizados al estilo de los trailers de películas con numerosos guiños para los fans de la serie.
Fringe solicita continuamente la participación del espectador, que se entretiene buscando al “Observer” que aparece en todos los episodios pero no se sabe cuándo ni dónde. Es una especie de “Buscando a Wally” imposible, pues suele ser una aparición de un segundo y siempre lejos del centro de atención para el espectador. También entretienen los glyphs que a partir de un código de letras forman una pista para el episodio siguiente, o los símbolos de la serie: el caballito de mar, la media manzana, la mano de seis dedos...
Para ver Fringe no hace falta que te guste la ciencia ficción, porque es una serie que tiene calidad por sí sola independientemente del género al que pertenece. Acción trepidante, personajes carismáticos y entrañables, misterios y teorías aseguran pasar un rato agradable y entretenido al espectador, que si le da una oportunidad, terminará enganchado.

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