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jueves, 13 de junio de 2013

El mejor momento de Lobezno ¡Snikt!

Por: | 12 de junio de 2013
The Wolverine
Lobezno está cerca de cumplir 40 años como personaje de cómic. Nació en 1974, como un secundario en una de las aventuras de Hulk (en su número 181, en la foto de la derecha...bueno, realmente al final del número 180, a modo de teaser para la siguiente entrega). Pero su verdadero nacimiento fue al año Hulk Lobeznosiguiente, cuando Marvel decidió relanzar a su amada Patrulla X con nuevos mutantes. Lobezno, con sus huesos recubiertos de adamantio y su capacidad de recuperarse rápidamente de cualquier daño, fue convirtiéndose poco a poco en uno de los personajes favoritos, a pesar de que en los inicios estuvieron a punto de cargarse su personaje. Su punto canalla, su mal genio, su misterioso pasado (tiene más de 100 años) fueron irresistibles para los seguidores del cómic.
Con la película de Bryan Singer y la actuación de Hugh Jackman, Lobezno entró de lleno en el panteón de los mejores personajes de cómic llevados al cine. Fue el primero de los X-Men en tener película propia (llegarán más, sí). Pero ésta fue un fracaso en cuanto a crítica y en cuanto a crítica de los fans. Ahora llega una segunda película, Lobezno inmortal, dirigida por James Mangold, que pretende hacer olvidar a la primera. Os avanzamos el tráiler en primicia, cortesía de Fox, en España, a la vez que en EE UU. Y de paso, recordamos uno de los mejores momentos del personaje, el que terminó por afianzar la leyenda, gracias a un mito viviente de los cómics, bueno dos, bueno tres...
"Soy el mejor en lo que hago, pero lo que hago no es muy agradable". Es LA frase de Lobezno, la que dos genios del cómic le otorgaron en los años 80 cuando el personaje creado por Len Wein y John Romita Sr. en los 70 pasó a tener una miniserie propia con Chris Claremont (guionista habitual del resurgir de los X-Men) y Frank Miller (que venía avalado por su trabajo en Daredevil). Ambos le dieron a Lobezno más profundidad y más oscuridad (como haría Miller más adelante con Batman). Lobezno es de los pocos superhéroes a los que no les cuesta mucho matar.
Wolverine-Claremont-MillerLos cuatro números, publicados en 1982 darían pie a una colección propia del personaje que a día de hoy sobrepasa ya los 300 números. En esta miniserie Lobezno viaja a Japón (vaya, empieza a parecerse a la nueva película...) para ver a su novia japonesa, Mariko. Pero allí se encuentra con que esta ha sido forzada por su padre a casarse. Lobezno se enfrenta con él. Hay que decir que el padre es un mafioso / ninja. Y no contamos más para evitar spoilers...
Miller y Claremont enfatizaron el aspecto samurai de Lobezno: una figura solitaria, con un código propio, que mata cuando tiene que matar pero que respeta aspectos como el honor y la valentía. Para muchos quizá estos cómics no estén entre los mejores de los mutantes de Marvel, pero sí fueron los que afianzaron la personalidad de Lobezno. Y Miller con sus dibujos (también participó en el desarrollo de la trama) y composiciones únicas destaca por encima de muchos trabajos de la época.
Viendo el tráiler, se adivinan varios aspectos de la miniserie de cómics... el tren bala, las flechas, las decenas de ninjas, Viper...
Desde aquí invitamos a los lectores conocedores de los cómics de Lobezno a que recomienden otras series y números con las aventuras de Lobezno....
Lobezno inmortal se estrena el miércoles 24 de julio

lunes, 10 de junio de 2013

Tesoro

Preciosa perla de mi paraíso,
te trago con la ostra
y deseo no atragantarme
con esta tonta metáfora
que invade tu alborozo,
sorpresa que nunca borro.
No me admira tu olvido,
pero siempre llanto broto
por lo que no sospechas
y, sin embargo, asombro
con cerillas, celofán y lloros.
Ola gigante de mi playa
apareces en la tristeza desaforada
y podrá nublarse el Sol testigo
mil veces en tu estancia
que tu luz aunque no mía
habrá regado ojos a los que gritan
aquella triste y roja profecía.

