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miércoles, 26 de marzo de 2014

Y el corazón, a fin de cuentas, muere. Atanás Dalchev


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Atanás Dalchev (12 de junio de 1904 – 17 de enero de 1978) fue poeta, crítico y traductor búlgaro. Nació en Salónica que entonces era territorio Turco hasta la Guerra Balcánica. Entre sus libros destacan Balcón (1972) Poemas. Fragmentos (1974) Poemas, fragmentos, pensamientos e impresiones (1978).  Ahora pueden leer su poema “Y el corazón, a fin de cuentas, muere” en traducción directa del búlgaro de Reynol Pérez Vázquez.


Y el corazón, a fin de cuentas, muere.

El raudal de los años todo arrastra.
Y el corazón, a fin de cuentas, muere.
Con indiferencia dejas atrás a tu enemigo,
cesas de querer y de buscar.

Si tropezaras con aquella que amaste,
no atinarás qué decirle.
Hasta el mendigo aparta turbado la tosca mano
al encontrarse con tu mirada.
1956

Julio Cortazar: De la 'nouvelle vague' a la animación


La obra de Julio Cortázar ha sido profusamente adaptada al cine. Este año verá el estreno de una versión animada de 'Historias de cronopios y de famas'.
Claudia Regina Martínez (DPA) / Buenos Aires | Actualizado 11.02.2014 - 17:50
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David Hemmings y Vanessa Redgrave en una imagen de 'Blow Up', la película de Antonioni de 1966.
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La fecunda relación entre Julio Cortázar y el cine empezó hace ya más de 50 años. Este año, cuando se conmemora el 30 aniversario de su muerte, se amplía con una película inusual y original como su obra: un film de dibujos animados para adultos con ilustraciones de grandes artistas plásticos argentinos. El responsable de adaptar al cine Historias de cronopios y de famas, uno de los libros del escritor argentino más complicado de traducir en imágenes, ha sido Julio Ludueña, quien eligió diez relatos y  las ilustraciones de Daniel Santoro, Luis Felipe Noé, Antonio Seguí y Carlos Alonso, entre otros, para realizar este film, que tras su paso por Mar del Plata, La Habana y otros festivales, se estrenará en Argentina en abril o mayo. 

El fascinante y ambiguo universo cortazariano sedujo desde los  años 60 a numerosos directores, entre ellos leyendas como Michelangelo Antonioni y Jean Luc Godard, y al argentino Manuel Antín, el mayor adaptador del escritor a la pantalla grande. Y el primero. Algunas de las películas inspiradas en textos de Cortázar se convirtieron en verdaderos clásicos del cine, como Blow Up (1966), de Antonioni. Otras pasaron sin pena ni gloria. 

El argentino Antín, a punto de cumplir los 88 años, es el más experimentado adaptador de Cortázar e incluso trabajó para ello codo con codo con el escritor.  En 1961 filmó La cifra impar, protagonizada por Lautaro Murúa y basada en el cuento Cartas de mamá, del libro Las armas secretas. La película altera la narración cronológica y espacial al estilo nouvelle vague y a imitación de la estructura tan propia del mismo Cortázar. Al escritor le gustó la adaptación y autorizó que Antín hiciera otras. Así, en 1963, el director realizó Circe, sobre un cuento del libro Bestiario, con Graciela Borges como protagonista y el mismo Cortázar como guionista. 

Le siguió Intimidad de los parques (1964), basada en los cuentos Continuidad de los parques y El ídolo de las Cícladas, filmada en  Perú, con el español Paco Rabal y la argentina Dora Baret. En el plano internacional, fueron los europeos Antonioni y Godard los que hicieron que Cortázar pasara a los anales de la historia del cine. El italiano, fallecido en 2007, trasladó en Blow Up (1966) el relato Las babas del diablo al swinging London de The Beatles, con David Hemmings en la piel de un fotógrafo que es testigo de un asesinato y busca esclarecerlo a partir de sus fotos. 

La película, que también cuenta con la actuación de Vanessa Redgrave, Sarah Miles, Jane Birkin y Verushka, se alzó con la Palma de Oro en el Festival de Cannes y se convirtió en un film de culto. Se dice que Cortázar no se reconocía en él y que le hubiera encantado que llevara al cine alguno de sus relatos el español Luis Buñuel, con el que sentía mayor afinidad estética. Dicen que hubo incluso un proyecto en ese sentido y que el escritor y el cineasta se reunieron varias veces. Pero nunca se concretó nada. 

Godard, por su parte, adaptó en Weekend (1967) el cuento La  autopista del sur, del libro Todos los fuegos el fuego, ambientado en un embotellamiento gigante con Mireille Darc y Jean Yanne. Diez años después, Luigi Comencini utilizó el mismo relato para L'Ingorgo, con Annie Girardot y Marcello Mastroianni. 

En Francia, la segunda patria de Cortázar, Claude Chabrol adaptó el cuento Los buenos servicios para Monsieur Bébé, primer capítulo de la serie televisiva Histoires insolites. Walter Renaud realizó además Le fin du jeu (1971), basado en Final del juego

En 1999, Alexandre Aja dirigió Furia, basado en el cuento Graffiti, con la actuación de Stanislas Merhar y Marion Cotillard. En Argentina, después de Antín se atrevieron con Cortázar el  fallecido Fabián Bielinsky (Nueve reinas), con el corto Continuidad  de los parques, y Cristian Pauls, quien se inspiró libremente en  Casa tomada para Sinfín. Diego Sabanés adaptó para su ópera prima, Mentiras piadosas (2009), el cuento La salud de los enfermos

Pero más allá de Francia y Argentina, el universo del gran cronopio inspiró a directores de todo el mundo. La checa Jana Bokova adaptó Diario para un cuento (1998), con  los argentinos Germán Palacios, Inés Estévez y Héctor Alterio. El brasileño Roberto Gervitz rodó en 2005 el corto Jogo subterraneo  (2005), basado en Texto en una libreta, del libro de cuentos Queremos tanto a Glenda, uno de los últimos trabajos de Cortázar. Y existe un corto lituano titulado Avtobus y basado en Ómnibus. También otro australiano llamado House taken over, sobre Casa tomada. El escritor también fue, además, objeto de varios documentales. Los más conocidos son Cortázar, de Tristán Bauer, y Cortázar: apuntes para un documental, de Eduardo Montes Bradley, ambos argentinos. 

