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Si quisiera desempeñar el papel de protector, habría recurrido a alguien como Gisela; para eso todavía tengo mucho tiempo. Ahora lo que necesito es una pasión desbordada, al borde del delirio y un poco dramática en
la parte más débil. Al final, saldré triunfante, también con una nueva experiencia en el tira y afloja de las relaciones sentimentales. Ella se habrá quedado con el desengaño y con el sabor agridulce de probar la fuerza de la juventud; además, qué duda cabe, tendrá el fraude del sexo. Al fin y al cabo, a eso se reducen las grandes historias: a estar en la cumbre y con el tiempo acabar en lo más abajo que un ser humano pueda llegar.
Mientras hago elucubraciones sobre mi éxito, otros padecen. Los niños juegan protegidos por los soportales, hoy toca improvisar guerras con sus petardos, les tengo simpatía, a la vez no soporto sus ruidos sorpresa. Con tanta nube, la ciudad parece tan lúgubre como sus habitantes. La nota de colorido es puesta de nuevo por los barrenderos al trabajar, con sus impermeables amarillos, debajo de la persistente lluvia. Vuelvo a casa caminando por la destacable ciudad vieja, entre la claridad de las piedras entrañables que susurran más que rezan peleas históricas. ¿Cuántas puñaladas? ¿Cuántas inocencias ultrajadas en cuerpo o en espíritu? Hoy en día, esta zona es transitada por un ambiente estudiantil que gasta el dinero en noches de juerga; un dinero que reciben de sus padres, luego sus hijos lo aprovechan para emborrachar el cuerpo y agotar la inocencia en noches agotadoras sin final previsto; de esta forma, buscan destinos ignorados por los abusos impuestos sobre uno mismo.
En otra época, las luces de Navidad enredaban un contexto que luchaba por ser y no era; incluso así, se puede afirmar que de aquella todavía había muchos elementos apacibles. Eso no resulta raro, el egoísta egocéntrico del más alto ego recorrió esta calle de piedras tanto físicas como espirituales, entre las rocas busqué una gema, una esmeralda o quizás una veta de oro; a pesar de golpear con fuerza todas estas paredes, solo encontré silencio y desdicha. La calle y la lluvia son las mismas, no el espectador, le han afectado el tiempo empleado en la búsqueda y el cansancio de la entrega. En el caso que ahora procedo a narrar ocurre algo parecido, él tampoco podía escapar de las circunstancias.
El alma de la ciudad estimulaba la tristeza ante un invitado tan sobresaliente, los árboles de la calle principal regalaban sus sombras y, aunque iba con la calefacción a la máxima temperatura, no se despojó de su desaliñada gabardina; prenda algo agravada, todo sea dicho, en su pobreza de años desgastados en otro cuerpo, en uno que no correspondía cuando se repartieron los agravios de la mala fortuna.
La diferencia entre un hijo de puta y un cabrón es que el primero nace y el segundo se hace. Había puesto su resguardo a la altura de su fama. A algunas de las personas que frecuentaba no les gustaban aquellos aires. Al afirmar esto, el autor aborda la liquidación de una empresa en construcción, lo hace con ciertos significados ridículos, los significados de la muerte a cualquier precio, en este macabro juego todas las cartas están marcadas.
Él también llevaba un antifaz como el legendario Zorro del viejo Hollywood, se lo habían regalado en un pueblo sudamericano, uno de allá, de su tierra, del sitio de donde venía. Hay que aclarar que, como Antonio Banderas (el último Zorro del gran cine), nuestro hombre también tenía poderes para hacer todo lo que su imaginación quisiese, siempre que su cuerpo hubiera aguantado el tirón; el cuerpo y la pistola. Con otro tipo de Gobierno, seguro que no cometía el pecado que procedo a narrar, antes estaba más controlada la situación; al ver lo que ocurre a diario, debo decir que ahora el negocio es el negocio, incluso para mí; dado que en definitiva lo importante es el dinero, el dejar algo a los que vengan después, hay que arañar billetes de donde sea, que por algo hay que luchar y no acomodarse en la vagancia. De hecho, gracias a Dios, a mí no me van mal las cosas: los libros se venden bien, esto me permite vivir sin agobios. Sin embargo, todo podría mejorar. No puedo soportar a los que me llaman materialista; qué mal habré hecho, tan solo miro por lo mío; no entiendo a todos esos que van poniendo la otra mejilla, no entiendo los idealismos; sé que no sirven para nada, lo que he ganado nadie me lo ha dado. Un par de cachetes no les vendría mal a todos esos pensadores, sé que uno ni siquiera existe, pero reclamo lo que merezco, soy un buen personaje: aunque mi creador no crea en mí (vaya paradoja), quería dejar aquí mis pensamientos, hasta el que no existe tiene derechos, a eso nos ha conducido la democracia, mi pensamiento es salvaje, así deduzco lo contrario del creador, lo opuesto de mi supuesto padre.