'Juego de tronos' también habla español

Arrastra audiencias de televisión millonarias y ostenta el récord de descargas en Internet

Al final de la tercera temporada, 'El País Semanal' reúne a las dos actrices españolas de la exitosa serie basada en los libros de George R. R. Martin

La actriz española Natalia Tena, Osha en 'Juego de Tronos. / Fotografía David Dunan / Estilismo Rebecca Corbin-Murray
Se conocieron en un universo fantástico y muy intenso, trufado de conflictos familiares, intrigas políticas, ansias de poder, mucho sexo y más violencia, y desde entonces son aliadas y cómplices. Natalia Tena y Oona Chaplin nunca han compartido plano en ese Juego de tronos erigido en un fenómeno televisivo que arrasa audiencias millonarias, aunque sí muchas veladas preparando juntas sus personajes de ficción en la serie que ha marcado un antes y un después en sus carreras. La de dos jóvenes actrices que, gracias a su bagaje familiar y vital, pueden transitar con completa soltura desde el español hasta un inglés que abre la llave del mercado internacional. Ellas son las caras españolas de una serie con tantos personajes y frentes abiertos que hace casi imprescindible tener buena memoria.
Para la legión de fanáticos de la serie producida por la cadena estadounidense HBO, ellas son Osha y Talisa, dos mujeres con resolución de acero envueltas en una trama de constantes giros que sigue sin tener un atisbo de piedad a la hora de aniquilar a sus protagonistas. Las actrices tienen vetado hacer cualquier comentario sobre los personajes que pueda desvelar pistas sobre la intriga, que quedará algo más resuelta para los espectadores de EE UU con la emisión hoy del último capítulo de la tercera temporada (que en España se emite el martes en Canal +). Una serie generadora de tal impaciencia que muchos intentan anticiparse con las armas tecnológicas, contribuyendo a que Juego de tronos haya batido récords de descargas ilegales (un millón del estreno de la tercera temporada en menos de un día, según el control realizado por TorrentFreak).
Primero fueron los libros de George R. R. Martin, que llevaron a muchos de sus fans a la serie. Y después, la producción –con grandes pretensiones, que divide su rodaje entre Islandia, Irlanda del Norte, Croacia, Marruecos o Malta– ha convertido los cinco libros ya publicados (faltan dos) en best sellers, y son muchos los que no pueden esperar los nuevos capítulos. En España, según su editora, Gigamesh, tras la primera temporada, las ventas de los libros se multiplicaron por ocho. Una legión de seguidores que convirtieron a Juego de tronos en la serie más pirateada de 2012 con 4,2 millones de descargas por capítulo, según datos de la web especializada TorrentFreak.
Y el fenómeno crece. Si el episodio piloto de la primera temporada fue seguido en HBO por 2,2 millones de espectadores, en 2012 lo hicieron 3,8 millones. Este año, más de 4,4 millones siguieron el reinicio de una trama que también se ha ganado a la crítica. En su palmarés, una veintena de premios desde su estreno; entre estos, Globos de Oro o seis creative arts emmys en 2012.
Natalia ya había logrado afianzar a la salvaje Osha como uno de los personajes más cool –según el veredicto de las redes sociales– cuando una nueva compañera desembarcó en Belfast para encarnar a una doncella de origen noble que acabaría siendo reina. “Me fascinó desde el primer momento”, relata Oona Chaplin sobre aquel primer encuentro en una habitación de hotel donde corrió el champán al ritmo del inseparable acordeón de Natalia, quien suma su talento musical al de la interpretación. Los dos últimos años han compartido muchas experiencias, tanto entre las bambalinas de los Siete Reinos como en el mundo real, pero sobre todo las ha unido el “regalo” de participar en un gran proyecto que “abre muchas puertas y te procura un peso en los castings”.
Si sus sosias de la ficción vienen habitando los tonos grises y ocres de un reino del norte llamado Invernalia, la multiculturalidad de Londres –donde se han encontrado con El País Semanal– es el marco de las vidas de dos artistas cuyas carreras se han desarrollado principalmente en el mundo anglosajón. Ciudad donde nació y tiene su elemento bohemio Natalia Gastiain Tena (Londres, 1984), hija de una pintora extremeña y un carpintero vasco instalados en Reino Unido, pero que Oona solo define vagamente como “el lugar donde quizá he pasado más tiempo”. El recorrido de la vástago de la actriz británico-americana Geraldine Chaplin y del director de fotografía chileno Patricio Castilla arranca desde su ciudad natal (Madrid, 1986) hacia Cuba, Estados Unidos, Francia y Suiza, en un periplo familiar que le ha legado el dominio de varias lenguas (español, inglés, francés e italiano) y la noción de que cualquier residencia es en el fondo temporal.
