JUAN JOSÉ MILLÁS
Irrealidad verosímil
Con la lógica de lo onírico,
Juan José Millás nos hace entrar en su nueva novela, Desde la sombra
(Seix Barral), donde todo desconcierta y, a la vez, acaba pareciendo
cabal.
David Zurdo
http://que-leer.com/2016/05/17/juan-jose-millas/
Damián
Lobo, un tipo normal, acaba de ser despedido. Está obsesionado con su
hermana adoptiva China y lee manuales de instrucciones. ¿Qué más nos
puede contar del protagonista de la novela?
Que está
buscando su lugar en la familia, en el trabajo, en la relaciones con los
otros. Está buscando su lugar en el mundo, en fin. Sorprendentemente,
lo encuentra en el interior de un armario, al convertirse en un
fantasma, como si viviéramos en un mundo en el que para ser alguien
fuera preciso convertirse en nadie. Lee manuales de instrucciones, en
efecto, porque de ellos espera obtener respuestas que no halla en ningún
otro lugar. Confunde el funcionamiento del microondas o de la placa de
inducción con el funcionamiento de la realidad, pues en el fondo no
desea otra cosa que integrarse en ella, en la realidad, para convertirse
en un tipo normal. En cuanto a la obsesión con su hermana china, creo
que es mejor que los lectores descubran su porqué. Esta relación forma
parte del núcleo de la trama.
Es su
novela crea un nuevo tipo de interlocutor, un interlocutor imaginario,
Sergio O’Kane. ¿Quién es él y cómo es su programa de TV (también
imaginario, claro)?
Sergio O’Kane es un showman
de la televisión imaginario con el que Damián, el protagonista de la
novela, mantiene una entrevista continua (e imaginaria, claro) que tiene
una gran audiencia. Es el modo que Damián encuentra para hablar consigo
mismo y que procede de la cultura de la televisión basura y de la
televisión en general, sin adjetivos. La entrevista sustituye al
monólogo interior tradicional, tan empleado en la novela del siglo XX,
no siempre con acierto, pero en todo caso muy desgastado por el uso. De
otro lado, una vez publicada la novela, he descubierto que mucha gente
habla consigo misma de este modo, imaginando que la entrevistan.
Significa que mi intuición funcionó. La realidad ha devenido en un
gigantesco plató de televisión del que todos formamos parte, bien en
calidad de invitados o de público. Me pregunto si este programa de
televisión al que llamamos vida es de los llamados “familiares”, aptos
para todos los públicos, o estaría prohibido en las horas en las que los
niños ven la tele.
En el detonante inicial, Desde la oscuridad
recuerda un poco a la historia del funcionario que acaba viviendo en la
panza de un cocodrilo, de Dostoievski. Sin entrar en el simbolismo de
este relato, ¿cuál es el de su novela? ¿Cómo la definiría?
No conozco
ese relato de Dostoievski, pero su pregunta me ha hecho recordar la
historia de Jonás en el vientre de la ballena. El armario de mi novela
simboliza el subconsciente de Damián, pues ahí, en esa oscuridad, es
donde se encuentra consigo mismo, es decir, donde lo reprimido salta en
pedazos y se anuda a su existencia actual para dotarla de significado.
La relación de Damián con la familia a la que espía y ayuda simboliza,
creo yo, las relaciones humanas tal y como están concebidas en la
actualidad. Pese a su apariencia de novela de misterio, Desde la sombra
admite una lectura muy política. Yo no quería decirlo, porque me
parecía que esa lectura estaba algo oculta. Pero como ya han comenzado a
decirlo otros, no tengo ninguna dificultad en suscribirlo.
Un
pequeño hurto lo desencadena todo. Damián acaba dentro de un armario y
viviendo en un chalé con una familia: Lucía, su hija María y su marido
Fede. ¿De qué modo ocurre esto?