El destino tiene extrañas trampas que un día deslumbran y otro te apagan. La infancia es una madera carcomida que no se mantiene a flote y los instantes pasan entre compadreos falsos. Ezequiel (¿por qué le pondrían ese nombre?, ¿qué pretendía su madre al santificarlo con ese nombre bíblico?) siempre será un enviado, un cartero portador de extrañas noticias.
No tuvo elección, al menos era lo que le gustaba pensar. Por eso, ahora transmitía el mensaje más antiguo, el del juicio y la condena. Portaba el bagaje escaso de la perplejidad; quizás no estaba cumpliendo la misión que quería su madre; no obstante, la tierra es perspicaz, ella comprendía la lucha del hombre contra el hombre, también la carga oscura del alma. Los órdenes manifiestos gobiernan los apetitos de nuestra juventud, nuestro enviado iba a aparecer en un nuevo escenario.
Había muchos recovecos por explorar, muchos rincones con orgullo, la falta de esperanza imploraba el cinismo rudo. No caía este, a pesar de todo, por eso le venía a la mente la imagen de sus padres, también escenas de su patria ahora tan lejana. España es un sucedáneo y el tiempo no pasa en balde; aunque las aventuras no habían hecho nada más que comenzar.
Los hijos protestaban ante los que robaban al pobre para dárselo al rico, los desahuciados esperaban su salvación nerviosos y expectantes. Lo perjudicial ocurría debido a que el trozo de tela que utilizaba de disfraz parecía en realidad invisible, nadie iba a creer que representaba a la logia de los que reclaman. Por eso llevaba una gabardina, para dar un tono serio a la presunta comedia. La payasada ascendía a varios ceros, estaba obligado a hacer de rey de pista. El espectáculo requería el traslado desde su ciudad natal, precisaba de un equilibrista dispuesto a introducir la cabeza dentro del león, las fieras no tenían ganas de bromas, todavía menos de dispendios hechos sin su consentimiento.
No podía dejar de examinar los contrastes, los cambios de aires que había entre este otoño frío y su infierno cálido. Esto no era el Caribe, aunque su compañero venía de un lugar más inhóspito que su patria natal en cuanto a crímenes se refiere. Se habla mucho de la globalización, también del terrorismo; él podía incluirse en ambos términos; ahora no estaba para pensar en grandes conceptos, tenía que descender a lo concreto y ejecutar su trabajo. Ejecutar no es la palabra correcta, sí lo es improvisar el marasmo más temible, la perplejidad ajena, la frialdad propia.
En estos inicios del día, como deberíamos haber dicho antes (si no fuese por mis ganas de aclarar y a la vez complicar las cosas), una pareja desayunaba con la compañía de un amigo que aparecía enfundado en un abrigo, un abrigo que había visto mejores épocas. Parecía claro que este último compañero saboreaba los últimos minutos de la noche; al mismo tiempo, sus amigos empezaban la jornada laboral. No parecía que hubiese habido excesos alcohólicos, ya se sabe que antes de la paga extra de diciembre todo es apretar el cinturón, no hay dinero para borracheras.
Soy cruel con él, así es la vida, quizás algún día otro amigo comprenda que lo importante son los detalles que dejamos pasar sin prestarles atención. Detalles como el cariño y la comprensión. Os puedo asegurar que mi mujer me cuida, también que mi hija me adora, todo ello es posible gracias a mi entrega y dedicación. Es duro pronunciar todas estas grandes palabras, aunque son la clave para desatar este nudo.
Justo un momento antes de que se desate, aparece un trabajador con una sonrisa espléndida; mientras, el camarero adereza el café, y de paso la mañana, a una chica de mal vivir, lo hace por el procedimiento de añadir unas gotas de licor. Al fondo, un funcionario lee el periódico; en la televisión emiten el primer noticiario del día. No era una buena mañana para el negocio hostelero, a pesar de que la tempestiva frialdad del clima exterior invitaba a tomar algún brebaje caliente. El fracaso comercial favorecía a nuestro héroe circense, aunque, si hubiéramos confiado en su pericia, no dudaríamos del resultado. Llevaba muchos años representando su comedia delante del público más diverso, tanto en escenarios cubiertos como en parajes naturales a los que accedían los curiosos perplejos. Todos reían sus gracias, a la vez mostraban respeto por el trabajo bien hecho.
Había muchos recovecos por explorar, muchos rincones con orgullo, la falta de esperanza imploraba la irreverencia más grosera. No caía esta, por eso le venía a la mente la imagen de sus padres, también escenas de su patria tan lejana. España, repetimos, es un sucedáneo y el tiempo no pasa en balde; de todas formas, las aventuras no habían hecho más que comenzar.
En el bar, el ambiente parecía el típico para esas horas de la mañana. Aquella era una cafetería que se transformaba en local nocturno las noches del fin de semana. Dos tipos de montar el negocio, dos tipos de gente. El lugar prefiguraba el acopio que va a ser esta revisión de esquemas, estas invasiones en un diario encontrado en un orfanato y en una historia conjeturada entre hazañas delictivas.
