Vuelvo con fanfarria, luces de
colores y un perro que no ladra. Retorno sobre mis propios pasos, rey de mis
agallas maltratadas, cobarde de las huidas compartidas. Vuelvo e ignoro como me
sostengo.
Tan sólo bebo para beber todas tus
lagrimas y eso que te mancha las bragas, dulce sonrisa invertida, cadencia de
los pasos que me acercan a ella, sus caricias, mi pena, aquella vida que no era
vivir, puro vicio compartido de mi lujuria.
Dinero para un día más, para ser
libre hasta donde llega el hambre por ti. Cadencia confusa, y unas manos debajo de mi camisa trazan el
mapa de las pesadillas más dulces que un
hombre pueda soñar, tentaciones, caídas y cierto marasmo en la presencia del
juez de mis deseos.
Se declara usted culpable o alega
una coartada. Ha hecho acto de presencia en los citados lugares del pecado o
estaba digamos un poco ocupado para ocuparse en tales menesteres, confiésenos
en que esquina del local empezó usted a meterle mano a la presunta compinche,
debería darnos detalles de todos sus delitos si no quiere quedar encerrado en
la cárcel de mis senos, confiésese como si creyera que hay una salida, tal vez
la de incendios.
Vuela usted muy alto, no le aconsejo
que saque pecho, otros lo han hecho antes, otros lo harán más adelante, póngase
de rodillas para rezar a mi musa, yo lo comprendo, en el fondo somos muy
parecidos, usted habría podido ser el autor y uno un mero servidor de sus
argucias para alcanzar la fama. Ya desde ya le aconsejo un puesto de honor en
la primera cita, considérese invitado al espectáculo de esta noche, espero que
por lo menos pueda llegar a la presentación de los abrazos; por favor, no
olvide que necesitamos sus propinas, no las debe considerar una limosna, si
vuelve debe ser por algo.
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