Entrada destacada

Libros de Juan Carlos Pazos desde 0,99€

  https://www.amazon.com/author/juancarlospazosrios "PARANOIA" https://www.amazon.es/gp/product/B09RTN9R15/ref=dbs_a_def_rwt_hsch_...

viernes, 17 de abril de 2015

Ganadera, productora de cine y empresaria 'online': Eugenia Silva

"Las modelos somos un coñazo"


 
Eugenia Silva
Eugenia Silva, puro 'vamp', sobre una cama de Hästens, con 'culotte' La Perla, medias Magpie Vintage y zapatos Pedro del Hierro / Pablo Zamora

Rompe el hielo que marca su evidente belleza según se sienta en un café clásico del Madrid de los Austrias y pide un sándwich de jamón y queso con huevo a la plancha y patatas fritas. “Me encantan los sándwiches de cafetería, ¿a ti no?”. Con Eugenia Silva cuesta ceñirse a un guion. Más que nada porque ella misma se lo ha saltado siempre. Puede quedar para contarte su nueva aventura empresarial de venta de moda online y saltar de un tema a otro: cómo presentó al fotógrafo Steven Meisel y a Pedro Almodóvar en una fiesta del mánager de Madonna en Los Ángeles, cómo se puso a hacer petit point recién llegada a Nueva York en el rincón de un plató con la que sería después su amiga Amber Valletta, o cómo aterrizó tras 20 horas de aeropuertos por primera vez en Sundance junto a actores como Juno Temple, Emily Browning o Michael Cera.
'Body' y medias Magpie Vintage. La intensidad de sus labios se debe a a la genética, pero también al nuevo Rouge Voulpté y al perfilador Dessin des Lèvres de Yves Saint Laurent Beauté. La jarra de vidrio con relieve, cenicero redondo de cristal y silla de madera, todo, de Zara Home / Pablo Zamora
Lo que para otros sería un ejercicio estudiado de mencionar nombres para deslumbrar, en su caso sirve de simple carta de navegación por sus incontables inquietudes. A pesar de seguir ejerciendo de embajadora de Garnier, esta madrileña de 39 años, ha completado la conversión de modelo a empresaria. Eustyle.es es la constatación de que su imagen sigue vendiendo de otra manera. Se lo propuso su cuñado Julio, hormigonero, y lo puso en marcha junto a su hermana Inés, abogada. Desde la web vende moda para mujer y niño afín al estilo Eugenia Silva. “La gente tiene un escepticismo: ¿comprar ropa online? ¡Sí, prueba!”, adopta a modo de eslogan.

"Tengo que eliminar mi punto romántico"