Pues ocurre por casualidad. Él se ha escondido en el armario huyendo de un
vigilante que le ha sorprendido robando un pequeño objeto, y el armario
es trasladado a un domicilio cuyos dueños lo han comprado. Al
principio, Damián no encuentra el modo de salir, pero luego no quiere
salir y se queda allí, viviendo con la familia, aunque en calidad de
fantasma. Ocurre en la realidad lo que ocurre con la asociación libre de
palabras e ideas: que la asociación era menos libre de lo que creíamos.
El azar, según Borges, es un modo de causalidad cuyas leyes ignoramos.
Hablemos de la familia. ¿Cómo es?
Se trata de
un matrimonio joven con una hija adolescente. Una familia normal. Una
familia como cualquiera, es decir, una familia en la que ocurren cosas
raras. No cosas raras extravagantes, sino esas pequeñas “cosas raras”
que hacen de la vida un lugar raro. Que a una adolescente no le venga la
regla, por ejemplo, no es escandaloso, pero puede constituir una fuente
inimaginable de conflictos domésticos. Me obsesiona lo doméstico.
El armario también tiene una historia…
En efecto,
el armario perteneció a la abuela de la mujer de la casa. Por eso ella
lo compra cuando se tropieza con él en un mercadillo de antigüedades. Le
trae muchos recuerdos de su infancia y de su hermano muerto. Jugando
con las puertas de ese armario perdió un dedo y pasó muchas horas
escondida en su interior. No es difícil imaginar que el armario
metaforiza el útero materno, pero también el ataúd. Además del
subconsciente, ya citado.
Damián se
asoma a la vida de otros. ¿Es algo que le gustaría hacer a usted en la
realidad? ¿Tener esa visión casi divina o de diablo cojuelo?
Bueno, es lo
que hacemos de un modo u otro los escritores: asomarnos al ojo de la
cerradura, que es el emplazamiento de cámara ideal para observar a los
otros. Observar a los otros es un modo de observarse a sí mismo y darse
la oportunidad de cambiar. En la película La vida de los otros,
el que cambia es el que escucha, no el escuchado. La mirada del
observador, como venía a decir Heisenberg en el Principio de
Incertidumbre, modifica el comportamiento de lo observado. Pero lo
observado, cuando espío al otro, soy yo mismo.
Todo ocurre sin estridencias, de un modo muy natural, a pesar de la irrealidad de la situación. ¿Por qué?
Porque la
novela tiene una lógica interna gracias a la cual todos sus materiales
están perfectamente ensamblados. Hay una geometría narrativa que cumple
sus normas y que proporciona verosimilitud al conjunto. La sensación de
naturalidad no se consigue narrando sucesos “naturales”, sino
disciplinando los “no naturales”. La novela, salvo excepciones, se mueve
más en la lógica del sueño que en la de la vigilia. Y no hay lenguaje
que nos parezca más natural que el del sueño. Mientras soñamos, claro.
Damián
va realizando labores domésticas poco a poco, haciendo notar su
presencia “invisible y bienhechora” (el Mayordomo Fantasma), como una
especie de entidad desconocida que llegó con el armario.
Cuando la
familia sale de la casa, los adultos para trabajar y la adolescente a la
que no le viene la regla para acudir al instituto, Damián sale en
efecto del armario y lleva a cabo las tareas domésticas. Significa que
se ha instalado en ese hogar una presencia bienhechora que carece de
presencia física. Esa ausencia, la del físico, se irá acentuando hasta
que Damián acaba convertido, casi literalmente, en un fantasma. Ese es
su deseo inconsciente desde que se instala en el armario y hacia él van
dirigidas todas sus energías.
En la
novela, unos libros de paranormales sirven para una primera comunicación
entre Damián y Lucía, que se dejan mensajes en ellos. ¿Le interesan los
temas del “otro lado”?
Sí, resultan
muy novelescos porque late en ellos un afán de trascendencia muy propio
del ser humano. Es verdad que ese afán resulta con frecuencia grotesco o
ridículo, pero incluso en estos casos no deja de ser conmovedor. Somos
herederos del primer hombre que cuando murió su padre, en vez de comerse
su cadáver, lo enterró y le puso una piedra encima. Ahí nació el afán
de trascendencia que caracteriza al ser humano.
