Quiero
bailar contigo hasta que se acabe la noche o ella acabe con nosotros. Quiero el
mar cálido, la fruta prohibida y el sabor lejano. Es mi última oportunidad y
resultaría penoso no aprovecharla. ¿Verdad que me entiendes? Tú lo sabes todo
cuando te invito a otra copa. Me ignoras y piensas que soy un payaso. Cómo no
te pares te mato, ponte ahí y no protestes, me sueltas desde aquella altura que
aparece al no tener nada que no sea el propio placer. El placer de las diosas
nacidas en el agua bendita de nuestras tristezas.
Mis
tristezas nacen de la fuente de los presagios; por eso busco la salida del
cuarto de baño; no, no me entiendes. El ritmo de otra sangre circula por mis
manos, tengo poco tiempo para perderlo con excusas baratas. Sigilosamente, caen
los fallos de los crupieres que esconden
otras cartas. El color de los ojos, el susurro del insulto. Ahora descubro tu
verdadero rostro: Quiero bailar contigo hasta que se acabe la noche o ella
acabe con nosotros.
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