A los dos únicos rostros de Juego de tronos que hablan español fuera del plató les cuesta definirse en términos de patria. Coinciden en la contradicción, son españolas, pero no tanto. “Cuando llego a Madrid”, explica Natalia, “me siento más inglesa, pero aquí en Londres me veo más española, o mejor como una londinense pero diferente de mis amigos británicos. En España tampoco soy como ellos, aunque cuando voy a Extremadura y puedo oler la sierra, también pienso: ‘He llegado a casa”. Oona sorprende con un deje cubano que, si bien casa con su dulce personalidad, no suele aflorar en las entrevistas, en las que resuena una veta más castiza: “Mi acento no es de ninguna parte, me cambia constantemente, tanto cuando hablo español como inglés”. Dice tener de española “el pasaporte y mi amor al chorizo, o que me gustan el flamenco y Almodóvar”, pero “la gente me pregunta de dónde soy y no les puedo responder, no me gusta pertenecer a ningún club”.
Natalia decidió prescindir con fines artísticos de su primer apellido (Gastiain) “porque aquí nadie es capaz de pronunciarlo bien”, mientras que en el caso de Oona los motivos resultan evidentes cuando se trata de una Chaplin. Hija de gentes del cine y nieta por parte materna de esa figura inmensa que fue Charles Chaplin, asegura que durante la adolescencia intentó resistirse a la vocación de la saga, pero su encuentro con el teatro mientras estudiaba en Escocia le inoculó “el virus”. Cursó una solicitud en la prestigiosa escuela de interpretación RADA, con sede en Londres, y tras conseguir el ingreso, la suerte estaba echada. Comenzó arañando pequeños papeles (incluido su “minuto y medio de gloria” como extra en una película de James Bond, Quantum of Solace) y fue ganando presencia en algunas de las mejores series británicas, como Sherlock o The Hour.
El pedigrí de los Chaplin, admite, “despierta la curiosidad de la gente”. Incluso su nombre de pila es una herencia de su abuela Oona, no solo esposa del eterno Charlot o madre de Geraldine –inolvidable protagonista de Cría cuervos o Doctor Zhivago–, sino también hija del dramaturgo y Nobel de Literatura Eugene O’Neill. “No sé si he conseguido algún trabajo por ello, pero de ser así no me importaría. Porque me inspira pensar especialmente en lo que hizo mi abuelo Charles Chaplin con una sola vida, tan completa y llena de amor”. Tuvieron que mediar, en cualquier caso, dos pruebas para que Oona consiguiera encarnar a la Talisa de Juego de tronos, un personaje que en los libros aparece con otro nombre (Jeyne Westerling) e intenciones manipuladoras. El cambio hacia una Talisa que en la pequeña pantalla resulta una suerte de santa entre tanto villano no ha gustado a algunos de los seguidores más puristas de la serie: “Entiendo la reacción, pero a mí me resulta más simpática que la del libro: es una mujer fuerte y la única que vive una historia de amor verdadero, porque todo lo demás es cálculo político y ego”, defiende completamente identificada con su papel.
Oona Chaplin, caracterizada como Talisa, en una escena de la serie.
Natalia no había leído los libros publicados de la saga Canción de hielo y fuego y apenas sabía nada de Osha cuando se presentó con la melena cubierta de flores a un casting en el que someramente “pedían a alguien salvaje”. La prueba fue un flechazo para George R. R. Martin, como él mismo proclamó coincidiendo con el arranque de la serie: “Al principio (ante la imagen fija de Natalia en el vídeo) me dije que era completamente inadecuada para el papel, demasiado joven y guapa. Luego vi su actuación y estaba increíble. Ha creado un personaje mucho más interesante que el que yo describo en los libros”. Tremendo elogio que ella acoge con mucha timidez, a pesar de ser una veterana del oficio y de contar en su currículo con cuatro títulos de la serie cinematográfica de Harry Potter, donde interpretó a la bruja Nymphadora Tonks.
Dotada para la música y otras vertientes artísticas, sus padres acabaron enrolándola en la escuela Bedales, donde se forman muchas jóvenes promesas, y que en su caso le abrió el acceso a su primera gran película, Un gran chico, protagonizada por el británico Hugh Grant: “A los 16 años, mis amigos me decían que ya tenía el futuro resuelto, pero las cosas pueden cambiar, y yo acabé consiguiendo una beca de música en Boston y otra de filosofía y teología en Australia. Al final dije que no, porque estaba enamorada por primera vez, y fue así como realmente me cambió la vida”. Natalia se quedó en Londres y decidió seguir buscando su espacio en el cine y la televisión, sin abandonar nunca la música.