He descubierto la parte desagradable de esa industria, esa en la que te sientas delante de unos señores superbordes para que te den dinero. Todo eso que no es ponerte el vestidazo e irte a la gala amfAR
“Me decían que no iba a funcionar. Ángel Schlesser, cuando empezó a colaborar, comentaba: ‘Uf, yo he tratado de vender online y es que ni de coña… La gente, al final, se lo quiere probar’. Y resulta que hemos tenido que reponer su ropa cuatro veces. Todo lo que vendemos son marcas españolas, excepto Muzungu Sisters, de Tatiana Santo Domingo, pero lo suyo lo tengo por amistad personal con ella [Eugenia fue novia de su tío, el millonario Alejandro Santo Domingo]”. Se ríe cuando se le pregunta cómo se considera a sí misma en términos empresariales. “Pues tengo un punto romántico que tendría que eliminar. ¡Debería ser más exigente! Pero soy muy fácil de convencer”.
Y ahora que está en la otra cara de la moda, ¿qué cosas feas ha descubierto? “Que las modelos somos un coñazo [risas]. Cuando te dedicas solo a posar no eres consciente de las exigencias con las que vienen los agentes a los clientes. Y, aparte, he visto lo duro que es llevar tu propio negocio de moda. Yo llego a las fotos a las nueve de la mañana y me voy a las cinco, y adiós. Ahora tengo que conseguir los estilismos, la posproducción, el retocador, ajustar los presupuestos, los viajes… O sea, todo”. Entre sus nuevas caras, está la que se impulsa desde la revista ¡Hola!: posicionarla como heredera de Nati Abascal. Ha pasado de tener un blog propio a ejercer de estilista de otras modelos y celebridades. “Dejemos una cosa clara: Nati no tiene herederas”, ataja.
Yo nunca diría: ‘Después de esto no voy a volver a salir con un famoso’. Nadie sabe con quién va a salir en el futuro. Si me encanta un hombre, no me importa si es famoso o no
Silva también se ha tropezado con aspectos menos amables. “He descubierto la parte desagradable de esa industria, esa en la que te sientas delante de unos señores superbordes para que te den dinero, o en la que la gente de los estudios te hace millones de preguntas para las que tienes que tener preparada una respuesta o, sencillamente, explicarle a los agentes por qué su actor tiene que estar en tu película. Todo eso que no es ponerte el vestidazo e irte a la gala amfAR”.
