Un nuevo espacio en Madrid ofrece ajedrez y otros entrenamientos cerebrales para niños y adultos
España será el país con mayor esperanza de vida (86 años, en lugar de los 83 actuales) en 2040,
según un reciente estudio de la Universidad de Washington (Seattle, EE
UU). Esa perspectiva genera en los ciudadanos una gran demanda de
actividad mental para retrasar el envejecimiento cerebral y el temible
alzhéimer. Varios estudios y experiencias indican que el ajedrez es el
mejor gimnasio mental. En ese contexto nace Liceum en el centro de
Madrid, con el objetivo de extenderse por toda España.
“Incorporar el ejercicio mental, el que sea, a la rutina cotidiana es muy necesario a cualquier edad, una de las mejores inversiones para mejorar nuestra calidad de vida y perspectivas de futuro”, explica Pedro López, director de Liceum, inaugurado hace dos meses en el centro de Madrid (calle Doctor Esquerdo) con pedagogos, neuropsicólogos y otros especialistas, que además de ajedrez y otros juegos (go, backgammon, Córtex, Mastermind, Ubongo, etc.) ofrecen teatro, academia de memoria, cine, cómic, novela gráfica, taller de inteligencias múltiples, matemáticas y escritura recreativas, yoga, gimnasia de mantenimiento… Todo dirigido a niños y adultos, a cualquier hora de la mañana o de la tarde, de lunes a domingo.
Esas palabras de López están respaldadas por varios estudios científicos, como el de Wilson (revista Neurology, 2007),
que establecía una relación inversa entre actividad mental y riesgo de
alzhéimer. Sus conclusiones se han visto reforzadas en los 11 años
siguientes por múltiples investigaciones y experiencias, aunque con un
matiz importante: no se debe afirmar, de momento, que nada prevenga el
alzhéimer (que puede estar subyacente, aunque los síntomas no se aprecien desde el exterior),
pero sí que la actividad mental frecuente puede retrasar durante muchos
años el envejecimiento cerebral en general y esa terrible enfermedad en
particular. El concepto básico es la reserva cognitiva, una especie de
depósito cerebral: cuanto más lleno esté, más protegidos estamos.
También hay argumentos científicos y numerosas experiencias para sostener que el ajedrez es la mejor de las numerosas variantes de gimnasia mental. El estudio más convincente —duró 21 años (1980-2001) e implicó a 469 personas mayores— es el del equipo del neurólogo Joe Verghese (New England Journal of Medicine, 2003), quien el año pasado habló con EL PAÍS para resaltar la importancia del caso de un finlandés de 94 años con alzhéimer que seguía jugando al ajedrez. La conclusión del estudio de Verghese es muy llamativa: quienes jugaron al ajedrez durante esos 21 años fueron el grupo que más aumentó su reserva cognitiva (a una edad en la que lo normal es perderla), seguidos de los jugadores de bridge y de quienes se dedicaron a bailar (que requiere una gran coordinación entre el cerebro y el resto del cuerpo). En una entrevista posterior con el Washington Post, Verghese auguró: “Pronto, los médicos nos recomendarán una partida de ajedrez y un crucigrama cada día, ejercicio físico moderado y una dieta equilibrada”.
Ese estudio y otros, como el caso de un ajedrecista británico publicado en Neurocase,
motivaron a los creadores de Liceum para que el ajedrez sea su buque
insignia; y, de hecho, “la actividad con más socios inscritos hasta
ahora, seguida del teatro y la academia de memoria”. Su director añade
otros argumentos para tal elección: “La constatación de los beneficios
del ajedrez fue el germen de este proyecto, basado en el desarrollo y el
cuidado de las capacidades cognitivas, porque es el ejemplo perfecto
del tipo de actividad que ofrecemos: saludable para el cerebro a la par
que lúdica y apasionante. No tiene límite de edad, aporta beneficios
diferentes en cada etapa de la vida y contribuye a crear un entono muy
valioso de socialización intergeneracional; abuelos, padres y nietos
pueden compartirlo en igualdad de condiciones. Es la actividad total”.
