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jueves, 6 de septiembre de 2012

Haz honra al concepto de hembra

Como no te pares te mato, ponte ahí y no protestes, haz honra al concepto de hembra. ¿Quedamos para ir de compras? No tiene importancia, ahora todo vale, incluso el onanismo salvaje, con prisas, mientras en la habitación de al lado hablan de la liga de fútbol, compitiendo.
Dame un kilo de manzanas. ¿Qué hora es? Llegas tarde. Luego asaltamos el banco, el banco de los donantes de semen.
Otro niño cae de rodillas, no vio el coño abierto delante de sus narices. No quiero lentejas, no me saben. El puente deja pasar al barco, alguien pesca un pulpo que se agarra a tus tetas. ¿Quién pidió ensaladilla? Noto cierto aire suspicaz. El lector acaba engañado, no entiende ni media palabra. La mano llora en otro lado.
Despídeme de todos, hoy es la fecha señalada. Alguien ha muerto delante de un cruce de caminos con un deseo dirigido a un cruceiro. Desciendo desde el cielo, desde este paraíso tropical, contento pero harto de tantas súplicas. ¿Quién me ha llamado?
Quizás el lado complaciente de la vida, que me otorga ciertas ventajas, es el que me obliga a agarrar tu cabello y traerlo cerca, aquí mismo, en el centro del huracán, con prisas, luchando por no alcanzar el cenit y sin embargo alcanzándolo.
La fruta está barata, el resto sobraba, incluso las revistas de chicas baratas con ganas de compañía fácil. El botín nos puede arreglar la vida, han puesto precio a nuestras cabezas, somos los más buscados del vecindario, las ganas se retuercen víctimas de nuestro orgasmo.
Como no te pares te mato, ponte ahí y no protestes. Necesito tus medias, tus bragas, necesito verlas ahí abajo, huérfanas, naufragas sin el sustento de tu cuerpo, derrotadas por mis manos hambrientas, ya lejos de las copas, las risas y las miradas que han desaparecido para dejar sitio a otras cosas.
Hay cosas que algunos buscamos entre trapos, colonias y recuerdos de la infancia (estamos de rebajas); dame tu juguete ahora: lo necesito; verlo ahí abajo, huérfano, naufrago sin el sustento de tu cuerpo, derrotado por mis manos hambrientas, simple eufemismo de lo que intento, simple sucedáneo de un hambre milenaria que entre letras confusas represento.
Para los curiosos, diré que el tema de mis divagaciones constituye un asunto sin importancia, pues parecen un sucedáneo de mi paraíso particular. Lo esencial, a estas alturas, es imbricar las ideas en torno a los espacios vacíos del papel, siendo más necesario la forma que el fondo. Con ella procuraré una efímera conexión, así ya os puedo decir que por aquí podéis encontraros todo lo que concierne a mi propio homenaje. Por eso carece de dedicatoria, precisamente por la injusta causa de estar dedicado a su mismo autor; un autor que tejerá su discurso con la ayuda de un público que ya está buscando la salida de incendios ante esta fogosa pero inútil explicación; no os asustéis de mi osadía y procurad recordar aquel momento de cariño con el cual ya desde ahora os voy a intentar provocar.
Que empujen; aguanta el tirón, como si no pasase nada, tan sólo el triste tiempo que nos trae el pasado; ahora quedo sin futuro, corrido, listo para frotar mis pocos pelos y despeinar tus hermosos cabellos.
Un traficante de momentos, un ser iluso de regreso de un atisbo de felicidad. Sin ella, muerto delante de tu sonrisa, como un niño, como un ogro, con la única posibilidad de que otro polvo mejore lo presente: haz honra al concepto de hembra.

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