Hace un lustro, su amiga Frida Torresblanco, productora de El laberinto del fauno, le propuso asociarse con ella en Braven Films, una empresa radicada en Nueva York. Juntas han sacado adelante una película de terror titulada Magic Magic (con la que fue a Sundance), han aparcado un proyecto sobre la escandalosa cantante mexicana Gloria Trevi y esperan culminar otro con Rachel Weisz. La modelo juega el papel de asesora creativa. “Frida me ha pedido que esté pendiente de libros con potencial para comprar los derechos o que lea guiones. Pero luego ya sabes que, si estás en una aventura como esta, tienes que hacer de todo”.
Eugenia Silva nos da la espalda (un poco solo) con sujetador y combinación, ambos de la Perla. las medias son de Magpie Vintage. En su cara, el iluminador Touche Eclat y la paleta de ojos pertenecen a la Edición Rock Resille de Yves Saint Laurent Beauté / Pablo Zamora
Le cuento que, según su perfil en IMDB, “tras su ruptura con [el modelo venezolano] Enrique Palacios, se prometió a sí misma que nunca volvería a salir con un famoso por toda la atención mediática que conlleva”. “Obviamente, eso no es verdad. Yo nunca diría: ‘Después de esto no voy a volver a salir con un famoso’. Nadie sabe con quién va a salir en el futuro. Si me encanta un hombre, no me importa si es famoso o no”. Su vida sentimental ha encontrado la estabilidad con Alfonso de Borbón, primo del Rey. Antes hubo otros conocidos: el escritor Ray Loriga, el cantautor Pau Donés, el empresario Diego Osorio. Ahora es madre. El pequeño Alfonso acaba de cumplir un año. Es una de las razones por las que Eugenia ha echado el freno en su constante saltar el charco. También por el trabajo de Alfonso de Borbón, cuya empresa de tarjetas de telefonía móvil está radicada en Madrid. Él es alérgico a salir como pareja de en los medios, pero estuvo en la presentación de Eustyle.es. “Era algo tan familiar que sentía esa responsabilidad. Lo pasó fatal: me estaba apretando tanto en las fotos que yo creo que hasta me dejó moratones. Pero, bueno, ya no tiene que cumplir en 20 años; o sí, cuando nos compre LVMH”, se ríe.
No le cuesta reconocer que apenas tiene trato con la casa del Rey. “De la familia real nos llevamos con quien nos llevamos, pero como amigos”. ¿Y con Letizia? “No la conozco”. ¿Y qué opina de su estilo? “Prefiero no opinar”, refrena. Pero podrá decir por qué cree que el estilo de la nueva reina se aprecia más fuera que dentro de nuestras fronteras. “Yo creo que todo lo novedoso llama mucho la atención, sobre todo, fuera. Como pareja, son un parejón: él tiene un fachón, ella es mona, y encima son reyes; se verá como un cuento de hadas. Yo prefiero no opinar sobre su estilo. Lo que sí he dicho, y me reitero, es que ponemos Eustyle a su disposición”.