Pero si los cuentos del argentino suponen una fuente inagotable de inspiración para los cineastas, nadie se atrevió hasta ahora con sus  novelas. Y eso que más de uno se vio tentado de hacerlo con la  monumental Rayuela. Pero nadie se animó. Poner en imágenes el París que recorre Horacio y darle un rostro a la enigmática y encantadora Maga seguirá siendo, por lo tanto y por ahora, tarea de la imaginación de cada lector.

Leer más:  De la 'nouvelle vague' a la animación  http://www.elalmeria.es/article/delibros/1706977/la/nouvelle/vague/la/animacion.html#sSf37k1weZRb8WX9
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Nostalgia


Porque no queda ya ningún consuelo
y ya no aparece alegría en la nada,
que pierdo ausencias en triste duelo
de voluntad que no llega aniquilada.

Es así que pienso, corro, y vuelo
por las curvas de su última mirada;
la que ahora recuerdo tan cansada
por la vida que arriesgo, juego, anhelo.

No pienso, triste es tener la idea
de la alegría amiga antojos,
ahora dulce catarsis maniquea.

Viviré por ti en el último velo
que oculta a las lágrimas de sus ojos
marrones, verdes, quizás azul cielo.


martes, 18 de marzo de 2014

Augardente



Ti es porta e esquecemento,
Man doutro corpo
Agora aquí preto
No obxecto e no texto.

Es praia no comezo da noite,
Amada froita amarga
Que probo na traxedia
Do derradeiro niño do tempo.

Persígote na emoción da memoria
E quedo lonxe no parolar,
Nun confuso fado que destrúo e sento
Pois es o que non hai.

Máis ala no abrente non me valo,
E no sosego despois da guerra
Mato a propia vida pensando
Coa escuma absoluta do cativeiro.

E é que ti es o algo  que me dá,
Máis que un canto de poeta,
Para vivir no gozo do pozo,
Lume de garganta irredento.

Conocimiento imperfecto


Tal vez logremos acabar,
para luego renegar
las palabras indecisas
que rompen la tempestad.

El que seas tú o yo
importa como el otro,
relamido hasta reventar
por sus gracias escogidas.

Mirando necesitamos,
y al conseguir acabamos
el volver a ese idiota,
a pesar de las verdades.

Busca la luciérnaga,
jugando a mantis religiosa,
en la oscura atrocidad
que estrangula la mente.

Tráelo a la tumba
de los gusanos amantes
que ahora devoran los genitales
 y esperan el postre sin leche.

Luego dile adiós, hasta siempre,
y no entiendas nada,
quizás pueda resarcirle
con la fiera tempestad
que todos los agraviados amamos.

Darren Aronofsky defiende ‘Noé’


El director explica su visión del mítico personaje del ‘Génesis’, tras su prohibición en cuatro países árabes y los ataques de cristianos radicales de EE UU

El cineasta Darren Aronofsky, retratado ayer en un hotel madrileño. / samuel sánchez

