Castígame con tus presentimientos, azótame con tus mentiras.
Saboreo lo salado de tu hermosura, pecador insensato de tu presencia, la Luna
de miel desertó del calendario del camionero que soy cada vez que oigo tus
hermosos insultos.
Me gustas, escúpeme en la cara si hace falta, no pidas
permiso para entrar. Soy tu palacio hecho carne, lengua extranjera que me
pervierte. Al final, el tiempo juzgará nuestros pecados; mientras tanto
suframos nuestro goce con la pasión de los desesperados. Todo lo que me hagas
será perdonado.
Me azota el temporal en que te conviertes, el viento de tus
ganas no me deja avanzar. Pero ya no importa, el último respiro será
compartido.
Moriremos juntos, tus manos en mi cuello, torniquete de la mala
sangre, simple eufemismo para decir lo que siento. Sobran las palabras.
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