Steve Meisel, te presento a Pedro Almodóvar

Simplemente soy modelo. El término 'top' está tan usado, requeteusado y mal usado…”.
Su amigo, el fotógrafo Steven Meisel, con quien realizó su primera sesión neoyorquina rodeada de tops como Naomi Campbell, Shalom Harlow o Amber Valletta, y que más tarde la fotografiaría caracterizada como Sean Young en Blade Runner, le ha pedido imágenes de su niño para un proyecto que prepara. Cuesta resistirse a preguntarle si es cierta la leyenda de que fue ella quien presentó a Almodóvar y Meisel. “No, no… O espera, ah, sí, ¡claro! Mira, estábamos en una fiesta en casa de Guy Oseary, mánager de Madonna, que está casado con una íntima amiga mía, Michelle Alves, una modelo brasileña. Estaba yo charlando con Steven y Lori Goldstein [directora de moda de Elle] y llegó Pedro con Penélope [Cruz], Javier [Bardem] y Óscar Jaenada. Y dice Steven: ‘No me puedo creer quién ha llegado’. Y yo: ‘¿Quién?’. ‘Pedro’. Y Steven se puso en plan fan. ‘Le quiero conocer, le quiero conocer’. Total, que voy a buscar a Pedro y le digo: ‘Por favor, ven un momento, que te quiere conocer Steven Meisel’. Y Pedro: ‘¿Steven Meisel? ¡No! Fan, fan, fan”. Así que les presenté y estuvieron allí los dos de charleta. Son de esas cosas que dices: ‘Qué bien, tops en lo suyo y cada uno es admirador del otro”.
En esta imagen, Eugenia lleva 'body' Wolford y medias Magpie Vintage. Su rostro resulta especialmente luminoso debido al fondo de maquillaje Touché Éclat y su mirada despejada de directa revela el efecto de la sombra de ojos en tono nude Ombre Solo de Yves Saint Laurent Beauté. La silla es de Zara Home / Pablo Zamora
Ella tuvo su primer megatrip hacia la fama cuando Óscar de la Renta la escogió como imagen de su perfume: “Según aterricé en Nueva York, me fui a Cartier en la Quinta Avenida y me compré un reloj. Pensé: ‘Pase lo que pase, esto ya me lo llevo puesto”. Pocos meses antes de que muriera el maestro dominicano, Silva le visitó en su casa de Kent (Connecticut). “Fue muy triste su pérdida; era un señor de los que se encuentran pocos. A mí me hizo el visado, me vistió para las fiestas de Nueva York cuando nadie quería vestirme, me presentó a Anna Wintour, a Meisel…”.
Su porte casi irreal, con el cuello de cisne y ese rostro pulcramente delineado que la convertiría en musa de Jordi Labanda, parece fugado de un tiempo indeterminado; entre un pasado cercano y el futuro inmediato. Quizá sea ese uno de los secretos que han hecho de ella una de las modelos españolas de mayor recorrido. “Me considero una buena modelo, profesional. A algunos no les gustaré nada, a otros sí, pero simplemente soy modelo. El término top está tan usado, requeteusado y mal usado…”.
Ángel Schlesser, cuando empezó a colaborar, comentaba: ‘Uf, yo he tratado de vender 'online' y es que ni de coña… La gente, al final, se lo quiere probar’. Y resulta que hemos tenido que reponer su ropa cuatro veces
Lo rechaza porque puede. Le acompaña desde el principio, desde aquel concurso Elite Look of the Year organizado por la revista Ragazza que le valió la victoria junto a Nieves Álvarez en 1992. Tenía 16 años. Ya llevaba años soñando con ocupar las mismas páginas que Linda Evangelista en Vogue USA o Harper’s Bazaar. Los compraba de importación en un quiosco de la calle Serrano cuando viajaba a Madrid los fines de semana y se quedaba a dormir con su prima, la hoy diseñadora de tocados Fátima de Burnay. Su padre era fiscal en Toledo, su madre, concejala de Cultura. Un fotógrafo amigo le sacó unas fotos que publicó en la edición local de ABC con motivo de una feria de artesanía. Cara lavada, sencilla, una camisa azul y poco más. Las mandó a Ragazza sin decírselo a su padre. “Cuando gané, lloré de alegría. Para mí era una salida al exterior. Yo quería viajar, recorrer mundo, salir de allí, pero no sabía cómo. Y el premio era un año en París, firmar con la agencia estadounidense e ir a la final en Nueva York. Era perfecto… aunque en mi casa estaban horripilados”.
Su familia se divide entre arquitectos y abogados. Uno de sus tíos, Antonio Hernández Mancha, fue presidente de Alianza Popular a finales de los ochenta, justo antes de que se refundara como Partido Popular y Aznar se alzara líder. A Eugenia le tiraba la construcción, pero acabó sacándose derecho en 10 años. Hoy se alegra de haberlo hecho. Ya sea para el restaurante del que es socia en Formentera o el negocio de cría de cerdo ibérico que mantiene en su finca familiar de Extremadura, ha aprendido a cuadrar números y licencias. Eustyle es solo un paso más hacia esa otra Eugenia Silva, la que ella misma está por descubrir. “Por eso mezclo un poco de todo, por saber qué es lo que me gustaría ser de mayor”. Y lo dice como quien aún no ha hecho nada en la vida.