Juego de Tronos le ha brindado proyección y poder prácticamente “inventarse” a un personaje que destaca mucho más en la adaptación televisiva que en los libros que lo inspiran (“yo no tenía que estar en la tercera temporada, Osha había desaparecido”), y que concibe como “una ratita del bosque que siempre va a sobrevivir”. La descripción se antoja también como una metáfora de su hipotética continuidad en la producción, a tenor de los capítulos previos al desenlace de la tercera entrega y de las declaraciones de Martin, el padre de la criatura literaria, sobre cómo Natalia le ha conducido a repensarse el juego que todavía puede dar en su papel. La aludida no suelta prenda cuando se le inquiere si este verano estará filmando una cuarta temporada, ni siquiera cuando Oona interviene para dejar muy claro que “George [R. R. Martin] ama a Natalia”. Lo dice con cariño, y completamente compenetrada con su compañera de aventura laboral, de trances sentimentales (“me ayudó mucho cuando me rompieron el corazón…”) y de más de una juerga.
“En la vida real, las dos son muy diferentes de los personajes que retratan en la serie, pero formar parte de un espectáculo tan grande como Juego de tronos se parece mucho a ser miembro de una banda en la que sus músicos pasan mucho tiempo juntos. Cuando Natalia y Oona regresan del plató, hasta hablan y gesticulan del mismo modo…”, dice divertido Sirius Flatz, mánager del grupo Molotov Jukebox, sexteto en el que Natalia es la única mujer y la estrella del cartel. Solo unas horas después de la sesión de fotos, le espera una sala abarrotada en Madame Jojo’s, un conocido local del Soho londinense donde su voz sensual y su acordeón arroparán la presentación del primer single (Something for the weekend) de su nuevo álbum, que entremezcla desde el gypsy y el ska hasta la samba o el swing, con el principal y sano propósito de sacar al personal a bailar. En junio tienen cita en el reconocido festival de Glastonbury.
En un plan muy informal, Oona ha llegado a compartir escenario con Molotov Jukebox, incluso a cantar, aunque lo suyo es el baile por formación (clásica) y temperamento. La perfecta dicción en la lengua de Shakespeare y esos genes anglosajones que le permiten emular en la ficción a una En­glish rose, paradigma de un ideal muy clásico de la mujer británica, quedan pulverizados en cuanto se pone en movimiento el volcán latino. “Bailo mucho, incluso cuando paso la aspiradora, y sigo con mis noches de salsa; ayer estuve con la rumba”. Espíritu inquieto que entiende el cine como un mundo abierto (“hoy puedes hacer una película con el iPhone”) y que estudió edición siguiendo el ejemplo de su padre, proyecta revertir en un largometraje su pasión por el baile como una de las grandes expresiones de la historia de Cuba.
“Oona es muy abierta y te abraza a los pocos segundos de conocerte”, confirma vía e-mail el actor Will Mellor, uno de los rostros más populares de la televisión británica, cautivado por esa inmediata ruptura del hielo antes de ponerse ambos en la piel de una pareja en Dates, apuesta estival del Channel 4 británico. “Poco convencional”, “imponente” e incluso “mágica” son los epítetos que elige para describir a una actriz que acaba de rodar en Canadá la primera película en inglés de la directora peruana Claudia Llosa –Oso de Oro del Festival de Berlín de 2009 por La teta asustada– y que, en su vocación multifacética, confía en reenganchar este verano con la producción de Juego de tronos como ayudante de sonido.
Natalia también está llena de proyectos, aunque admite que le cuesta situar por primera vez el equilibrio entre sus dos carreras, la interpretación y la música. Una nueva serie de la BBC, junto al celebrado dúo de cómicos británicos David Mitchell y Robert Webb; las promociones de Juego de tronos y la propia incógnita sobre el futuro de Osha la han convencido de ir resolviendo esa dualidad sobre la marcha para no agobiarse. Sus colegas de Molotov Jukebox lo entienden, su imagen también tiene réditos. “A veces han intentado publicitarnos como la banda de la actriz que sale en una serie de éxito, aunque siempre hemos intentado ganarnos nuestro propio mérito. Pero existe esa curiosidad, y es verdad que algunos fans de Nat nos han descubierto después de verla primero a ella en la pantalla”, reconoce su compañero de giras Tom Wilsson.
El tremendo impacto de una serie ubicada en un mundo ficticio medieval ha trastocado los horizontes de dos actrices que ya han empezado a conocer la alfombra roja de Hollywood. ¿Les gustaría o preparan el salto al otro lado del Atlántico? Natalia responde con un punto entre excéntrico y distante, fiel reflejo de su media alma británica: “He ido a Los Ángeles y no me enamoré, pero no lo sé: yo voy a donde la vida me llama”. A una Oona que se define como “nómada por cultura” le gustaría recalar en Cuba, en México o, por qué no, en España, aunque las escasas perspectivas de trabajo (“el cine español está bastante muerto”) apelan al más práctico de los sentidos, que es no descartar Estados Unidos. Reino Unido solo es una estación, apostilla, y “es tiempo de moverse”.

