La sensación
discordante funde su caudal con el humor resquebrajado; juntos luchan contra el
destino sobre el olor a lejía; lo hacen abúlicamente, de la misma forma que
paso como un rebelde por la zona más próxima a la pared, apenas tocando el
suelo con mis apéndices apocados. Carezco de identidad, pues estoy en una
despersonalización creada entre el olor de la colonia barata y el masaje para
después del afeitado, ambos pretendientes son derrotados por los otros
productos de limpieza que aplican a nuestro portal. Nuestros despojos quedan
aun peor que mi olfato, ya que penetran mi desorden del mismo modo que el caos
de la calle, en ella el amarillo de los barrenderos es el único color que
intenta llamar la atención bajo la lluvia.
Al
cerrar la puerta, después de saludar con unos “buenos días” a la señora de la
limpieza, los pensamientos ajenos se deshacen con el transito entre estos dos
mundos. Quizás porque entre el universo privado y el público la conciencia
colectiva cae en la mecanización, en el ritmo autárquico que se devora. Estas
combinaciones mentales son posibles, podéis preguntárselo a Franco, ese gran
maestro del autoabastecimiento. Al igual que todos los dictadores, él ya sabía
que, aunque haya muchas versiones, todas están supeditadas al ombligo del
mundo; hacia ese ojo del huracán encamino mis pasos con un paraguas
publicitario, contento por vivir en una democracia, pero indignado por la falta
de oportunidades.
Parece mentira que desprecie tantos años de
opresión, también que lo haga del mismo modo que rechazo folletos publicitarios
nada más cruzar la acera; pero mis instintos moran lejanos a todo discurso
político y a todo conocimiento de mendigos, sólo se solivianta si pierde el
equipo de fútbol local a causa de la desidia o de un error arbitral. La vida ya
constituye una aventura propia para que, aun por encima, creemos ídolos y
emblemas a los cuales adorar; centrémonos en lo nuestro, pues cada uno supone
una fuente de instantes de la que deben beber todos los seres anónimos sin nada
que aportar. Formemos así nuestro clan de seres poéticos en busca de otra
oportunidad, para crear otro verso de circunstancias vividas que nos sirva para
alimentar a la humanidad.
Si quieres leer más tienes el siguiente link: LA HUIDA
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