jueves, 16 de abril de 2015

Elena (Anais Nin: Delta de Venus)

Sus caricias poseían una extraña cualidad. Unas veces eran suaves y evanescentes, otras, fieras, como las caricias que Elena había esperado cuando sus ojos se fijaron en ella; caricias de animal salvaje. Había algo de animal en sus manos, que recorrían todos los rincones de su cuerpo, y que tomaron su sexo y su cabello a la vez, como si quisieran arrancárselos, como si cogieran tierra y hierba al mismo tiempo.
Cuando cerraba los ojos sentía que él tenía muchas manos que la tocaban por todas partes, muchas bocas tan suaves que apenas la rozaban, dientes agudos como los de un lobo que se hundían en sus partes más carnosas. El, desnudo, yacía cuan largo era sobre ella, que gozaba al sentir su peso, al verse aplastada bajo su cuerpo.
Deseaba que quedara soldado a su cuerpo, desde la boca hasta los pies. La recorrieron estremecimientos. El murmuraba de vez en cuando, pidiéndole que levantara las piernas como Elena nunca lo había hecho, hasta que las rodillas tocaron su barbilla. Le susurró que se volviera, y recorrió su espalda con las manos.
Descansó dentro de ella, luego se echó de espaldas y aguardó.
Elena, incorporándose, se apartó con el cabello despeinado y los ojos con expresión drogada, y lo vio, como a través de una neblina, tendido boca arriba. Se encogió hacia los pies de la cama, hasta que alcanzó con la boca su miembro y empezó a besarlo. El suspiró. El pene acusaba suavemente cada beso. La miraba. Puso la mano sobre su cabeza y la presionó hacia abajo para que la boca cayera sobre su miembro. Dejó la mano donde estaba mientras ella se movía arriba y abajo, hasta que la dejó caer; con un suspiro de insufrible placer, la dejó sobre el vientre y permaneció inmóvil, con los ojos cerrados, saboreando su gozo.
Ella no podía mirarlo como él la miraba, pues sus ojos estaban empañados por la violencia de sus sensaciones. Cuando lo miraba, se sintió de nuevo impelida, como por una fuerza magnética, a tocar su carne, con la boca o con las manos o con todo el cuerpo. Se restregó contra él con lujuria animal, disfrutando de la fricción. Luego, se dejó caer sobre el costado y permaneció tendida, tocando la boca de su amante como si la estuviera moldeando una y otra vez, como un ciego que pretende descubrir la forma de la boca, los ojos y la nariz, averiguar cómo es el tacto de su piel, la longitud y textura del cabello y la disposición de éste tras las orejas. Los dedos de Elena eran ligeros mientras se entregaba a esa operación, hasta que, de pronto, la asaltó el frenesí y presionó profundamente la carne hasta hacerle daño, como si quisiera asegurarse violentamente de la realidad de aquel hombre.
Tales eran las sensaciones externas de aquellos cuerpos que se descubrían el uno al otro. De tanto tocarse, quedaron como drogados. Sus gestos eran lentos y ejecutados como en sueños. Tenían las manos pesadas. Sus bocas no se cerraban.
¡Cómo manaba de Elena la miel! Su compañero bañó en ella sus dedos y luego su sexo. Después la movió de tal modo que la hizo yacer sobre él, con las piernas sobre las suyas, y cuando la tomaba, pudo verse a sí mismo penetrándola, y ella a su vez pudo verlo a él. Contemplaban el ondular de sus cuerpos juntos, buscando el clímax. El la esperaba, atento a sus movimientos.
Como ella no aceleraba su ritmo, la cambió de postura, haciéndola yacer boca arriba. Se tendió sobre ella para poder tomarla con más fuerza, tocando el fondo de su sexo, tocando las carnosas paredes una y otra vez, y entonces ella experimentó la sensación de que en sus entrañas despertaban nuevas células, nuevos dedos, nuevas bocas que respondían a la penetración del hombre y se conjuntaban en el movimiento rítmico; que aquella succión iba siendo cada vez más placentera, como si la fricción hubiera levantado nuevos estratos de gozo. Se movía más aprisa para alcanzar el clímax, y cuando él se dio cuenta aceleró sus movimientos incitándole a alcanzar un orgasmo conjunto, con palabras, con las caricias de sus manos y, por último, soldando la boca con la suya para que las lenguas se movieran al mismo ritmo que la vagina y el pene; el placer recorría a Elena de la boca al sexo, en corrientes cruzadas en ascenso, hasta que lanzó un grito, a medias sollozo y carcajada, de la alegría que desbordó su cuerpo.

¿Es una tableta? ¿Es un ordenador? No, es el nuevo móvil Huawei P8


La compañía china presenta un gigantesco «smartphone» de 6,8 pulgadas para plantarle cara al iPhone 6 Plus
La Voz Europa Press 15 de abril de 2015. Actualizado a las 20:50 h.