Espadas y dragones

Jacinto Antón
“Un dragón no es una fantasía frívola”. La frase es de J. R. R. Tolkien, que sabía de lo que hablaba. Las espadas tampoco son nunca intrascendentes. Hay que tomárselas muy en serio, porque matan, y quitan y ponen reyes. Está en su naturaleza, como en la del dragón vomitar fuego. En una espada, como en un dragón, relampaguean revividas las antiguas leyendas. Eso las hace fascinantes.
“Mis espadas las he tomado de los viejos mitos”, me explicó hace años el novelista Michael Moorcock, uno de los grandes nombres de la fantasía épica, el género del que bebe Juego de tronos. Yo le señalaba a Moorcock las semejanzas entre el arma de uno de sus grandes personajes, Elric de Melniboné, y las famosas espadas de las sagas nórdicas. En la Hervarar saga, del siglo XIII, por ejemplo, aparece la espada maldita del rey Svafrlami, Tyrfing, que solo puede guardarse, una vez desenvainada, tras segar una vida. La espada de Elric posee esa misma siniestra característica. “Es que la saqué de ahí”, me confesó Moorcock, “como muchas otras cosas”.
Espadas y dragones están de moda. Las novelas de Martin y la serie televisiva nos los han devuelto. El poder de emoción y la popularidad de Juego de tronos deben mucho a la materia prima de sus historias, con las viejas espadas y dragones (también con el sexo, queda dicho: una combinación ganadora). Como Tolkien o como Moorcock, Martin ha saqueado el baúl de los mitos y cuentos (y de paso, a sus predecesores del género y todo lo que ha podido, desde las hipocracias de los jinetes mongoles, hunos o cosacos –los dothrakis– hasta los eunucos turcos, el fuego griego y el Muro de Adriano; ¡vaya cómo ha arramblado con todo, y cómo lo ha recreado Martin!).
Ahí está la espada Hielo, el emblemático mandoble de los Stark (con esa espada ejecuta Lord Stark a un desertor de la Guardia de la Noche, y con ella, cerrando el círculo, él mismo es decapitado); la ligera Aguja de Arya –de esgrimista, que habría gustado a Scaramouche, y que recuerda a Dardo, la hoja élfica de Frodo–; la Garra Larga que regalan a Jon Nieve customizada con un lobo huargo en el pomo, un arma bastarda como él, o la Portadora de Luz de Stannis Baratheon, cuya hoja quema. Espadas de la estirpe de Excalibur, de la Balmung (o Nothung) vuelta a soldar por Sigfrido, primas de las tolkinianas Glamdring –espada mágica de Gandalf.
Antes de que se me olvide en esta tormenta de espadas, ¿no es Jaime Lannister, el Matarreyes, al que cercenan una mano (sin anestesia) un avatar martiniano de Tyr, el guerrero dios manco de la mitología nórdica que pierde el mismo miembro en las fauces de Fenrir, el lobo del Ragnarok? El Ragnarok –la batalla del fin del mundo–, por cierto, estará precedido, según los mitos, por el Fimbulvetr, el gran invierno, que sugiere la cruel estación (y sus peligros) que amenaza el mundo de Canción de hielo y de fuego. No he encontrado referencias a un Trono de Hierro forjado con las espadas de los enemigos como el de la serie. Es sabido que el Trono de Hierro lo hizo construir Aegon I Targaryen como metáfora de la dificultad de mantenerse en el poder. En el impresionante sitial podríamos percibir resonancias del Trono Oscuro de Sauron en Mordor y de la costumbre de levantar trofeos con las armas de los vencidos.
En el pastiche que es la serie de George R. R. Martin, uno de los grandes disfrutes es discernir la procedencia de tantos elementos y la enorme gracia con que lo ha hecho. Saber mezclar pasajes dignos de las fantasías dunsanyanas con escenas propias de Dallas, el lenguaje poético con la grosería, los altos ideales con las más bajas pasiones, la belleza con la atrocidad, es parte del secreto del éxito.

Maurice Sendak, el hombre que le dió a los monstruos un lugar donde habitar


Escritor e ilustrador, Sendak empujó a los niños a la parte más desconocida de su imaginación, alentándoles a convivir con sus miedos e inseguridades, mientras convulsionaba el universo de la literatura infantil cosechando el rechazo de parte de los padres y ganándose el clamor de la crítica. Hoy, es todo un referente de la literatura contemporánea