Damián se siente libre dentro del armario, algo así como un remedo jocoso de la libertad de la que hablaba Sartre. ¿O no?
No sé si es
la libertad de la que hablaba Sartre, pero es en todo caso la que él
consigue conquistar en un momento crítico de su existencia. A veces,
para avanzar, conviene “quedarse en el sitio”. “Quedarse en el sitio” es
una expresión muy utilizada para decir que alguien ha muerto. He ahí un
paso gigante, un paso que va de la vida a la muerte. Y sin mover un
dedo.
También va convirtiéndose en otra persona, cambiando de vida, cambiando su mundo…
El armario
lo transforma, lo convierte en otro, le proporciona una identidad de la
que carecía. El armario le salva en la medida en que le cambia. No
conozco a nadie tan satisfecho con su vida que no aceptara un cambio.
Incluso un trueque. Descansar de uno mismo, convertirse en otro. He ahí
la función de las drogas.
En el libro aparece también, en un
sentido imaginario, Iñaki Gabilondo. ¿Es amigo suyo, le ha dicho algo
del libro, lo ha leído ya?
No somos
amigos en el sentido estricto de la palabra, pero nos conocemos y nos
apreciamos. Cuando estaba escribiendo la novela no le dije nada por
miedo a que no le gustara, pues no estaba dispuesto a renunciar a la
idea de introducirlo como personaje. Dije a la editorial que le enviaran
uno de los primeros ejemplares y me llamó a los pocos días. Cuando
reconocí su voz, suspendí la respiración y crucé los dedos. Por fortuna,
me dijo que el libro le había gustado mucho y que se había visto muy
bien como personaje imaginario. Fue un alivio.
¿Cree que es cierto que muchos crímenes empiezan “como de broma”?
Seguramente
sí. Y no solo los crímenes, sino las novelas o los edificios. Empieza
uno a coquetear con una idea, se acuesta con ella, se levanta con ella,
le da vueltas, la mastica, la digiere, y un buen día necesita
actualizarla, es decir, llevarla al acto. Así funcionamos para lo bueno y
para lo malo.
¿Hay libros que dan miedo?
Claro. Y no
son siempre los de miedo. Hay novelas en apariencia banales cuya lectura
te pone los pelos de punta. Las que dan miedo suelen dar risa también,
pues la risa es la otra cara del terror.
Voy a formularle una serie de preguntas que no entenderá quien no lea su libro. La primera es: ¿Con qué pez se identifica más?
Con la
morena, desde luego. Es poco sociable y tiene mucha capacidad para
mimetizarse. Yo carezco de lo que se conoce con la expresión
“habilidades sociales”. No entiendo muy bien a la gente, pero creo que
he logrado disimularlo. Soy bueno confundiéndome con el paisaje.
La segunda: ¿Mira debajo de la cama antes de acostarse?
Sí, siempre.
Aunque ahora hay muchas camas que no tienen “debajo”. Las de los
hoteles, por ejemplo. En la mía actual, en lugar del “debajo”, hay unas
cajoneras muy útiles para guardar la ropa de invierno, o la de verano,
pero serían útiles también para ocultar un cadáver. El mío.
La tercera y más críptica: ¿Japala sela visterra mare?
Audico poma tilete infra.
¿Es la realidad una ilusión, un sueño…?
Un porcentaje muy alto de lo que llamamos realidad es, efecto, un delirio.
¿En qué está trabajando ahora? Si nos puede hablar de ello…
Estoy
terminando una obra de teatro de dos personajes que comienza con una
conversación entre Dios y el Diablo. Una especie de “reunión de la
cumbre”, una suerte de Davos o del encuentro de la gente más rica del
mundo.
Desde la sombra
Juan José Millás – Ed. Seix Barral
208 págs
18,50€
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