Huawei ha desenfundado este miércoles su nuevo buque insignia: el P8. El nuevo teléfono de la compañía china no puede negar su evidente inspiración «iphoniana»: llega en dos versiones -como los últimos smarphones de Apple- y una de ellas, bautizada como Max, con una descomunal pantalla de 6,8 pulgadas. La del iPhone 6 Plus, recibido ya como un armatoste tras su presentación el pasado septiembre, mide 5,5. Comparen. La diferencia es abismal.
Más cerca de esta versión grande de Apple se sitúa la pequeña del P8 de Huawei, un smartphone de 5,2 pulgadas. Todo es cuestión de perspectiva. Ambos estarán disponibles en color plata, oro, negro y gris, y llegarán a nuestras tiendas a partir de la primera quincena de mayo. Primero lo hará el modelo más pequeño y un mes más tarde, la versión Max.
La pantalla primero, y la cámara después, son los dos grandes puntos fuertes de los nuevos terminales. La segunda incorpora una tecnología de estabilización óptica de la imagen, así como el primer sensor RGBW de cuatro colores del mercado. Además, llega con un procesador de imagen que permite reducir el ruido al disparar y detectar de forma inteligente los espacios con altos contrastes de luz. La compañía también ha incorporado un modo de vídeo multicámara, que permite conectar varios smartphones y sus cámaras.
En cuanto al rendimiento de batería, Huawei promete una duración de un día y medio con un uso «normal» y un día completo con un uso intenso. Además, incluye un firewall de aplicaciones para evitar que consuman en segundo plano, lo que multiplica por 2,3 veces la duración de la batería en reposo. El P8 de 5,2 dispone de una batería de 2600mAh; un procesador de ocho núcleos Kirin 930 de 64 bits y Dual SIM. El Max, con pila de 4.360 mAh, un grosor de tan solo 6,8 milímetros y una mayor proporción de pantalla que la competencia. La firma oriental asegura, sin embargo, que «aún cabe en el bolsillo».
Para mejorar la experiencia del usuario, Huawei incorpora una curiosa opción para tomar capturas de pantalla recortadas, que se realizarán golpeando con los nudillos en la pantalla del teléfono y realizando el dibujo deseado. El teléfono cuenta también con una función para recuperarlo fácilmente en caso de pérdida. El usuario lo llamará y el teléfono responderá. Si decimos «Hi buddy» (Hola, colega) y el smartphone está lo suficientemente cerca para escucharnos, solo tendremos que decir «Where are you?» (¿dónde estás?) para que empiece a sonar y así podamos encontrarlo.
El Huawei P8 combina procesadores Quad-Core a 2.0GHz y 1.5, respectivamente, para optimizar el rendimiento de batería mediante procesamiento asíncrono. Ambos dispositivos estarán disponibles, además, en una versión estándar y otra premium. En el caso del modelo de 5,2 pulgadas, el modelo estándar tendrá 3GB de RAM y 16GB de ROM, con un precio de 499 euros. Por su parte, el modelo premium tendrá 3GB de RAM y 32GB de almacenamiento, con un precio de 599 euros. Estará disponible inicialmente en más de 30 países, incluyendo China, Colombia, Francia, Alemania, México, España, Sudáfrica, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido. En cuanto al Max, la versión estándar contará con 32GB de almacenamiento y 3GB de RAM, con un precio de 599 euros. El modelo premium del P8, con 3GB de RAM y 64GB de almacenamiento tendrá un precio de 649 euros.
La compañía también ha destacado una mejora en la antena de su teléfono. De tal forma que cuando un extremo de la antena está cubierto y la señal se debilita, Huawei P8 puede cambiar instantáneamente al otro extremo de la antena de forma más rápida que los smartphones tradicionales, de manera que asegura el mantenimiento de una fuerte conexión de la señal. Pensando en aquellos que viajan a menudo, Huawei ha decidido aumentar con este dispositivo la velocidad de la conexión a una red de itinerancia.

viernes, 10 de abril de 2015

La fuga


Cuando esté sin compañía
 que alguien me envíe una lima
 para derrotar la pereza
 con grima llena de sacudidas,
 oxido rendido y caído
 ante la habilidad del preso.
La noche aparece inconclusa y sin arrepentimiento
 en las miradas basiliscos del guardián y los otros,
 también del amante allá dentro, y el mendigo de afuera.
 Todos buscan el cuerpo del delito, también el juez
 que me condenó por un desfalco de ternura
 entre las mentiras de un tiempo que se retrasa,
 crupier con dentadura postiza, y hay risas
 cuando encontramos lo que buscas.
Soy sincero, lo siento con toda mi maldad;
 pero aun quedan muchas dudas eficaces
 en el envés de la hoja rota del arte infantil.
Después de todo, recurro a la rima,
 pierdo el momento que determina
 el gozo del primer beso, saliva
 en un último alarde de lo imposible.
¿Qué hacer entonces? Ruego
 al Dios de los fracasados,
 santidad de hoy al lado
 en la noche de los errores más viejos
 que gritan como niños
 para encontrar otra barra americana
 en esta carretera sin aceras,
 pero sin embargo ando.