Maurice Sendak creó un nuevo concepto de «monstruo» que desmontaría por completo la visión ejemplarizante y moralista de los cuentos infantiles. Escritor e ilustrador, Maurice Sendak es el autor del clásico de 1963 Donde viven los monstruos, llevado al cine en el año 2009, la enternocedora historia de Max, un travieso niño que, tras ser castigado su madre, viaja a un mundo imaginario para compartir aventuras con un peculiar grupo de «cosas salvajes».
Se trata de los monstruos de Maurice Sendak, unas criaturas peludas y tiernas, gruñonas, feas y entrañables, de las que pronto el protagonista de la historia se convierte en rey. Además de por sus originales ilustraciones, Maurice Sendak marcó con este cuento en particular y con el resto de sus obras en general un punto de inflexión en los relatos infantiles por su manera de entender y plasmar sobre el papel el universo que se esconde tras la mente de un niño, dando rienda suelta, sin límites ni ataduras, a toda su fantasía, a sus miedos y sus inquietudes, hasta el punto de conseguir que su gran protagonista, Max, vestido con un disfraz de lobo y una corona, dominase su pánico frente a las «cosas salvajes», cruzase al otro lado y se coronase como su mejor amigo y rey.
Maurice Sendak nació en Nueva York en 1928 -el mismo día que Mickey Mouse, al que el ilustrador admirará durante toda su vida- y murió en Connecticut hace poco más de un año. Tuvo una infancia difícil y enfermiza -sufrió paperas, neumonía y escarlatina- y creció en un agitado contexto histórico y social -Gran Depresión, Holocausto y Segunda Guerra Mundial, a lo que se sumó la desaparicióndel hijo del aviador Charles Lindbergh-, lo que le convirtió en un niño asustadizo, reprimido -nunca confesó a sus padres su homosexualidad- y aprensivo, con una especial concepción del mundo que plamó más adelante en toda su obra artística y literaria. «Cuando tenía más o menos cuatro años, ocurrió el terrible secuestro del bebé Lindbergh. Fue un evento muy traumatizante para los niños a comienzos de los años treinta. Todos pensamos que nos podían secuestrar a nosotros. (...) El hecho de ser secuestrado fue siempre una pesadilla recurrente en mi vida», confesó Maurice Sendak en una entrevista en el año 2000 en la revista Caracas: Enlaces con la crítica.
La crueldad explícita de los dibujos de Maurice Sendak abrió una controvertida brecha en su consideración como autor de culto. Valorado como tal por gran parte de la crítica, rendida a sus más de 100 trabajos para reconocidos autores como Leon Tolstoi, Herman Melville o Hans Christian Andersen y a sus 12 libros propios, Maurice Sendak sufrió el rechazo tanto de de sectores conservadores como de padres que vieron en sus dibujos y sus historias el fiel reflejo de un trauma infantil que podía acabar causando erróneas impresiones en sus hijos.
Así como Donde viven los monstruos consolidó a Maurice Sendak como un referente de la literatura infantil con solo 37 páginas, 10 frases y 338 palabras -en 1964 recibió la Medalla Caldecott, una especie de Pulitzer de la literatura infantil-, también fue retirado como si ardiese de las estanterías de no pocas librerías. El cuento, a principios de la década de los 60, era una historia políticamente incorrecta, alejada de prototipos, de paradigmas ñoños y de valores didácticos. En el otro extremo, proclamaba las bondades de encontrar el monstruo que hay en cada uno de nosotros y convertirse en su propio rey, domesticarlo y amaestrarlo, aprendiendo a vivir un auténtica aventura de la mano de los nuestros miedos e inseguridades. Maurice Sendak nunca creyó que hubiese que proteger a los niños durante toda la vida. Ni que a los niños hubiese que ocultarles sentimientos como la furia y el odio. El ilustrador reveló en varias ocasiones que lo que quería era dar a entender que los más pequeños deben empezar a descargar su rabia para hacer frente a situaciones familiares y encontrando caminos para lograr un mejor equilibrio interior. «Si los niños no pueden mejorar muchas de las situaciones emocionales de su realidad diaria, sí lo pueden hacer en su imaginación».
A la obra mayúscula de Maurice Sendak, con su niño lobo Max y su corona y sus abrazables monstruos, le siguieron y precedieron magníficos trabajos como la también controvertida La cocina de noche, una historia en la que unos orondos cocineros meten a los niños -el protagonista se pasea desnudo sobre las páginas del libro- dentro de sus tartas; Bumble-Ardy, con un cerdo huérfano como protagonista; o Outside Over There, una obra en la que el ilustrador vuelve al caso Lindbergh. Maurice Sendak también se entregó a la tarea de ilustrar algunos textos de los hermanos Grimm, como El enebro y otros cuentos de Grimm , publicado en el año 1973, colaboró en el guión y en las letras de las canciones de los dibujos de la televisión estadounidense Really Rosie (1975) -cuya protagonista es uno de los personajes de su libro El letrero secreto de Rosie- y participó en la adaptación teatral de Donde viven los monstruos.
Resucitó a Maurice Sendak, y lo hizo conocido allá en donde sus historias no habían llegado, Spike Jonze, 40 años, director singular en Cómo ser John Malkovich (1999) y El ladrón de orquídeas (2002). El cineasta fue uno de aquellos niños impresionados con la peripecia de Max. A primera vista parecía un libro y un tema para Tim Burton, pero finalmente fue Jonze, dueño igualmente de un universo estético y plástico que lo coloca entre lo más refrescante del actual cine norteamericano, aunque sin el refrendo crítico y popular del autor de Eduardo Manostijeras.
El resultado de la adaptación a la gran pantalla de Donde viven los monstruos de Maurice Sendak responde a lo esperado, una película que parece dirigida más al consumidor adulto que al infantil, por razones culturales, sociológicas y coyunturales, incapaz de hacerse con las complejas claves que maneja Jonze. Incluso se permite hacer juegos con la cámara, saltarse las reglas canónicas impuestas por Disney desde los tiempos de Maricastaña? Eso sin valorar cómo interpreta la imaginación, el lado oscuro de los sueños y ese punto de crueldad inquietante y perturbadora de un crío como Max.