A los 13 años, Darren Aronofsky (Brooklyn, Nueva York, 1969), un niño judío “más por cultura que por educación religiosa”, escuchó por primera vez la historia de Noé. Y se dio cuenta del potencial que escondían las desventuras del hijo de Lamec, nieto de Matusalén, y por tanto heredero directo de Set, el tercer hijo de Adán y Eva, la rama familiar que no cayó en la debacle moral que corrompió a la humanidad en tan solo diez generaciones desde la expulsión del edén. Es lo que cuenta el Génesis en cuatro capítulos: Dios avisa a Noé, resetea el planeta y firma una nueva alianza con los supervivientes. Un ejemplo de cine de catástrofes.
Es extraño que se hable de películas sin verlas. Yo solo quiero hacer cine”
El Noé de Aronofsky es un guerrero vegano (como el cineasta), tiene visiones, involucra a su familia en la extraña misión de construir un arca y, sobre todo, les obliga a convertirse en las últimas personas en la faz de la Tierra: aquí es donde el director se ha alejado más de la Biblia en un guion que él mismo define como “una labor minuciosa de investigación en la que he rellenado los huecos que deja la Biblia”. Ha logrado, en un triple salto moral, hacer una película apocalíptica con referencias a Mad Max y meterle un poderoso trasfondo espiritual, con Russell Crowe de protagonista. “El corazón del filme es el entretenimiento, mi intención es presentar un drama perturbador, con grandes actuaciones, efectos visuales y música. Por supuesto, espero que a la salida la gente salga con más preguntas, charle sobre lo visto. Claro que necesito a alguien como Russell. Si en pantalla tienes milagros, ángeles convertidos en gigantes de piedra y otros seres no conocidos, debes de tener un actor que dé verosimilitud a su personaje. Russell es férreo y creíble”.
“Yo solo quiero hacer cine”, contaba ayer en Madrid el cineasta. Y sí, ha rodado seis películas como director (Pi, Réquiem por un sueño, La fuente de la vida, The wrestler, Cisne negro y Noé) pero a Aronofsky siempre le ha acompañado un brutal ruido mediático. Con cada filme, un escándalo. Con cada renuncia a un proyecto (Batman, Lobezno), decenas de reportajes radiografiándolo. Noé, que se estrena en España el 4 de abril, una semana después que en Estados Unidos, no se ha quedado atrás. Cuatro países árabes —Emiratos Árabes Unidos, Catar, Bahréin y Kuwait— han prohibido su proyección: cualquier representación de un profeta o de sus compañeros, aseguran algunas autoridades religiosas, se considera haram, es decir, pecaminosa. Algunos medios de comunicación cristianos estadounidenses tampoco se han quedado atrás en las descalificaciones. “Desde el inicio de la producción sabíamos que podía ocurrir, pero son solo cuatro naciones. Sí es extraño que se hable de películas sin verlas. En cuanto llegue a los cines, el público la verá y la controversia cesará. Es cierto que en cuanto haces algo diferente la gente cotillea sobre ello”.
Tenemos un poder que malgastamos en estropear el lugar en que vivimos”
No ha sido el único problema aireado de Noé: Paramount, su productora, quedó desencantada con el resultado, y decidió remontarla, recortando metraje y añadiendo iconografía cristiana y un tema musical de cierre que la acercaba al espectador más religioso —un mercado potente en EE UU—. Las pruebas con público fueron un desastre y finalmente llegará a las salas la versión del cineasta. “No ha sido divertido, uf. Todas las películas te ponen a prueba. Debes luchar por ellas hasta el final. Mi mentor, Stuart Rosenberg [el director de La leyenda del indomable, Sed de poder, Brubaker y Los indeseables], que me dio clases en la Universidad, decía que un estudio de Hollywood te propone cosas mejores o diferentes. Si son mejores, úsalas; si son diferentes, tú eres el director que contrataron. Ahora bien, ¿hasta dónde aguantas la presión, los retos que te ponen? En un momento dado, a lo mejor es que estáis haciendo películas distintas y ese es el error”.
Russell Crowe, como Noé, en al puerta del arca
Delante de la pantalla, Aronofsky testa los recuerdos de los espectadores del Génesis: “La gente rememora un cuento de hadas, una historia para niños. No es así. Por de pronto, es la primera vez que se destruye el mundo, el primer apocalipsis —lo que nos acota en un género claro—. Fui muy consciente de que construía una película de ese estilo para luego sacarla del esquema”. Sin embargo, el apocalipsis promete una regeneración, un mundo mejor, no la típica muerte y destrucción de Roland Emmerich. “Así está en la Biblia, al igual que el mensaje ecológico. En el capítulo 2, versículo 15, Adán es nombrado cuidador del jardín del paraíso”.
Incluso uno podría pensar que Noé es un esquizofrénico que oye voces en su cabeza: “Cierto, porque todo el viaje es un test que le envía el Creador, la típica película en la que el héroe es puesto a prueba. Al inicio del filme, y del Génesis, Dios está lleno de ira con la corrupción del hombre, de su creación, y según avanzan los versículos acaba esparciendo misericordia. Entendí que el guion debería llevar a Dios y a Noé en arcos dramáticos paralelos, porque uno habla a través del otro. En la Biblia se dice que Noé es rico, en el sentido que entienden los teólogos: en su corazón hay tanta justicia como misericordia. Y decidimos jugar con el equilibrio de ambos sentimientos”. El cineasta es capaz de citar versículos relacionados con su filme, y encuentra en ellos el origen filosófico de su Noé; sin embargo, no quiere hablar sobre sus propias creencias: “Mi pasado, mi pensamiento, no tiene nada que ver con la película, salvo que me impulse a preguntar, a leer lo máximo posible sobre el tema que trato, y que me lleve a saber que escribo para un público del siglo XXI”. Eso sí, el límite de su versión está “en el mismo texto religioso”: “Todo lo rodado está conectado con el Génesis. El arte lo que hace es su propia interpretación: ocurrió desde los techos del Vaticano, ocurre en mi filme y ocurrirá mientras exista el ser humano”.
¿Falta espiritualidad en el mundo actual? “Defíneme espiritualidad. Bueno, entiendo lo que planteas. Sí que creo que falla nuestra conexión con el medio ambiente. Nuestro respeto a la creación. Hasta hace poco sabíamos que nuestra huella desaparecía del planeta: a duras penas quedan piedras, herraduras... Y desde hace un siglo hemos creado plásticos no biodegradables, gracias a productos químicos creados por nosotros. Tenemos un poder que estamos malgastando en estropear el lugar en que vivimos”.

viernes, 14 de marzo de 2014

La Segunda Guerra Mundial paso a paso en cien películas


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Masacre, ven y mira.
Masacre, ven y mira.
Como en la parábola india sobre tres ciegos que no alcanzan a entender qué es un elefante dado que uno ha tocado su colmillo, otro su trompa y otro una pata, tenemos a nuestro alcance infinidad de películas que han abordado uno u otro aspecto de la Segunda Guerra Mundial, pero sin una visión general. De manera que si unimos la línea de puntos entre un centenar de ellas, ordenando en el tiempo y lugar los hechos que muestran, tal vez logremos una comprensión global del acontecimiento más catastrófico y decisivo que ha afrontado la humanidad. Eso es lo que intentaremos a continuación, seleccionando aquellas que sean mejores, más fieles a la realidad —o menos, y por qué— o bien simplemente contengan algún detalle de interés. Es una buena forma de aprovechar la extraordinaria capacidad que tiene el cine de expandir nuestra comprensión de la realidad, nuestro círculo moral. Personas cuya suerte nos era indiferente pasan a ser protagonistas ante nuestros ojos y, por tanto, su desgracia deja de ser un frío dato estadístico. Ahora ya sí nos importan, una vez les hemos puesto cara y voz, y aquellas circunstancias por las que pasaron podemos revivirlas… o al menos tener una intuición aproximada.
En una terraza alemana a comienzos de los años treinta un miembro de las Juventudes Hitlerianas entona la canción Tomorrow belongs to me, logrando enardecer a todos aquellos que le escuchan, que se ponen en pie y se unen a él en coro contagiados por su entusiasmo. Esta magnífica escena corresponde a la película Cabaret, un clásico del cine que retrata la República de Weimar como un periodo de crisis económica y política, también de una gran creatividad artística, pero marcado fatalmente por el ascenso del nazismo. En esa capacidad de seducción de las masas tuvo una gran importancia la escenificación de sus actos públicos, una elaborada liturgia que puede verse en la película documental de Leni Riefenstahl El triunfo de la voluntad, como por ejemplo en este momento. Una vez Hitler es nombrado canciller en enero de 1933, comienza un proceso de ingeniería social para adaptar todos los aspectos de la vida en Alemania al ideario nacionalsocialista. Lo que incluye la quema y prohibición de determinados libros, como puede verse en La ladrona de libros, la prohibición de música, arte y modas consideradas decadentes o extranjeras, como muestra Rebeldes del swing o la intervención en el sistema educativo para formar a los jóvenes en el ideario nazi, creando para ello nuevas instituciones educativas bajo control de las SS y destinadas a forjar la que debía ser la nueva élite de la sociedad. Eran las llamadas Napolas, cuyo funcionamiento vemos la película llamada precisamente Napola, bastante recomendable.
Pero serían dos medidas, tomadas por el nuevo gobierno a mediados de los años treinta, las que tendrían mayores consecuencias en el futuro inmediato de Europa: la aprobación de las leyes raciales de Nuremberg y el rearme. La primera daría lugar a la persecución de los judíos, un asunto sobre el que luego volveremos y que se muestra en Europa, Europa, una adaptación al cine de la autobiografía de Salomón Perel, un judío alemán que se hizo pasar por ario para sobrevivir, llegando a trabajar de intérprete para la Wehrmacht y a ingresar en una de las mencionadas escuelas nazis. Respecto al rearme, realizado vulnerando cada vez más explícitamente las prohibiciones del Tratado de Versalles, tenía como finalidad servir a la política de expansión imperialista que acabaría desatando la guerra. Tras la incorporación de Sarre llegaría en 1938 la anexión de Austria. Es en ese tiempo y lugar donde se ubica la trama de Sonrisas y lágrimas, basada en la vida de María von Trapp, que huiría del país con el barón y sus siete cantarines hijos tras el Anschluss. Unos meses más tarde se produce la invasión de Checoslovaquia. Fritz Lang mostraría la resistencia en este país en una película rodada en plena guerra, Los verdugos también mueren, que gira en torno al asesinato del máximo representante del Reich en este país, Reinhard Heydrich, quien fue también director de la Gestapo y segundo de las SS. Su muerte y la despiadada represalia posterior, que incluyó la aniquilación de un pueblo entero, Lidice, es un suceso que se expone en la película de título homónimo al de dicha localidad. Pero la invasión alemana de Checoslovaquia no fue sin embargo motivo suficiente para iniciar la guerra. Las potencias aliadas seguían una política de apaciguamiento con Hitler, entre otros motivos porque dentro de sus países había una parte de la población que simpatizaba con él. Un ejemplo de ello lo vemos en Lo que queda del día, en la que Anthony Hopkins interpreta al mayordomo de un aristócrata inglés que quiere evitar el enfrentamiento con Alemania. Las ideas sobre la democracia que imperaban en ciertos sectores a lo largo de toda Europa quedan bien señaladas en esta escena.
Comienza la guerra
De nada sirvieron las concesiones. El 1 de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia, lo que supone la inmediata declaración de guerra por Francia y el Reino Unido. El día 3 el rey Jorge VI pronunció de la mejor manera que fue capaz el discurso más importante de su vida, como refleja en su escena final El discurso del rey. Para compararlo podemos oír aquí una grabación real de dicho momento. Mientras tanto Polonia era repartida entre alemanes y soviéticos, que en la primavera del siguiente año ejecutarían una implacable purga en su parte mediante la policía política NKVD, que tendría su culminación en la masacre del bosque de Katyn, donde mataron a unas veintiún mil personas y que nos muestra el film llamado precisamente Katyn. En el sector alemán las cosas fueron aún peor, dado que el diez por ciento de los polacos eran judíos, mientras que en la capital, Varsovia, hasta una tercera parte de sus habitantes lo eran. Allí los ocupantes nazis crearon un gueto para encerrarlos y dejarlos morir de hambre y enfermedades, cuando no directamente ejecutados. El pianista recoge las memorias de Władysław Szpilman, que logró sobrevivir escondido en la parte aria de la ciudad tras haber pasado una temporada en el gueto, donde contribuyó a la formación de una resistencia. La película Rebelión en Polonia, con Donald Sutherland, se centra en esa insurgencia, que terminaría siendo exterminada por el ejército alemán. En ese contexto se sitúa también Ser o no ser de Ernst Lubitsch, considerada por muchos una de las mejores comedias hechas nunca. No fueron los judíos los únicos perseguidos en Polonia, Y los violines dejaron de sonar nos presenta a otras víctimas menos conocidas del Holocausto, mediante la historia de un grupo de gitanos que huyen de sus perseguidores nazis.
