Ex director creativo de Gucci e Yves Saint Laurent, y desde
2006 dueño de su propia marca de ropa, Tom Ford es más conocido por su trabajo
como diseñador de moda que como cineasta. Ford recurre a la literatura como
materia prima de su cine: Animales nocturnos
es la adaptación de Tony & Susan,
editada en castellano con el título de Tres noches.
Su autor es Austin Wright, un escritor estadounidense fallecido en 2003 que
hace unos años, al cumplirse una década de su muerte, fue reivindicado por la prensa
especializada como un talento injustamente olvidado.
A partir de ese libro Ford diseña “Animales nocturnos” que es
una película dura, áspera, ponzoñosa, de una crueldad tremenda y turbadora que
jamás encontrará apoyo en el gran público; de hecho a mi lado un grupo de
personas abandonó el cine a los pocos minutos
incapaces de soportar este thriller brutal que es también un homenaje al amor y
a sus sofocantes consecuencias.
La realidad y la ficción de sus personajes se mezclan cual
vasos comunicantes que se hieren con una sensibilidad diseñada a flor de piel. El
hombre está verdaderamente controlado por el alma concupiscible, pues, se deja
llevar por los impulsos más oscuros de su interior, tales como el deseo carnal
o la posesión de riqueza a cualquier precio.
El relato marco desarrolla una sutil crítica a la frivolidad
y el mercantilismo del mundillo del arte (extrapolable a la industria del cine
y a la clase dominante estadounidense), a la vez que hace una reivindicación
del amor genuino por sobre los vínculos basados en el interés y la conveniencia
material. La ficción dentro de la ficción es tan atrapante como sofocante.
El guión, que firma el propio Tom Ford es realmente bueno,
ahondando en temas ya muy transitados, como la culpa, el remordimiento y la
venganza de una forma original, a través de tres líneas temporales, donde
perviven realidad, pasado y ficción, que se conjuntan para dar sentido a la
película, centralizado todo su efecto en el personaje de Susan (Amy Adams), que
circula entre estás, revolviéndose por dentro.
Tom Ford ha querido ser más valiente en su segunda incursión
tras las cámaras, brindándonos una visión más fea de su glamuroso entorno. Las
majorettes que abren la cinta, plenamente desnudas, contorneando su obesidad
mórbida, alejadas completamente de los cánones actuales, representan toda una
declaración de intenciones. En la vida, como en el arte, no existe un sólo
camino hacia el éxito. Tan sólo presupuestos idealizados que no sólo no
garantizan la felicidad sino que pueden convertirse en desencadenantes de una
gran frustración.
"Animales nocturnos", a pesar de un cierto desequilibrio entre las dos narraciones, entre
el drama intimista y el thriller, es un estimulante viaje que encandilará desde
a las jóvenes promesas literarias, a las que alertará sobre las enormes
dificultades del proceso creativo, hasta los amantes del cine noir,
proporcionándoles alguna que otra nueva perspectiva. Pero lo que sin duda
terminará alentando a los escépticos es su incontestable final, en el que
confluyen y cobran sentido las dos historias para dejar a lectora y espectador
en el más absoluto desasosiego.
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