Estamos aquí, pero a la vez moramos lejos: en una tumba futura, en un recuerdo que se desvanece bajo las dudas, bajo el olvido de un día que no existe más que en una escritura entrecortada que no llega a un punto final.
Un punto final que puede ser punto y seguido si tú lo quieres. Pero me rechazas y miras en dirección a las nubes. Llegas tarde a la cena en el restaurante de siempre. No me encuentro, te escapas entre una sopa y un solomillo. Vuelves arrepentida y sugieres practicar ese deporte que tanto nos gustaba.
En una tumba futura, en un recuerdo que se desvanece bajo las dudas, nada importa.
Después salimos a una calle peatonal, no importa si llueve o si se ve la Luna, sólo existes tú y la parte de mí que te pertenece, que ya sabes que está por el noventa y tantos o quizás un poco más.
Calculo mal cuando estás cerca de este pedazos de carne que te atraviesa, permaneces arrogante y descubro entre las volutas de humo algo de ternura; allí, bajo el olvido de un día que no existe más que en una escritura entrecortada que no llega a un punto final.
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