El mítico 911 llega cargado de tecnología



Después de 50 años fabricando deportivos, Porsche vuelve a la carga con el modelo más mítico de su gama.
El eterno 911 sigue mejorando y atrayendo al público de generación en generación. Mantiene sus líneas míticas y su esencia, pero está equipado con la más avanzada tecnología y lo mejor en cuanto a mecánica. Porsche presenta la nueva generación del 911 Turbo y Turbo S, con el nuevo sistema de tracción a las cuatro ruedas, la dirección activa sobre el eje trasero, una aerodinámica adaptativa y faros de LED.
La nueva gama de 911 viene acompañada por un motor de seis cilindros y 520 CV para el Turbo y un motor bóxer biturbo de seis cilindros de hasta 560 CV de potencia. La potencia se transmite al tren de rodaje por medio de la transmisión de doble embrague y siete velocidades PDK, que ahora permite una función start/stop. Junto al nuevo sistema de gestión térmica para el motor turbo y la transmisión PDK, las tecnologías eficientes han reducido el consumo de combustible en un 16%, hasta los 9,7 litros por cada 100 kilómetros en ambos modelos. El 911 Turbo con el Paquete opcional Sport Chrono Plus acelera de 0 a 100 km/h en 3,2 segundos, lo que supone rebajar en una décima el valor del 911 Turbo S anterior. Por su parte, el nuevo 911 Turbo S pasa de 0 a 100 km/h en sólo 3,1 segundos, con una velocidad máxima de 318 km/h.
Como resultado de todas las mejoras, el nuevo 911 Turbo S rebaja el tiempo por vuelta en el circuito de Nürburgring Nordschleife a menos de 7:30 minutos, utilizando neumáticos de serie. El sonido intensifica la experiencia de conducción y transmite la “melodía” del motor turbo al habitáculo a través de las membranas de los altavoces. Otra característica diferenciadora es la incorporación de llantas forjadas de 20 pulgadas en dos tonos, con tuerca central en el 911 Turbo S. Este modelo también lleva unos nuevos faros completamente de LED, con cuatro puntos de luz diurna y luces dinámicas controladas en base a la información que proporciona una cámara.
Porsche ha desarrollado por primera vez un sistema de aerodinámica activa en los nuevos modelos 911 Turbo. Se compone de un robusto spoiler delantero retráctil en tres etapas, que se extiende a través de un mecanismo neumático, y de un alerón posterior extensible, con otras tres posiciones de ajuste del ala.
Más rápido, más atractivo, más aerodinámico. Tenemos suerte de que los coches de carreras se puedan homologar para la calle.