Mientras Polonia iba siendo arrasada para integrarse al «espacio vital alemán», la Wehrmacht continuó con una fulminante gira europea de conquista que incluyó a Dinamarca —cuya resistencia tras la ocupación vemos en Flame y Citróny Noruega en abril, Bélgica y Holanda en mayo en este caso la película nacional sobre su resistencia es El libro negro y Francia entre mayo y junio. Los restos de las tropas aliadas, más de trescientos mil soldados británicos y franceses, acabaron en la localidad costera de Dunkerque. Desde donde fueron trasladados a Gran Bretaña antes de que el ejército nazi se les viniera encima. Esto podemos verlo en la muy recomendable Expiación. París por su parte fue declarada ciudad abierta para evitar una carnicería, y en ese lapso de tiempo les dio tiempo a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en Casablanca a mantener un apasionado romance que recordarían el resto de sus vidas a falta de algo mejor, que el deber es el deber. Respecto a la «Résistance» se han hecho innumerables películas al respecto, quizá en más de un caso como una forma de salvar la cara del orgullo francés. Pero en cualquier caso no se puede negar que hay algunas magníficas, tanto en torno a ella como a la deportación de judíos. Un condenado a muerte se ha escapado, dirigida por Robert Bresson, es un buen ejemplo, basada en las memorias de André Devigny, que logró fugarse de la prisión de Fort Montluc antes de que lo fusilaran los nazis por sus actividades subversivas, así como El ejército de las sombras, de Jean-Pierre Melville. Top Secret es otra pequeña joya, aunque en este caso hay que advertir a quienes aún no la conozcan de que su fidelidad a los hechos históricos es un tanto dudosa, al igual que sucede con Malditos bastardos. Por su parte, Adiós muchachos de Louis Malle es todo un clásico del cine, sobre un niño judío oculto en un internado católico. Absolutamente recomendable.
Una vez ocupada la Europa continental el siguiente paso debía ser ir contra Gran Bretaña. Para ello debía conquistarse su espacio aéreo y aislarla cortando sus vías marítimas de suministro. Lo primero fue lo que se conoció como «La Batalla de Inglaterra», narrada en la película del mismo nombre. Para la segunda Alemania se empleó a fondo en la guerra submarina, que fue bautizada como «La Batalla del Atlántico». Un buen ejemplo lo tenemos en la genial El submarino, de Wolfgang Petersen. Aunque en los primeros años el número de toneladas hundidas fue considerable y llegó a suponer una gran preocupación para las autoridades británicas, al igual que con la guerra aérea la ventaja acabó cambiando de lado gracias a los avances tecnológicos. Influyó también la captura de la máquina Enigma, con la que se enviaban mensajes encriptados a los submarinos alemanes. Episodio que se retrata dejando mucha vía libre a la imaginación en U-571, donde resultan ser los americanos y no los ingleses los responsables de tal logro. Por lo demás es una película bastante entretenida. El equipo de matemáticos que contribuyeron a descifrar dicho código también cuenta con su adaptación al cine, llamada precisamente Enigma.
De manera que Gran Bretaña se convirtió con todo ello en el primer obstáculo serio que se encontró Hitler en un continente en el que aquellos países que no habían sido invadidos eran o bien neutrales o aliados suyos. Como era por ejemplo el caso de Rumanía, cuyo dictador Ion Antonescu prestó su ayuda al Tercer Reich tanto con el envío de tropas como en la deportación de judíos. Una película ambientada en este país, no muy conocida aunque muy apreciable es La Hora 25, protagonizada por Anthony Quinn, que muestra a un individuo, un humilde campesino, arrastrado de un lado a otro por eventos históricos que ni siquiera alcanza a comprender. Todos somos, de una forma u otra, como él. Así que, dado que la situación en Europa estaba controlada, el 22 de junio de 1941 da comienzo al mayor despliegue militar de la historia para invadir la Unión Soviética.
El film ruso Masacre, ven y mira muestra la extraordinaria brutalidad del Frente Oriental, en el que las tropas alemanas avanzaron muy rápido a costa de dejar tras de sí a un gran número de partisanos, cuya labor de resistencia hacía que los soldados alemanes considerasen ser destinados a Francia como unas «vacaciones» (esa es literalmente la expresión que usaban). Resistencia, protagonizada por Daniel Craig, ubica su acción en los bosques de Bielorrusia y permite hacerse una idea de la situación. La gran cantidad de población judía que encontraban a su paso era exterminada en grandes matanzas por comandos de las SS llamados Einsatzgruppen, tal como ya había ocurrido en Polonia. Sin embargo no lograban alcanzar el ritmo deseado y, para acelerar el proceso, en la mente de los dirigentes del Reich comenzó a plantearse la llamada «solución final». El anteriormente mencionado Reinhard Heydrich, unos meses antes de ser asesinado por la resistencia checa, convocó la Conferencia de Wannsee en diciembre de 1941, que debido a un imprevisto finalmente tuvo que aplazarse para el 20 de enero. En el interesante telefilm rodado para la HBO La solución final, Heydrich es interpretado por Kenneth Branagh y lo vemos presidiendo la reunión en la que se decidió el destino de los judíos europeos. Mientras los más tibios, como Wilhelm Stuckart (coautor de las mencionadas Leyes de Nuremberg) aquí interpretado por Colin Firth, abogaban por esterilizarlos, la opción acordada por todos finalmente fue su exterminio en campos de concentración emplenado para ello las cámaras de gas. Un sistema que ya habían utilizado previamente en discapacitados y que había demostrado ser muy eficaz… hasta que el programa fue interrumpido por un ingeniero del Instituto de Higiene de las SS llamado Kurt Gerstein. Al enterarse posteriormente de que se hacía los mismo con los judíos, apeló sin éxito a la Iglesia católica para volver a detenerlos, tal como se muestra en Amén, de Costa-Gavras.
El Amon Göth real a la izquierda y el interpretado por Ralph Fiennes a la derecha.
