Riadas
de semen llegan a mi certeza, invaden la intimidad de sus aposentos, aparecen
las sacudidas desde todos los ángulos, una lengua recorre mi miembro, catarsis.
Envidia,
todo es cochina envidia, te anoto en cada milímetro de mi cuerpo, el viento de
los nuevos tiempos ya no me respeta, huída, necesito una vía de escape hacia el
infinito, pienso en ella, en Alicia, en la época de la falsa inocencia, nadie
te respeta, envidia, todo es envidia.
Después
llegan los soldados, ¿por qué siempre tienen que aparecer?, y empiezan a
enumerar mis pecados, el tiempo perdido, tu sexo decaído, mis intentos, el
semen que vuelve, la pastilla, los sucedáneos.
Edelmiro
Fugaces Estrellas no merece algo mejor, y aunque tuvo esperanzas, todas se le
fueron con el dolor de una presencia que invade su calma llena de sangre y
soldados, ¿por qué siempre tienen que aparecer?
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