Porsche 918 Spyder: Combinación única de prestaciones y eficiencia

El 918 Spyder representa la esencia de la filosofía Porsche: combina un motor con tecnología de competición con una aptitud de uso diario excelente y unas máximas prestaciones unidas a un consumo mínimo.
La tarea que tenía por delante el equipo de desarrollo era crear un superdeportivo para la próxima década con una mecánica híbrida altamente eficiente y poderosa. Desarrollar el vehículo desde cero, comenzando por una hoja en blanco, permitió al equipo realizar un concepto sin compromisos. El vehículo ha sido diseñado alrededor de su mecánica híbrida. El 918 Spyder demuestra el potencial de la tecnología híbrida hasta un punto nunca visto, mejorando al mismo tiempo la eficiencia y las prestaciones. Esta es la idea que ha hecho que el Porsche 911 se haya convertido en el deportivo de mayor éxito en el mundo durante 50 años. En breve, el 918 Spyder actuará como plataforma de desarrollo de futuros deportivos Porsche.
El 918 Spyder revela lazos cercanos al deporte de motor de varias maneras. Ha sido diseñado, desarrollado y producido por los mismos ingenieros de Porsche que construyen los vehículos de competición en colaboración con especialistas de la producción en serie. La gran experiencia obtenida durante el desarrollo de los vehículos de competición para la carrera de las 24 horas de Le Mans ha sido integrada en el 918 Spyder y viceversa. Un mensaje clave del 918 Spyder es que su mecánica híbrida es un plus para un dinamismo sin compromisos. Los conductores pueden sentir esto gracias a un concepto de tracción integral único con una combinación de motor de combustión y motor eléctrico en el eje trasero, acompañados por un motor eléctrico adicional en el delantero. Está basado en la experiencia que ha cosechado Porsche con el exitoso 911 GT3 R Hybrid.
Gracias al motor eléctrico delantero se pueden implementar estrategias nuevas para conseguir velocidades extremadamente altas de paso por curva con total seguridad. Asimismo, la estrategia avanzada de “boost” o empuje adicional gestiona la energía de los motores eléctricos de una forma tan inteligente que, para cada aceleración máxima, se puede utilizar toda la potencia del 918 Spyder simplemente pisando el acelerador a fondo. En resumen, el 918 Spyder permite que cualquier conductor, independientemente de su experiencia en competición, pueda sentir el increíble dinamismo longitudinal y transversal.
El Porsche 918 Spyder también tiene el potencial de romper muchos récords. Su actual tiempo en el Nordschleife de Nürburgring es de 7 minutos 14 segundos. Este tiempo se realizó en presencia de periodistas de todo el mundo durante las pruebas de septiembre de 2012, más de un año antes del comienzo de la producción. El prototipo del 918 Spyder fue 20 segundos más rápido que un Porsche Carrera GT. Un factor aún más importante, si cabe, es que el 918 Spyder también sobrepasa ampliamente en cuanto a eficiencia a todos los modelos previos y de la competencia. Como un híbrido enchufable, combina sistemáticamente las prestaciones dinámicas de una máquina de carreras con más de 880 CV y un consumo de combustible de poco más de tres litros por cada 100 kilómetros según ciclo NEDC, mejor incluso que muchos utilitarios actuales. En resumen: máxima diversión de conducción con consumo de combustible mínimo.
Además, el Porsche Active Aerodynamic (PAA), un sistema de elementos aerodinámicos ajustables, asegura una aerodinámica eficaz y variable; su disposición cambia de forma automatizada a través de tres modos desde mínima resistencia hasta máxima carga aerodinámica (downforce), y está combinado con los diferentes modos de conducción. En el modo “Race”, el spoiler trasero retráctil se eleva y se inclina hasta el ángulo máximo para generar una alta carga aerodinámica en el eje trasero. Adicionalmente, dos aletas de control de aire ajustables se abren bajo el piso en el eje delantero y direccionan una parte del aire hacia los difusores de la estructura inferior.
En el modo “Sport” el control aerodinámico reduce en cierto grado el ángulo de ataque el spoiler trasero, facilitando una velocidad máxima superior. El spoiler permanece extendido. Las aletas aerodinámicas en el piso se cierran, reduciendo la resistencia aerodinámica e incrementando la velocidad. En el modo “E”, el control se configura en su totalidad para minimizar la resistencia aerodinámica; el ala y spoiler traseros se retraen y las aletas del piso se cierran.
Unas entradas de aire ajustables, situadas en las tomas frontales de refrigeración son un complemento adicional al sistema aerodinámico activo. Cuando el vehículo está parado y en modo “Race” o “Sport”, se abren para mejorar la refrigeración. El los modos “E-Power” y “Hybrid”, se cierran después de iniciar la marcha para mantener la resistencia aerodinámica al mínimo. No se vuelven a abrir hasta que el vehículo alcanza una velocidad aproximada de 130 km/h o cuando se requiere mayor refrigeración.
Silencioso y elegante: “E-Power”
Cuando arrancamos el vehículo, el modo “E-Power” es el modo de operación por defecto, siempre que la batería tenga la suficiente carga. En condiciones ideales, el 918 Spyder puede recorrer hasta 30 kilómetros con energía eléctrica. Incluso en el modo eléctrico puro, el 918 Spyder acelera de 0 a 100 km/h en menos de 7 segundos, y puede alcanzar velocidades de hasta 150 km/h. El motor de combustión se utiliza solamente cuando es estrictamente necesario. Si la carga de la batería cae por debajo de un umbral mínimo, el vehículo entra en modo híbrido de forma automática.
 
Heredado de la competición: tubos de escape elevados
No son solamente las prestaciones de este motor las que consiguen la emocionalidad del 918 Spyder, sino también su impactante sonido. Esto se puede atribuir sobre todo a los tubos de escape elevados: las salidas de escape terminan en la parte superior de la trasera, justo encima del motor. No existe ningún otro vehículo de producción en serie que utilice esta configuración. La mayor ventaja de los escapes elevados es una refrigeración óptima, ya que los gases de escape calientes salen por la ruta más corta, y la presión permanece baja.

Este diseño requiere un concepto nuevo de conducción térmica del aire. El lado caliente está localizado entre las dos bancadas y los sistemas de admisión por el exterior. Existe otra ventaja: el compartimento del motor permanece más frío. Esto es especialmente beneficioso para la batería de ión de litio, ya que esta aporta las mejores prestaciones a temperaturas entre 20 y 40 grados centígrados. En consecuencia, se necesita menos energía para la refrigeración activa de la batería.
Grupo propulsor híbrido paralelo
El motor V8 está conectado al módulo híbrido, ya que el 918 Spyder ha sido diseñado como un híbrido paralelo, al igual que los modelos híbridos actuales de Porsche. Esencialmente, el módulo híbrido consta de un motor eléctrico de 115 kW de potencia y un embrague separador que realiza la conexión entre los dos motores. Gracias a esta configuración híbrida paralela, el 918 Spyder puede enviar la potencia al eje trasero individualmente mediante el motor de combustión, el motor eléctrico, o los dos motores a la vez. Como viene siendo típico para un superdeportivo Porsche, el grupo motor en el 918 Spyder está posicionado por delante del eje trasero. Todos los detalles del nuevo rey de la pista de Porsche los encontrarás en las páginas del próximo número de CAR.