El canal TCM recuerda en un vídeo al director de 'El resplandor' y 'Naranja mecánica', fallecido el 7 de marzo de 1999
Ocurrió el 7 de marzo de 1999. Stanley Kubrick acababa de terminar de montar su última película, Eyes wide shut,
un rodaje que, como todos los suyos, fue tenso y agotador. El director
se fue a dormir sin que nada le hiciera sospechar que ya no despertaría
jamás. Un infarto fulminante le sorprendió en pleno sueño. Murió como
vivió: envuelto en el misterio. Desde que se trasladó a vivir a
Inglaterra en los años sesenta, se había convertido en una especie de
recluso de sí mismo, encerrado tras las puertas de una mansión al norte
de Londres de la que apenas salía.
Se cumplen 15 años de su muerte y TCM quiere
homenajear al maestro con un ciclo que arranca precisamente hoy y que
reúne nueve largometrajes que se emitirán los fines de semana de este
mes: Senderos de Gloria, Atraco perfecto, Espartaco, Eyes Wide Shut, Barry Lyndon, La Naranja Mecánica, El resplandor, Lolita y 2001: una odisea del espacio. Nueve títulos que muestran la grandeza de este cineasta singular e irrepetible.
Stanley Kubrick nació el 26 de julio de 1928 en Nueva York. Desde su primer film, Miedo y deseo,
en el que se encargó del guión, la producción e incluso del manejo de
la cámara, se acostumbró a controlar totalmente todas sus obras. Ya
entonces dejó clara su fuerte personalidad al querer que se destruyeran
todas las copias existentes porque consideraba que la película no tenía
suficiente calidad.
En comparación con las de otros directores, su
filmografía es corta, tan solo trece largometrajes, pero su influencia
en el séptimo arte ha sido trascendental. Kubrick revolucionó todos los
géneros: el cine negro con Atraco perfecto; las películas de romanos gracias a Espartaco; el cine de terror con El resplandor y el drama pasional en Lolita. Además, otorgó mayoría de edad a la Ciencia Ficción con 2001: Una odisea del espacio,
rompiendo todos los esquemas al utilizar música clásica en la banda
sonora. Ver las naves interplanetarias moviéndose por el espacio al
ritmo de vals del Danubio Azul o la introducción prehistórica con los acordes de Así hablaba Zaratustra
dio una dimensión todavía más épica a las imágenes. Por último, se
sumergió en los deseos y obsesiones sexuales de hombres y mujeres en Eyes Wide Shut.
Kubrick controlaba también la distribución y
exhibición de sus películas en todos los países del mundo. Tenía agentes
que supervisaban las salas y las copias. Elegía las fechas de estreno,
dirigía la promoción publicitaria y la adaptación al formato vídeo.
Vigilaba de cerca el doblaje y el subtitulado de sus cintas. Fue,
asimismo, un martirio para muchos de sus actores. Tom Cruise fue el
último que sufrió su afán perfeccionista. La estrella tuvo que hacer
hasta 93 tomas de un mismo plano antes de que el director lo diera por
válido. Sus rodajes eran interminables. Algunos, como el de Barry Lyndon,llegaron
a durar casi año y medio. A eso había que sumar todo el tiempo de
preparación previa y de postproducción. Un perfeccionismo quizás
enfermizo pero que, a cambio, regaló a la historia del cine un selecto
puñado de obras maestras.
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