Pero no nos salgamos de nuestra exposición. Si volvemos a ella, podemos y debemos decir que durante la noche regentaba el negocio Macario, un personaje emblemático de la noche urbana a costa de trapicheos y buenas influencias. Quizás por esto último, la decencia imperaba en esta fría mañana de otoño. Durante el día, el negocio lo llevaba la hija (creo que se llamaba Rosa, no os fieis de mi memoria), una jovencita de la cual se decía que hacía labores varias. Hay que aclarar, no obstante, que no estamos o estábamos en un suburbio, sino en una zona frecuentada por funcionarios y pensionistas, estos cedían el relevo, a eso de las doce de la noche, a niños de papá que quemaban su tiempo entre alcohol y otras peores lindezas. Hoy en día, la situación no ha cambiado, a lo sumo unos nombres han dejado paso a otros, el recuerdo deja rastros de ausencia en su huida.
Parece mentira lo sumisa que contesta la amiga, es entonces cuando nuestro hombre entra rápido. Llevaba la mano dentro de la gabardina, dispuesto a sacar una cartera de metal, un talonario cifrado en un lenguaje universal, incluso así ininteligible. Hubo un estruendo corto, pero preciso. Aunque parco en palabras, todos comprendieron lo que quería. Cayeron dos disparos como cae el gordo de la lotería, como un rayo en una tormenta sin paraguas. Cayeron como vacío en la parálisis, la sorpresa del chico guapo y su novia rota fue tan mayúscula que no cabría otra vida para anularla.
Maldito Ezequiel, cómo se nota que se ha tomado su tiempo para aprender el oficio. Alguna de las pocas cosas buenas que tiene son su pulcritud y limpieza exterior (no quiero hacer alardes nada más comenzar la historia, me reduciré a lo consensuado). Para él, estas dos características resultan necesarias, pues significan armonía con la pureza del alma. De ahí ha quitado su slogan, en él dice «mi estética es mi ética» o algo así. Hay que aclarar que, incluso con ese principio, se necesitan algo más que dos aptitudes y un emblema para ser un buen asesino. Entre las múltiples habilidades, la celeridad también parece fundamental, en primer lugar para la fuga.
La muerte tiene el mismo rostro en todos los lugares y épocas; aunque esta era un nuevo tipo de caza, atrapaba una nueva especie que buscaba acabar con la suya por medio de eso que otros llamaban globalización. No, no estaba arrepentido —como casi siempre—, pues es muy fácil buscar excusas si no tienes elección y te pagan bien.
En el coche le esperaba Andrés, su socio contratado para esta precisa ocasión, aquel enlace de confianza conducía vertiginosamente, además obligaba siempre a poner el cinturón a sus acompañantes. Las campañas de Tráfico habían calado hondo en su conciencia, no quería un compañero muerto con el que romperse la cabeza. Bastante tenía con un tío suyo que quedó paralítico por un borracho desaprensivo; menos mal que aquel hijo de puta tuvo la decencia de morir y ahorrarle un trabajo al vengativo del sobrino. Una vida entre terroristas marca, sobre todo cuando no tienes mucho juicio y aceptas todo como válido, más todavía cuando olvidas el miedo dándoselo a los demás.
En el horizonte el Sol derramaba sus posos enrojecidos y Miguel, Pepe o Pepito para sus protectores (Miguel José Ezequiel para su madre) ya sabía de uno que no lo iba a ver nunca más. ¿Quién sabe? A lo mejor existía Dios y podía haber una salvación para los que se les retorcía el destino. De todas formas, él tenía su butaca en el infierno dispuesta para ver las noticias del nuevo día en primera fila.
Para hoy se espera que nos visite el presidente, en vista de los últimos incendios en la provincia, ha decidido crear un grupo de trabajo con las diferentes administraciones implicadas. Tiene programada una visita a los bosques afectados en compañía de las autoridades locales y autonómicas. Según ha comunicado el Ministerio de Agricultura, están previstas ayudas para todos los propietarios afectados. El Consejero Autonómico de Medio Rural ha declarado que el hecho de que los incendios hayan ocurrido casi en pleno invierno ha pillado por sorpresa a la Administración Autonómica y provocado la elevada magnitud de daños. También ha dicho que se sospecha que, atendiendo a las investigaciones efectuadas, los incendios hayan sido provocados. Las suposiciones apuntan a que las próximas elecciones locales han atizado las rencillas que hay entre los vecinos de los pueblos de la comarca afectada, divididos ellos, desde hace mucho tiempo, en dos bandos irreconciliables. Parece mentira que de esta pequeña chispa se haya originado un problema que ha movilizado los recursos estatales, incluso con envío de personal militar. Está previsto que el presidente asista al entierro que se oficiará mañana en la Catedral por el bombero fallecido en las laborales de extinción. Contactamos con nuestro reportero destinado al efecto para que nos de la última hora.
Apuras el café, miras el reloj. Aquí cenan tarde. Jugar a las cartas con los otros. Les gusta apostar, a ti también, lucha de caracteres. Tragos de brebaje para levantar el alma. Alcanzar la satisfacción de sentirse un hombre. Aunque lo ignoras, nunca podrás alcanzarla. Ocultas la culpa con el riesgo; ella siempre está ahí, entre las bambalinas de las pesadillas que te atormentan.
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