Invítame a la fiesta del perro
meando. Soy un truhán que no respira, invítame la negocio de la cornisa helada.
Necesito otros sucedáneos para su amor.
Ella no conoce los cataclismos que acontecen
por estos lugares, invítala también a ella, llegará a conocerte como si fueses
su hijo, pues en realidad lo eres. Las circunstancias navegan por tu mar, pero
no lo siento. Sentiría dejarte por las buenas, sentiría reventarte los tímpanos
con mi protesta.
Invítame a la fiesta del perro meando,
que alguien pregunte por los postres, el perro ya no ladra, levántate y
respira, yo soy tu Dios, tú eres Lázaro.
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