El Amon Göth real a la izquierda y el interpretado por Ralph Fiennes a la derecha.
De todas las películas que han abordado el Holocausto y los campos de concentración, sin duda la que más hondo ha calado en la memoria colectiva es La lista de Schindler. Como sabemos se basa en la historia real de Oskar Schindler, que salvó la vida de unas mil doscientas personas al contratarlas para su fábrica, negociando para ello con el comandante del campo de Plaszow-Cracovia Amon Göth, que tal como vemos en la película acostumbraba a disparar al azar con un rifle de francotirador a los prisioneros. Pero hay otras dignas de mención, como La Zona Gris, en torno a los prisioneros que trabajaban al servicio de los guardias, llamados sonderkommandos (les recomiendo esta entrevista al respecto), o Los falsificadores, prisioneros que se dedicaban a falsificar moneda inglesa para introducirla masivamente en el país y hundir su economía. Y en lo que casi podría considerarse un subgénero están las películas de prisioneros de guerra, que naturalmente intentarán fugarse. La principal es evidentemente La gran evasión, con Steve McQueen, aunque Traidor en el infierno, dirigida por Billy Wilder, le sigue de cerca. Una antigua serie británica, titulada La fuga de Colditz, también nos trae buenos recuerdos. Se basó en las memorias de Pat Reid, un oficial británico que estuvo preso en dicho castillo y que contabilizó treinta y una fugas, la de él mismo entre ellas. Y por último hay otras como Evasión o victoria —remotamente inspirada en un hecho falseado en su día por la propaganda soviética— que cuenta con la explosiva combinación de Sylvester Stallone y Pelé y en la que solo echamos en falta aliens.
Pero mientras todo esto ocurría en Europa, otros lugares tampoco eran remansos de paz. Antes mencionábamos que la conferencia convocada por Heydrich para decidir la Solución Final fue aplazada debido a un imprevisto. Pues bien, ese imprevisto fue el bombardeo de Pearl Harbor.
Ciudad de vida y muerte.
Ciudad de vida y muerte.
La guerra en el Pacífico
El imperio japonés llevaba ya unos años expandiéndonse, como en la conquista de Manchuria en 1931, pero la situación en Asia se tornó especialmente dramática a partir de 1937. La invasión de China provocó una de las mayores matanzas de la historia: en total la guerra se llevó la vida de unos diez millones de chinos, aunque algunas estimaciones son aún mayores. Uno de los episodios más sangrientos fue la llamada «masacre de Nankín», llevada al cine en 2009 en la película Ciudad de vida y muerte. Pero la voracidad de Japón no parecía tener límites y la presencia de Estados Unidos en el Pacífico suponía un obstáculo contra el que muchos temían que acabase embistiendo. Algunos, como el contraalmirante Kelly Turner, incluso alertaban de un posible ataque por sorpresa a una de sus bases, Pearl Harbor. Por si esto fuera poco en 1940 se aliaron con los enemigos aún no declarados de Estados Unidos, concretamente un edicto imperial explicaba que se adoptó la decisión de «aliarse con Alemania e Italia, naciones que comparten nuestras mismas buenas intenciones». El 7 de diciembre de 1941 finalmente se produjo el ataque. Una circunstancia que ha dado lugar posteriormente a grandes filmes como Tora! Tora! Tora! y De aquí a la eternidad. También a otros como Pearl Harbor. Rodada con muchos medios y con la ambición de contar una gran historia llena de épica y heroísmo, podría haber llegado a ser una gran película si hubiera contado con otro guión, otros actores y otro director. Otra historia, ambientada en Shanghái justo en los días previos al ataque, es El imperio del sol, otra fantástica obra de Spielberg en la que además podemos ver al polimórfico Christian Bale, esta vez interpretando a un niño.
Tras el ataque, la población de origen japonés en Estados Unidos fue encerrada en campos de concentración para evitar sabotajes e infiltración (algo que sin embargo no ocurrió con la mucho más numerosa de raíces alemanas e italianas), algo que vemos en Bienvenido al paraíso. Pero de todas las que podamos nombrar, seguramente la película con la que asociamos la guerra en Asia y el Pacífico es El puente sobre el Rio Kwai. El puente existió realmente en Tailandia y fue construido por prisioneros de guerra, hasta que resultó destruido en un bombardeo aliado en 1945. Otra con bastantes elementos en común es Feliz Navidad Mr. Lawrence, sobre la difícil relación entre los prisioneros y sus guardianes japoneses. También tenemos la muy recomendable Comando en el Mar de la China, con Michael Caine. Objetivo Birmania, sobre unos soldados americanos lanzados en paracaídas en plena selva para destruir una estación de radio japonesa, es considerada un clásico aunque no ha envejecido demasiado bien. El Motin del Caine, con Humphrey Bogart, que está ambientada en esta época y lugar aunque no describe ninguna batalla o acontecimiento en concreto. La batalla de Midway, por su parte, está protagonizada por Charlton Heston y narra un momento crucial de la guerra, un ataque japonés que pudo ser repelido gracias a la labor de la inteligencia militar, que pudo captar y descifrar mensajes en torno a esa operación. Pese al interés del episodio histórico que aborda la película en sí lo cierto es que no es demasiado buena. Comparte además con otras muchas películas bélicas de los años cincuenta y sesenta errores en el aspecto militar, dado que conseguir los modelos exactos de tanques, barcos y aviones era en ocasiones muy dificultoso y se pasaba por alto confiando en el que el público no se daría cuenta. En las producciones más recientes eso es menos frecuente, en parte debido a la infografía… aunque a cambio suponga contemplar escenas propias de un videojuego de los años noventa, como en el segundo episodio de Hermanos de sangre (aunque luego volveremos con esta, por otra parte, excelente serie).
Una bastante original en su planteamiento es Infierno en el Pacífico, sobre un soldado americano (Lee Marvin) y otro japonés (Toshiro Mifune) que se quedan atrapados en una isla y se van haciendo perrerías mutuamente. Aunque no esté basada en un hecho concreto, sí que aborda un asunto fascinante: el de los soldados japoneses que, al quedar incomunicados en plena selva o en alguna isla, siguieron creyendo durante muchos años que la guerra continuaba. El último murió recientemente, tras haberse entregado a las autoridades nada menos que en 1974. Por último, hay que destacar en los últimos años la recuperación del género con films como Banderas de nuestros Padres, Cartas desde Iwo Jima, la soporífera La delgada línea roja y la aceptable serie The Pacific.
El día más largo.
El día más largo.
Declive y final de la guerra
Mientras tanto en Europa el ataque a las ciudades alemanas por bombarderos angloamericanos, como en Memphis Belle, estaba causando un daño devastador a la población civil y desde el Frente Oriental solo llegaban disgustos. Tras la fallida toma de Moscú a finales de 1941, el gran desastre que torcería definitivamente la suerte del Tercer Reich llegaría el invierno siguiente en la ciudad de Stalingrado. Hay una estupenda película alemana de título homónimo que retrata esta batalla en la que murieron cerca de dos millones de personas y otra mucho más reciente, de nacionalidad rusa, un tanto desconcertante al estar rodada con una estética moderna tipo Matrix y 300 que no encaja bien en todo esto. Parece que de un momento a otro vaya a salir un decepticon a darle su merecido a los nazis. Mucho más interesante resulta Enemigo a las puertas, que narra las proezas del francotirador Vasili Záitsev, aunque el duelo con su equivalente alemán entra ya en el terreno de la ficción, según afirma el historiador Antony Beevor. Ambientada en 1943, con unas tropas invasoras ya en retirada y cuya convivencia en las trincheras se basa en el sencillo principio moral de «eructos sí, pedos no», La cruz de hierro es una de las mejores películas bélicas que se hayan rodado, por algo su director es Sam Peckinpah.
En otros frentes la situación era también de retirada. La invasión de Grecia en 1941 había perjudicado las posiciones británicas en el norte de África, que intentarían recuperar mediante la campaña del Dodecaneso (que inspiraría Los cañones de Navarone) y enfrentándose en el desierto al Afrika Korps del general Erwin Rommel, en una serie de batallas mostradas en Rommel, el zorro del desierto. Una vez derrotado el ejército alemán en el norte de África, el siguiente paso sería invadir desde allí Sicilia. Una operación que estaría al mando del general Patton. El biopic que lleva por título su apellido ha sido considerado por el Congreso de Estados Unidos como «culturalmente importante». Una vez fue liberada Sicilia la derrota de Italia parecía segura, de manera que el 25 de julio de 1943 Mussolini es arrestado por orden del rey Víctor Manuel, que designa a un gobierno favorable a los Aliados. La reacción inmediata del Tercer Reich es ocupar Italia. Es en ese contexto en el que se sitúa la excelente El secreto de Santa Victoria, protagonizada por Anthony Quinn. Un pueblo italiano dedicado al vino es ocupado por los alemanes, que pretenden llevarse todas sus reservas de vino, hábilmente escondidas unos días antes de su llegada. La historia se inspira en los innumerables actos de expolio que cometieron los nazis en los territorios que ocuparon, llevándose tantos las obras de arte (sobre cuyo rescate trata The Monuments Men) como botellas de vino y champán, especialmente en Francia. La conquista palmo a palmo de dicho territorio italiano ahora alemán resultó ardua y es el escenario donde se ubica parte de la historia de El paciente inglés. Finalmente las tropas aliadas pudieron llegar a Roma, que se declaró ciudad abierta quedando así libre de combates, lo que daría título una de las grandes películas que Rossellini dedicaría a la guerra y posguerra en Europa, Roma: ciudad abierta.
Stalin mientras tanto pedía a los angloamericanos que abrieran un segundo frente europeo, quienes además estaban interesados en ganar posiciones allí para evitar que el avance ruso acabase barriendo Europa. Por la experiencia ganada en África e Italia ya se sentían preparados para una operación de esa magnitud y se barajaron diferentes lugares para un gran desembarco, entre ellos España. Hitler se sentía muy confiado por el llamado Muro Atlántico, la línea defensiva que había construido a lo largo de la costa francesa y no quería ni oír hablar de cualquier comparación con la Línea Maginot. Además puso al frente de ella a alguien de su plena confianza que ya hemos mencionado anteriormente, Rommel.
De manera que tras una larga preparación y una habilidosa operación de engaño finalmente el 6 de junio de 1944 desembarcaría la primera oleada de un total de tres millones de soldados. Una batalla que hemos visto muy bien contada en Salvar al soldado Ryan, Hermanos de sangre y El día más largo. Naturalmente siempre pueden sacarse objeciones a todo, pero merece más la pena destacar la cantidad de pequeños detalles que se cumplen en tales recreaciones. Los soldados rezando y vomitando momentos antes de entrar en combate, siendo acribillados según se abrían las puertas de las lanchas de desembarco, ahogándose por el peso de su equipo, quedándose paralizados de terror detrás de algún obstáculo de acero, la desorientación de los paracaidistas al caer en el lugar equivocado, la contraseña de «rayo/trueno» cuando se encontraban entre ellos, la negativa a hacer prisioneros… Sobre todos estos detalles el libro de Antony Beevor El Día D es muy minucioso y gustará a quienes estén interesados en este tema.
Poco más de un mes después del desembarco, el 20 de julio de 1944 tendrá lugar un atentado fallido contra Hitler, como parte de una conspiración realizada por su entorno y que fue narrada en la película Valkiria, en la que Tom Cruise interpretaba a Claus von Stauffenberg. Hubo otros actos de resistencia dentro de Alemania contra el régimen, como este que contamos aquí —del que podría hacerse una buena película, por cierto o el de la organización La Rosa Blanca, que podemos ver en Sophie Scholl: los últimos días y cuyos miembros acabarían en la guillotina (spoiler).
Pero nos habíamos quedado en Normandía. Tras ganar esa posición el siguiente paso era avanzar en dirección a París (aunque inicialmente no eran esos los planes, sino ir directamente a Berlín), que fue liberada el 25 de agosto. Las tropas alemanas recibieron la orden de Hitler de destruirla antes de retirarse, una orden que no llegó a cumplirse y que da pie al título ¿Arde París?, en la que se muestra la labor de la resistencia y la llegada de las tropas liberadoras el 25 de agosto. En ese contexto de avance a través de Francia es donde tiene lugar la historia de Los violentos de Kelly, con un comando que pretende robar el oro guardado en un banco. Sencillamente imprescindible. El avance debía continuar y en septiembre tuvo lugar la Operación Market Garden en Holanda, por la que se debían controlar varios puentes en Holanda y que tuvo un saldo bastante negativo para los Aliados. Un puente lejano retrata el episodio y a pesar de su rutilante plantel de estrellas (están todos los actores que pintaban algo en 1977) no ha envejecido bien y vista hoy en día es un tanto decepcionante. A continuación tuvo lugar, ya en diciembre del 44 y enero del siguiente año, una contraofensiva alemana que acabó en fracaso, llamada «La batalla de las Ardenas», que también cuenta con una película del mismo nombre. En abril de 1945 los ejércitos aliados están en terreno alemán, un país ya exhausto tras seis años de guerra y donde ya solo quedan ancianos y niños para ser llamados a filas. En esa premisa y teniendo como referencia un hecho real se basa El puente de Bernhard Wicki, un film de la RFA de 1959 muy apreciable. Es de otro estilo diferente al de las mencionadas hasta ahora, merece la pena.
Alemania, año cero.
Alemania, año cero.
Para finales de abril y comienzos de mayo Berlín ya está sitiado por las tropas soviéticas, entregadas a cobrarse «fuego por fuego, sangre por sangre, muerte por muerte», y dejando a su paso a cientos de miles de mujeres alemanas violadas repetidamente tal como vemos en Una mujer en Berlín, una película muy dura e interesante, basada en un libro autobiográfico que publicó bajo anonimato una superviviente berlinesa. Mientras tanto Hitler vivía sus últimos momentos aislado en su búnker, realizando movimientos de tropas imaginarias hasta que finalmente se pegó un tiro. Hablamos, naturalmente de la formidable El hundimiento. Finalmente la guerra se declaró terminada a las 2:41 de la mañana del 7 de mayo de 1945, con la rendición incondicional de Alemania. Pero aún quedaba la posguerra.
Con la noticia de la muerte del Führer comienza Lore, la odisea de una adolescente que viaja con sus hermanos pequeños por un país en ruinas y con cadáveres desperdigados por los suelos. Los ocupantes obligan a los ciudadanos alemanes a contemplar imágenes del Holocausto, que las consideran montajes o que simplemente menosprecian. Como dice la protagonista: «tuve que mirar judíos muertos durante horas, solo para conseguir pan duro». Muy recomendable, aunque es desoladora y amarga como pocas. Alemania, año cero, de Rossellini, trata también sobre la supervivencia de un niño en el Berlín de la posguerra. Mientras que El tercer hombre muestra la Viena posterior a la guerra, con sus ruinas y su mercado negro. Un aspecto poco conocido y poco tratado por el cine ha sido el de los millones de personas que fueron reubicadas en el nuevo ordenamiento de población y de fronteras que tuvo lugar a finales de los años cuarenta o que tuvieron que regresar a sus hogares, si es que aún los tenían. El escritor Primo Levi narró su viaje desde que fue liberado en el campo de concentración de Auschwitz hasta Italia en un libro titulado La tregua, que también vio su adaptación al cine, mientras que Cornelius Rost narró en Hasta donde los pies me lleven su largo regreso desde el gulag siberiano del que se escapó en 1947 hasta Alemania, aunque hay dudas en torno a la autenticidad de su relato. La película tiene su interés, en cualquier caso. Una historia con elementos comunes a la de Sławomir Rawicz, un polaco que también logró escapar del gulag en el que fue encerrado tras la invasión de Polonia y que Peter Weir llevó al cine: Camino a la libertad. Finalmente otro aspecto de la posguerra en Alemania fue el de juzgar a los culpables, un proceso reflejado en títulos como Vencedores o vencidos, Los juicios de Nuremberg y El lector.
En Japón, una vez derrotado, también hubo un proceso similar, con la acusación de diversos miembros del Gobierno y finalmente la exoneración de toda culpa del emperador Hirohito. Aunque en este caso más que por una cuestión de inocencia, lo que primó fue el dotar de estabilidad y continuidad al nuevo orden. Todo esto lo podemos ver en la reciente Emperador, que tiene cierto interés, aunque está lastrada por una historia de amor metida con calzador —para hacerla más digerible a cierto público, suponemos— y por algunos detalles no muy exactos sobre el papel de MacArthur.
Pero no quisiera terminar sin aludir a otras manifestaciones del cine en torno a la guerra y el nazismo algo menos dramáticas, que no todo en la vida va a ser sufrir. Un tema de especulación recurrente es el de cómo habría sido el mundo si el Tercer Reich hubiera ganado la guerra. Patria, con Rugter Hauer, nos muestra esa distopía. Por otra parte, dada la querencia de los dirigentes nazis por las pseudociencias, la mitología y el esoterismo, podríamos decir que Indiana Jones y el arca perdida e Indiana Jones y la última cruzada si bien no tienen un excesivo rigor histórico… al menos están basadas en hechos reales. Al fin y al cabo Heinrich Himmler quiso hacerse con el Santo Grial, que creía que se mantenía escondido en el monasterio de Montserrat, donde acudió en persona el 23 de octubre de 1940. Y el mismísimo Hitler exclamó, en cierta ocasión que ojeaba un libro ilustrado sobre España:
¡Montserrat! La mera palabra hace que reviva la leyenda. Tiene su origen en el encuentro hostil entre los moros y los elementos romano-germánicos. Un país encantador. Uno bien se puede imaginar allí el castillo del Santo Grial.
Y ya puestos, hay otras que tampoco podemos dejar de mencionar. Está por ejemplo Los surfistas nazis deben morir, de la que sospechamos que lo único bueno de ella es su título. Y también tenemos Iron Sky, que parte de una interesante premisa: los nazis han vivido desde final de la guerra en la cara oculta de la Luna, desde donde volverán para atacarnos montados en ovnis. Mientras que en Nazis en el centro de la Tierra vemos a Mengele y sus secuaces ocultos bajo la Antártida. Hay que decir que es absolutamente espantosa. De ese tipo de películas tan lamentables que si se ven con amigos y en estado de ebriedad pasan a resultar divertidas. Pero esta en concreto requiere beber muchísimo. Y a ser posible fumar algo también. Una que en comparación resulta bastante mejor es Zombis nazis, claro que mezclando esos dos elementos necesariamente ha de salir algo bueno. Y sin embargo, existe una combinación aún mejor, créanme. No hablaremos de ella por tratarse de un videojuego, pero existe. Se trata de… nazis y dinosaurios ¿Cabe imaginar algo mejor?