Deberíamos
intentarlo, deberíamos reducir nuestras horas de sueño y dedicarlas a la labor
masturbadota de leer revistas del corazón; quizás así llegaríamos a comprender
el mundo y su idiosincrasia; quizás, con esta búsqueda insensata guiándonos,
lograríamos saber lo que le preocupa a la gente aparte de tener sexo, dinero y
otra vez sexo después de tener dinero y nunca antes. Así podríamos saber
la causa de nuestras más extrañas
acciones, ésas que parecen salir de lo más hondo de nuestro ser, pero provienen
en realidad del exhibirse, del imitar a todos esos payasos fuera del sentido
del humor.
Lo curioso es
que cogemos esas grandes enciclopedias del pensamiento actual como si fueran
papel para la basura, pero nunca como fieles termómetro de la sociedad y, sobre
todo, de nuestros comportamientos. Os diréis que no es cierto que las acciones
de los famosos determinen nuestros
actos, pues, al fin y al cabo, los que salen ahí no tienen nada que ver con
nosotros, aunque la realidad es que nos interesamos por ellos más que por
nuestros parientes y amigos.
Tanto interés no
puede caer en saco roto: ellos nos dominan, debéis creerme para de esta forma
intentar poder vencerlos. La salida está en comprender que, cuando leemos que
la novia del torero se va a operar, o también que el cantante ingreso en una
clínica de desintoxicación, esas dos simples lecturas determinan si vamos
querer pasear el perro después de trabajar o si nos parece bien que suba el
precio de la leche (y eso que somos unos grandes productores de ese alimento,
pero olvidémonos de esto).
Puede resultaros
excesiva mi hipótesis, por eso os pido que razonéis, y que mejor forma que con
sus propias armas. Vayamos pues a la librería y agotemos todos esos documentos
sociales, pero hagámoslo no porque muestran a miembros de la Corona en momentos
íntimos que pueden ser censurados para así subir el precio de la revista; no,
evitemos las especulaciones fatuas y usemos nuestra Prensa Rosa para salvarnos.
Os parecerá una
tarea inmensa el intentar salvarnos, pero tengo un plan: Lo que hay que hacer
es memorizar todos los datos, estudiarlos como si fuesen los temarios de una
Oposición, para que así interioricemos
la vida de toda esa gente bien. Una vez que los tengamos dentro ya no podrán
salir, nuestros huesos serán los barrotes de su cárcel y podremos manejarlos a
nuestro antojo; conseguiremos así que la novia del torero cambie de sexo y que
el cantante de música se meta a monje. Pero sobre todo, y lo más importante,
lograremos pasear el perro o comprar la leche sin sentimientos de culpa.
Así que ya
sabéis: id todos al quiosco para empezar la revolución, que no os traten de
tontos, se acabó el ser un monigote en manos de los que mandan y gobiernan (que
no son los mismos, aunque se parezcan). De ahora en adelante seremos nosotros
los que movemos el mundo, y todo mediante la ardua labor de atiborrarnos de
ciertos bodrios para poder ser los jefes de los que los generan. No penséis que
estoy loco o que lo estáis vosotros: otros pensadores tuvieron ideas más
descabelladas y hoy son héroes, algunos incluso Dioses.
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