Crítica de "Invasor"

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30.11.2012

Calparsoro regresa con un solvente ‘thriller’ de entretenida acción.

Thriller de acción trepidante. Razón aquí. Se habla español. No inglés. Y, además, sin complejos a pesar de no tener el presupuesto ideal para una batalla en el desierto o para una persecución de coches de ciudad. Invasor es cine español, sí, pero sobre todo es cine. Sólo cine. Y entre Calparsoro y unos cuanto más (¿cuántos millones lleva ya recaudados Lo imposible?) están enterrando ese género inventado y (mal) llamado cine español que no tiene en común más que el idioma.
Ambientada en la guerra de Irak, basada en la novela homónima de Fernando Marías, sigue la estela de todas esas películas de los últimos años que indagan en el regreso de los soldados de un conflicto que no entendieron, busca en el proceso de culpa que arrastran con ellos a su vuelta, la carga de conciencia y el peso de los inocentes que mataron. Y lo hace a través de los ojos y las carreras de un Alberto Ammann que va creciendo poco a poco (aunque cuesta destacar delante de dos grandes: un malhablado Karra Elejalde o un silencioso Antonio de la Torre). Planteado el conflicto moral, la película se centra en la conspiranoia, y se desarrolla a través unas escenas de acción perfectamente coreografiadas y dimensionadas a la altura de las necesidades de la historia que consiguen un rato de disfrutable thriller correquetepillo.
No hay apenas alusiones ni críticas a los responsables del sangriento e ilegítimo conflicto de Irak. Tampoco es ésa la guerra de Invasor. Pero sí podemos intuir ese reproche en el dilema que atraviesa el protagonista que ahora ha regresado a una Coruña fría y grisácea y recupera la memoria a través de los flashbacks amarillos y abrasadores en el desierto. Él está atormentado por algo que hizo en defensa propia y el objetivo es convencernos de que lo que está haciendo es lo que tendríamos que hacer todos: buscar la verdad, no acostumbrarnos a la ‘normal’ corrupción que habita en la sociedad, en la política. En cualquier caso, mostrándonos este debate moral, así como soltando poco a poco las pistas del origen de esta persecución es donde pierde credibilidad la historia que sigue sólo agarrada a su ritmo ascendente. 

VEREDICTO: Correquetepillo conspiranoico que lo da todo en la acción y se queda a mitad en el thriller.
IRENE CRESPO