El número de ajedrecistas conocidos que han sufrido alzhéimer es bajísimo en todo el mundo, si se compara con el del resto de la población. Y son muchos los jugadores de gran longevidad deportiva, o que llegan a edades muy avanzadas con una agilidad mental asombrosa. Por citar dos ejemplos muy extremos, el autor de esta crónica ha hablado en los últimos meses con el aficionado oscense Juan Codina Escudero, de 95 años, y el gran maestro ruso Yuri Áverbaj, de 96: además de seguir jugando bien, ambos muestran una lucidez y memoria (tanto sobre hechos muy recientes como muy antiguos) que producen envidia en personas mucho más jóvenes.
El pasado jueves, Ana Pilar Rodríguez, directora de la Asociación de Familiares de Alzhéimer del Bierzo (comarca de León), dio una conferencia en la Universidad de Salamanca donde explicó la utilización del ajedrez como herramienta terapéutica desde hace cuatro años. Su conclusión provisional, tras comparar a seis personas con quienes se utiliza el ajedrez y otras seis sin contacto alguno con ese juego, es que el deterioro mental del primer grupo es la mitad de rápido que el del segundo. Dado el bajísimo número de la muestra, no tiene un valor científico sólido, pero sí es un indicio más; uno de muchos que señalan el ajedrez como un magnífico gimnasio mental.
“Incorporar el ejercicio mental, el que sea, a la rutina cotidiana es muy necesario a cualquier edad, una de las mejores inversiones para mejorar nuestra calidad de vida y perspectivas de futuro”, explica Pedro López, director de Liceum, inaugurado hace dos meses en el centro de Madrid (calle Doctor Esquerdo) con pedagogos, neuropsicólogos y otros especialistas, que además de ajedrez y otros juegos (go, backgammon, Córtex, Mastermind, Ubongo, etc.) ofrecen teatro, academia de memoria, cine, cómic, novela gráfica, taller de inteligencias múltiples, matemáticas y escritura recreativas, yoga, gimnasia de mantenimiento… Todo dirigido a niños y adultos, a cualquier hora de la mañana o de la tarde, de lunes a domingo.
También hay argumentos científicos y numerosas experiencias para sostener que el ajedrez es la mejor de las numerosas variantes de gimnasia mental. El estudio más convincente —duró 21 años (1980-2001) e implicó a 469 personas mayores— es el del equipo del neurólogo Joe Verghese (New England Journal of Medicine, 2003), quien el año pasado habló con EL PAÍS para resaltar la importancia del caso de un finlandés de 94 años con alzhéimer que seguía jugando al ajedrez. La conclusión del estudio de Verghese es muy llamativa: quienes jugaron al ajedrez durante esos 21 años fueron el grupo que más aumentó su reserva cognitiva (a una edad en la que lo normal es perderla), seguidos de los jugadores de bridge y de quienes se dedicaron a bailar (que requiere una gran coordinación entre el cerebro y el resto del cuerpo). En una entrevista posterior con el Washington Post, Verghese auguró: “Pronto, los médicos nos recomendarán una partida de ajedrez y un crucigrama cada día, ejercicio físico moderado y una dieta equilibrada”.
El número de ajedrecistas conocidos que han sufrido alzhéimer es bajísimo en todo el mundo, si se compara con el del resto de la población. Y son muchos los jugadores de gran longevidad deportiva, o que llegan a edades muy avanzadas con una agilidad mental asombrosa. Por citar dos ejemplos muy extremos, el autor de esta crónica ha hablado en los últimos meses con el aficionado oscense Juan Codina Escudero, de 95 años, y el gran maestro ruso Yuri Áverbaj, de 96: además de seguir jugando bien, ambos muestran una lucidez y memoria (tanto sobre hechos muy recientes como muy antiguos) que producen envidia en personas mucho más jóvenes.
El pasado jueves, Ana Pilar Rodríguez, directora de la Asociación de Familiares de Alzhéimer del Bierzo (comarca de León), dio una conferencia en la Universidad de Salamanca donde explicó la utilización del ajedrez como herramienta terapéutica desde hace cuatro años. Su conclusión provisional, tras comparar a seis personas con quienes se utiliza el ajedrez y otras seis sin contacto alguno con ese juego, es que el deterioro mental del primer grupo es la mitad de rápido que el del segundo. Dado el bajísimo número de la muestra, no tiene un valor científico sólido, pero sí es un indicio más; uno de muchos que señalan el ajedrez como un magnífico gimnasio mental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario