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viernes, 31 de agosto de 2012

Amasijo dentro del abismo

La perspicacia guerrera sale tonta
del abismo que afrontamos
unidos al unísono
en el hábito.

Dándote la vida
menos durable he sentido
el trono que perdí
al romper.

Caigo luego en la espesura
y bebo la lluvia que brota,
para renacer de las cenizas
en el animal miedoso.

Sitiando los caminos
que conducen al perdón
incendiamos el amasijo
de barrizales golpeados.

Los creía yo acampados
en el tedio cotidiano
y ahora salen asqueados
generalmente en ascuas.

Son peso cobarde
doliente en la vida
haciendo verdad la sospecha
que abunda en nuestras inercias.

Cadenas de sangre

Siento decírtelo tan de repente,
en el tiempo inconcluso
que huye hacia mí:
Olvídalo.

Haz las maletas,
viaja
más allá,
lejos.

Aun así, viviendo
de los granos de la piedad,
oyendo extrañas voces,
casi sin pedir.

Cae la noche,
hace calor,
peor estar,
sí.

Entonces entiendo
el sombrero de paja,
el ladrido de un perro,
que no deja dormir.

Imagino cosas,
pero tiemblo
al no oler
las cadenas.

Fantasmas,
somos fantasmas
que mueren en vida
con risas sin fin, pues son por ti.

La carcajada muta
en lágrima de pena,
en mentira piadosa,
y luego acabo, aquí.


Torre de Babel


Las cosas no cambian ni tampoco las palabras. Lo mismo ocurre con el amor tratado como en una pescadería, sin recatos y a gritos. Lo primero fue el verbo, pero luego vino el desprecio al caerse nuestra Torre de Babel y tener que hablar cada uno su propio idioma. Una cosa de la que no habla la Biblia, es la emanación que se levanta entre los pilares de ese otro edificio llamado comprensión; criatura revelada a pensar de la limitación del lenguaje y nacida, precisamente, sobre los escombros de la torre bíblica. Sólo esa comprensión puede llegar a traducir nuestros idiomas.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Un código en el mundo: las culpas que llevo dentro

Hay un código en el mundo
que todos descifran
pero nadie comprende,
es el código de culpas
que tengo en mi esqueleto.
Lucho por entenderlo,
pero sin embargo muero
entre tanto tonto penitente
que huye algo roto
ante mi caída concisa.
Puedo buscar en la basura
o en la joyería que es tu rostro,
pero todo está oculto
como si fueras desnuda
y no me excitara tu cuerpo.
Así es de complicado mi entierro
cuando llorabas mi nacimiento
de esas ideas que invaden,
y, pese a todo, nos sometemos
para poder comprenderlo.

Sangre, semen y café con leche

La gente quiere sangre, semen y café con leche, quiere la marisma que no convence, el éxtasis de no conocerte. Mientras tanto me dedico al triste negocio de leer libros de otros y hacerlos míos para luego divulgarlos.
Al menos me gustaría hacerlo, el dedicarme al redoble de tambores, al guitarrear con las cuerdas vocales de otros, simple sujeto que no alcanza pero sonríe.
En su lugar mato el tiempo y el tiempo me mata a mí, la esperanza es lo último que se pierde, pero no encuentro nada, muero de sed. De la sed de los guerreros que mueren de ganas, y tú tan lejos, en el pantano que resbala en mi rostro, luchando por la arrogancia de los que se han ido.
¿Quién ha dicho que no lo convences? La chica muestra su intimidad para sonreír, el tiempo mata las notas del comienzo, la gente quiere sangre, semen y café con leche.

domingo, 26 de agosto de 2012

Apocalipsis: La victoria de los insectos

Lucho entre hormigas; malvado de mí, acaban por comerme los ojos; sin piedad, con cierto gusto a humor vitreo, el mundo se acaba y yo no lo entiendo; será la programación de la televisión, serán las elecciones al Gobierno, no me lo creo. Sin embargo, aun tengo fuerzas para escribir, ¿qué será de mí cuando me falten?

Arruinado: El poder del deseo

La lucha, la ducha, la hucha y ciertos mareos desvian el rumbo de mis ahorros mientras me mojo y caigo lejos de lo acordado, sin compasión, en el mar de los equivocos que arruinan, la huída afecta a todos los que lo leen: el saldo de mi cuenta corriente en el rojo intenso de tus labios.

jueves, 23 de agosto de 2012

Un último deseo


El hombre color Sol muestra por fin su verdadera faz: son todos mis amigos revelándose en la carrera hacia la meta final. Pienso, luego existo; existo, luego no invierto mi tiempo en pensar. El instinto dice que estoy cerca. Empiezan a abofetearme por no ir a clase. Las ventanas acaban rotas, entra el aire frío que acompasa la quebrada respiración.
Soy asmático: esto lo dejaba para el final. Una vez vomite esputos de sangre, desde el pulmón al hielo del champagne, desde éste a tus labios, y desde estos a mi derrota. Tal vez debiera apuntarme a un gimnasio o correr cada mañana, sobre todo para mejorar el estado corporal, también el espiritual. Sólo de pensarlo regresa el miedo.
Los del ejército desfilan para disparar hacia arriba; asalto un tanque y apunto a un puente, lo derribo para luego encontrarte esperando en el otro extremo. Abajo el río se desborda.

martes, 21 de agosto de 2012

El canido que llevamos dentro: Mi utopía

Ahora, en mi soledad, creo que ya topé con lo decisivo; esto es el convertir el lobo que somos en un perro faldero. Algunos pensarán que eso es un mero amansamiento. Desde mis años de exceso, lo veo como la verdad. El canido que llevamos dentro merece un poco de consideración, que por algo es el mejor amigo del hombre.
Tal vez sea una huida hacia delante, pero no una entrega insensata a todo lo que destaca para luego engañar. Quizás mañana piense de otra forma, pero eso no quita validez a mi solución. Al fin y al cabo, los que sobreviven siguen mi ejemplo.
Mi alma también sobrevive mientras se apaga en esta noche de agosto. He sustituido las barras de los bares por el trazo del bolígrafo, del mismo modo que un día sustituí la televisión por el frío de la ciudad romana. Los aires cambian según las respiraciones de sus hombres; la tierra tiembla por los celos de una mujer; y un humilde servidor ha luchado con el diablo de la depravación.
De los viajes a la carne quedan recuerdos, pero sobre todo la desilusión que queda tras la derrota. Creo que lo que importa es el lenguaje; pero éste se escabulle por una calle desierta buscando un reconocimiento o una sacudida.
El ogro renace en el hombre que nunca fue niño, o en el niño que nunca fue hombre. Así me encontré yo cuando vi mi reflejo en su rostro. Un rostro que es traslativo como mi ciudad ideal y mi Dios personal.

Soldados del placer bien entendido


Funcionario, soy funcionario, con todo lo malo y lo bueno que esto puede suponer, más allá de los prejuicios, con mis momentos malos y alguno bueno, que de todo ha de haber. Con mis libros (ellos tan leales), mis sueños (tan traicioneros) y estos escritos que voy colgando en la gran red para que la gente los lea.

Entre mis escritos, los hay obscenos, inocentes, incendiarios y rebeldes. Por lo menos es lo que intento. Me gustaría que llegasen al mayor número de gente, para poder compartir mi visión del mundo y crear esos momentos mágicos de conexión en los que todo se desvanece para iluminar un camino que procuro llenos de alegrías.

De esta forma, busco a mis soldados, a los defensores de la libertad, del placer bien entendido y de los conocimientos que no excluyan la humildad. Que estos soldados encuentren algo de provecho, es lo único que espero como capitán de este ejército dispuesto para la guerra contra la ignorancia y la mediocridad.

Queda aquí mi deseo, y que sirva de conjuro contra los malos tiempos, contra los ladrones y las amenazas que nos rodean. Soldados, que mi encargo no os supere, y mantened la calma; es la mejor arma contra el enemigo.

sábado, 18 de agosto de 2012

Mi enfermedad: la escritura insaciable

Hoy estoy enfermo,
he osado escribir;
ponerme a escribir insensato,
tierno pero malvado,
como carne cruda,
podrido sin memoria,
cruel conmigo mismo,
insensato, asesinando los recuerdos,
sin vivir,
ni dejando vivir.

Declaración insensata

Siento decirtelo: No digo nada. Los días pasan y todo sigue igual, sólo hay vacio, marasmo en los recovecos de tu cuerpo, sin decirlo ni vivirlo, como un simple animal.
Pienso que no existo; pero entonces llega el dolor, el síntoma inequivoco de que he hecho algo mal. De todas formas nada es importante y mi dolor se va.
Seré insensato o quizás presuntuoso pero ya nada me puede tocar. Afortunadamente, soy un personaje imaginario

Una falsa esperanza: Rumasa como una metáfora

Resulta sintomático que nadie proteste. La abeja ataca por segunda vez y todos nos reímos. En breve la alopecia de lo tratado, la elegancia en el rictus de los complejos frustrados, todo para volver al comienzo: Resulta sintomático que nadie proteste.
Pero no debemos huir, borremos en su lugar la caligrafía de los seis años, tal vez así podamos comprender a nuestra especie, ella, tan ilusa, que lucha hasta donde no existen nombres, hasta el sitio más llenos de bastas que encuentro en mi risa y en mis gritos.
Tientan mucho los disparos, el hacerse poco a poco, el silbido que jamás habrás oído. Los niños juegan con aquel imperio y yo recuerdo cuando parece imposible recordar. Resulta sintomático que nadie proteste.

Una aparición sexual

Llego como si siempre estuviera allí. Al principio era mi hermana, hacia mucho que no nos veíamos. Se presentó con su sonrisa extraña. Después empezamos, sin importancia, todo iba bien, se había casado, había progresado.
En ese momento la vi por el pasillo, ella siempre se levanta, me riñó, no la habían dejado dormí, era la puta que no quiere mis sueños, mi reino muerto, y ya sólo esperaba un final con mis deseos.

Las fiestas que quedan atrás

El vertido indeterminado
siembra afirmaciones
en su podrida desazón
para idiotas desesperados
con una boda funeral.

Es la idiosincrasia pervertida
en la inmediatez confusa,
de negaciones puestas
para marcar una exaltación
hoy, día del mal.
 
Con esta profunda herida,
rompo el deseo
y escapo de lo que ha habido
para siempre destrozar
las fiestas que quedan atrás.

Destrozar con los escollos
de la obra asesina
a fuerza de perdiciones
en el centelleo iluso
de una estrella fugaz.

Y es que el abismo hundido
quiere un imposible
de lo amado poseído
para morir inútiles
en el brindis final.

Amor o simple compasión

No entiendo los números del reloj
ni los de tu canallada,
lagrimas robadas
sin rubor y a traición
de lo que hubo hoy.

Pero busco salidas sin prisas,
y sin embargo tensión
que luego agoniza
por tener un Dios
entre tanta tontería.

Mientras, desciende la marea
llevando los restos
que abandonamos
detrás de una pasión
que nunca existió.

La botella del mar estaba vacía
como la vida naufraga,
pero hay amor,
de verdad que hay amor,
¿o es simple compasión?





viernes, 17 de agosto de 2012

El día que descubrí el porno Buda vendía relojes

El día que descubrí el porno una chica moría entre mis brazos.
Había un monstruo que invitaba a pan con pasas y el día ya no
aparecía. Luego comprendí el paso del minutero para reconocerte en
las palabras de otros. Existen ciertos caminos que no me niegan,
algún día moriré en ellos, simple perro faldero del trasero de una
patrona.
El día que descubrí el porno inventé una poesía para manchar el
sudario que hay en tu cabello. La Semana Santa quedaba lejos y
otras no me convencían. Buda se dedicaba a la venta de relojes, no
te conocía.
No quedan respuestas a partir de ese día, y mis confesiones
quedan lejos de todas las posibles Iglesias; no, no te entendía por
más que podía.

Cobarde para mirarte a los ojos

Nada de nada, otros son los mismos, cambiamos para volver al inicio, nadie entiende este ritmo. Hay algún tipo de angustia en mi vida que me impide mirarte a los ojos, soy un cobarde pero lo niego.

Atrás quedan las poluciones infantiles, aquella noche en que me conociste. Tengo ganas o quizás las tenía. Reniego de las sustancias que me convencieron, ronco en mi sillón lleno de apuntes de Derecho. Eres la víctima que ajustició al verdugo de una película de Berlanga.

Otros llegarán después, ¿dónde está la otra gente? Fornico con toda una ciudad para poder andar por sus calles desnudas, ¿soy otro o el mismo?

Nada de nada, otros son los mismos, cambiamos para volver al inicio, nadie entiende este ritmo.

Reflexión autodidacta o de la extrañeza de los tiempos modernos


Puede que sea un poco ácido, un poco corrosivo; pero debéis comprenderme pues estoy sin trabajo y sin compañía. Vosotros, espías, creéis que debería centrarme y olvidarme de las opiniones. Eso es lo que voy a hacer; y, como revancha hacia la mujer perdida hace tiempo y también la encontrada ahora en este miserable tiempo actual, voy a pensar en ellas para inspirarme. Con esto, conseguiré que la fusión de tiempos, mujeres y situaciones provoque una mezcla distorsionada de ideas, ellas conducirán al momento del escalofrío tras la construcción destrozada de mi idiosincrasia rebelde.
Todo esto lleva a ciertos instintos que obligan a crear pavor con los delirios de grandeza. Estos luchan por no ser pisoteados, para a su vez pisar ellos con violencia; retoman así el camino del absurdo diario. Cuando esto ocurre aflora mi lado malo, y todo puede pasar. La dimensión poética rivaliza con los problemas, y debo decir que sale mal parada, pues acabo como un extraño para mi mismo.

jueves, 16 de agosto de 2012

Ciertos intermediarios para salirse de la topología cotidiana


Mis ansias pueden instigar comportamientos reaccionarios, tambien ciertas afinidades. Por ello intento salir de la pecera, pero sólo recibo la incredulidad del resto de los peces. Hago todos estos intentos para no quedar estancado en un analogismo discordante, pues sé que dicha combinación de términos es posible, más aun entre animales primarios como son mis compañeros habituales. Unos amigos que cuestionan mi suerte mágica, aunque no sé si en mayor medida que las mutaciones gozosas. Desde un punto de vista distinto al suyo, las considero a todas ellas como algo inherente a mi idiosincrasia.
Quizás la causa de estar repleto de reflejos es lo que obliga a evadirme de la topología cotidiana, pero únicamente para que no me localicen las almas perversas que nos dominan a casi todas. Merced a los intermediarios que me ayudan, es, entonces, cuando los estados de la conciencia sufren una metamorfosis. Reactivos en lo preconsciente salen tras invocar la excitación hiperbólica y consigo, de esta forma, salirme de los prejuicios miserables; definitivamente, sólo con estos aliados, consigue este ejecutivo emprendedor (aunque no agresivo) terminar esta pésima traducción de lo que le sucede.

Onanismo matutino escuchando ACDC o de cómo San Juan Bautista perdió su cabeza

El día despierta en la mente, en el reloj que te dice que estás
vivo. Sin embargo, respiras la muerte, en las ganas de no levantarte
y empezar como si no lo hubieses intentado.
No tengo remedio y hay poco que hacer, sólo masturbarme
tumbado con una revista en la mano mientras suena un disco de
ACDC.
Miro al techo esperando un regalo de los cielos: la reencarnación
de Salomé, pobre Bautista de mis pecados, ahora aquí en mi mano.
No me gusta trabajar, no tengo remedio y hay poco que hacer.
Mi madre se ha ido a hacer la compra, mi padre anda de paseo por
esta aburrida ciudad.
Necesito estar vivo, agarrar una borrachera o quizás irme de
putas. Todo vale, aunque sea lo de siempre: todo vale, incluso
recordar viejas novias a las que nunca más voy a bajarme a saludar,
a las que nunca más voy a bajarles las bragas o llamarlas cerditas, a
ésas que me dejaron por considerarme un caso perdido, un vago raro
como un perro verde.
Qué les den morcilla a todas mis ex-novias estrechas, ya no las
necesito, ahora soy libre para hacer lo que quiera. Tengo una
amiguita secreta a la que dedicar mis orgasmos plenos, arrogantes y
tiernos. No sé su nombre, ella ignora el mío y nos comunicamos
telepáticamente, no se puede pedir más, así que para empezar ahí va
la primera corrida del día.
Algunos ya habrán pensado que este hombre está loco, no me
importa, que les den morcilla a todos los cuerdos, el caso es que me
corro con gusto y no lo pienso tan siquiera. No pienso que esto no es
normal, que puedo acabar mal, que hay que hacerse una vida,
casarse, tener hijos, ver los partidos de la selección, ir a misa los
domingos, y ante todo no montárselo con desconocidas, o lo que es
peor, con fantasmas del porno.
El disco de ACDC sigue sonando y en mis pensamientos he
cometido la torpeza de manchar la revista. Regreso a la duermevela y
sigo soñando mientras mi madre vuelve de la compra. Bajo el
volumen de la música para que piense que sigo durmiendo e imagino
a mi amiga mezcla de fotografía manchada, resaca de los cubatas de
anoche y frustración cotidiana. La imagino mientras se desvanece y
oigo las protestas en la casa.
Meros incidentes en el lado morboso de la vida, los antecedentes
defraudarán a los amantes de la aventura y también de la buena
ventura. Mi vida no tiene nada de extraordinario, y por eso me he
inventado una amiga.
Me levanto con ganas de organizar algo, una cena, una buena
película, una exposición de pintura. Sé que a todo me va a decir que
sí, así que sólo me espera que esté hecho el desayuno, abierto el
periódico del día y la televisión encendida en mi canal preferido. Y
qué nadie me diga que esto lo ha hecho mi madre. Soy un hombre
con todas las de la ley por más que lo nieguen todas mis ex-novias
estrechas, por mucho que digan que soy un vago más raro que un
perro verde.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Mi amigo Mario: el superfontanero

Mi amigo Mario entiende mucho de flujos, conductos y válvulas. Estuvo dos años estudiando al más alto nivel la forma de manipular todos estos fundamentales objetos sin verse menospreciado. Su negocio consiste en hacer estropicio, para luego aparecer como salvador de lo poco que queda de humanidad en una catástrofe total. ¡Hay una inundación en el baño! ¿Alguno de ustedes es fontanero? Yo lo soy, contesta él, y sale al mundo dejando de lado el Martini con ginebra.
Hacer negocios hoy en día es muy simple, sobre todo con ingenio y habilidades. Reproduzco el plano del local, en mi mente, con la intención de encontrar la salida. Mis pantalones mojados son una prueba del delito, además estoy cansado de tanta juerga.
Dan ganas de borrar el párrafo anterior, pero tengo el firme propósito de no suprimir nada. Sí, estoy sediento, sediento de la droga más dura, ésa que llaman comunicación. Ahora me doy cuenta de que aquello formaba parte de una encerrona, y tengo que daros información para que no caigáis en ella. Pero antes de nada, y hablando de locales y flujos, voy a hacer una labor de Marketing, así os informo de que Doble Moral abre desde medianoche hasta la madrugada. Si os pasáis por allí, podéis encontrarme rompiendo los retretes, una sana labor para un aprendiz de fontanero.

Un niño haciendo el indio

El pistolero desenfunda su arma en medio del desierto,
realiza un par de disparos, todos ellos al aire,
todos ellos para el personal acostado en la arena,
en la arena de una playa nada salvaje si no es por una madre
que le dice que no arme alboroto y que cambie el bañador.
El verano se termina, la tarde también, y a nadie importa
salvo a un niño con ganas de desarmar a todos los indios.
¡Por favor mama! ¡Quiero quedarme un poco más!

El niño ahora quiere ser poeta para desarmar
a todos los indios que no creen en él,
ya no usa pistolas, aún menos juguetes;
el tiempo pasa en su oficina
y se ha puesto a garabatear historias
sin otro propósito que no sea el disparar.
Disparar contra todos esos enanos
cual Celso Emilio Ferreiro
en “Unha longa noite de pedra”.

La tarde también está cayendo en la oficina,
el trabajo no se amontona (hojalata que lo hiciera)
y nuestro niño crea un castillo de arena;
lo hace encima de un ordenador que desordena
los quehaceres diarios de un manipulador.
¿Qué hacer con los sueños? ¿Acaso nos pertenecen?
Quizás sean parte de ese lado oculto que muestra
lo que vimos y no comprendimos.

La madre está muerta, el padre se pierde
como él en aquella playa, luz de un agosto
que ahora ataca a la primera que por aquí pasa,
incauta ante el moreno de las piernas
que luchan con las horas de solarium.

Refugio de cobardes, cuento salvador
que muchos otorgan.
El niño no quiere cambiar el bañador,
le da vergüenza enseñar su intimidad blanca,
su poema íntimo para atraer a los idos,
para engañar a la Luna que ahora observa.

Elegir entre la rubia y la morena

Debo elegir entre una rubia y una morena, la cuestión parece fácil, pero tengo la costumbre de complicarme la vida ante el menor incidente. Mientras, escribo y quizás decido.

No lo sé, ha pasado el tiempo, aunque aún tengo sus sonrisas, ya no hablan, ya no te dicen: “Tienes manchada de sangre la camisa”. Ahora tomo antidepresivos que contaminan mi riego sanguíneo. Exploro su cuerpo con gracia e invoco al Dios de los Sueños decidido a poner dos mayúsculas. También miro. Miro en la contradicción de que aún estás escuchando. Pertenezco al recuerdo y a lo que olvido.

No queda otra salida que elegir entre la rubia y la morena. Ignoro lo que tengo, nado en la piscina llena de sangre, estamos muertos en vida. En la vida de media mañana, sin necesidad de hacer nada, únicamente con el deber de elegir entre la rubia y la morena.

Al final a la rubia le duele la cabeza, la morena no tiene cabeza pero la llaman por teléfono, su productor le ha encontrado una película con un par de negros, parece contenta, en realidad siempre está contenta, con las sustancias que se toma no me extraña.

Me quedo solo, con mis pensamientos, con los de aquellos que viven vidas parecidas a la mía, contigo y a la vez con nadie. Todo viene y luego se va, como la rubia y la morena, como tú y mi machismo.

Abro la botella de ginebra y la añado un poco de soda, después enciendo un puro habano. Debo elegir entre una rubia y una morena, la cuestión parece fácil, pero tengo la costumbre de complicarme la vida ante el menor incidente

El Libro de Job

Un poema de mi libro "Pena capital o de cómo matar a Cristo. Luna espía o la forma con la cual el resucita" Lo podéis descargar gratis en esta dirección:
http://www.bubok.es/libros/204181/Pena-capital-o-de-como-matar-a-Cristo-Luna-espia-o-la-forma-con-la-cual-el-resucita
El Libro de Job
Tienta el viento, mi viento
que luego acaricia tu torso,
el torso desnudo de antiguas caricias,
síndrome inequívoco del fracaso,
de algo que no existe en el objetivo
de cansarme en otra hora igual a otra.
Otra hora igual a otra, cariño,
¿por qué pasa el tiempo y no estás aquí?,
¿por qué pasa?
Entonces comprendo y tú también comprendes,
que todo resulta absurdo si lo miramos,
si lo miramos desde los años olvidados
en un cajón con ropa usada, limpia.
 Ignoro dónde quedarán los restos del accidente:
la carne rota, la sangre a borbotones, tu falsa sonrisa
de un payaso sin cabeza, marioneta epiléptica,
mordida la lengua, los ojos, aquel día…
Aquel día que ahora vuelve,
como Proust, Joyce, la película
que pudimos protagonizar sin sentir la tinta
que ahora escapa líquida, limpia, locuaz;
lenta agonía en los versos de otro punto final.

martes, 14 de agosto de 2012

Fringe, Mad Men, Los Soprano, The Wire y otras


Fenómenos paranormales con problemas familiares, la vida cotidiana del mal, el mal como espectro, el fin del mundo, el comienzo del éxito, la caída en el ostracismo. Todo aparece recogido en un conjunto de series que alumbran este comienzo de milenio.

Tenemos el privilegio de disfrutar del genio creador de los Estados Unidos de América como nunca antes desde el cine de la primera mitad del siglo XX. La televisión ese ser que se despliega en facetas que van de lo sublime a lo bochornoso intenta salir del fango de lo regular que rodea este medio desde hace décadas.

Debemos aspirar a lo máximo, ésa es la principal conclusión que saco del arte. Sentir como se despliega la venta de un producto que habla de venta de productos, fundirnos con una creación original y que llega a crear sentimientos alejados de la rosa y la margarita, huérfanos del bien más precario y amenazante: el éxito.

Trabajar la mente, ese gran musculo, con tramas que se enredan hasta el exceso invitándonos a no abandonar si no queremos perder el siguiente giro en el argumento. O con el desarrollo de un criminal que es un ordinario que busca respuestas, con sus depresiones, sus grandes preguntas, sus odios y amores tan similares a las de nuestras vidas, a la mía (y eso que lo  único que soy capaz de matar son insectos).

Los crimines de Baltimore de The Wire, esa gran mezcla de Expediente X con Buffy la cazavampiros que es Fringe, la lucha de los náufragos en Perdidos, la genial trama servida por George R. R. Martin para Juego de Tronos, la vida cotidiana de un seres tan alejados de los del Padrino como son Los Soprano pero que crean la misma sensación de repulsión y simpatía; y muchas otras menciones que no caben aquí. Sí, tenemos mucha suerte.

La gente de mi generación sabemos lo que es sufrir esperando hasta que sale un producto nuevo. Una Luz de Luna protagonizada por un Bruce Willis con pelo pero más gracia que el actual (independientemente de la valía de parte de su trabajo), la dureza y la ternura de Canción Triste de Hill Street, alguna serie de humor aunque la mayoría padecían de una dulzura mal llevada. Sí, había cosas, aunque lo de ahora es una explosión de creatividad, una orgía del arte con mayúsculas.

Gracias, gracias y más miles de gracias, creía que Estados Unidos estaba muerto entre ataques de pánico anti-terroristas, entre artistas que vendían sus intimidades aún después de muertos, entre una violencia que surgía en medio de un marasmo, de una prepotencia que asqueaba. Pero no, sois capaces también de lo mejor. De tener artistas comprometidos contra las guerras, de deportistas ejemplares y de este conjunto de series en donde se encierra el futuro del medio audiovisual.

El cine aburre con sus repasos del pasado y sus infantiles superhéroes. De la música mejor no hablar. Por suerte nos quedan las series, y también la literatura, aunque de eso hablaré en otro post. No, afortunadamente Estados Unidos no está muerto.

Psicodelia en la ciudad romana


No necesito –para mis trascendencias–  recurrir a los 3 ídolos paganos que adoraba Jimy Hendrix, aunque lo puedo hacer, de vez en cuando, por curiosidad o por placer. Música, drogas y mujeres son la triada de maestros que enseñaron a la generación psicodélica más auténtica e interesante. Las lecciones aprendidas de ellos son básicas: la música alta, las drogas que sean las duras –para los expertos las más débiles– y las mujeres que tengan algo de zorrunas o salidas de madre. Jimy también gozaba con la triple combinación; al  volver a recordarlo, olvido todo y oigo mentalmente la introducción de uno de sus discos “…and the good made love”.
Parece mentira que, con lo bien que punteaba, tuviera que tomarse demasiado en serio su papel. El pobre no pudo pasar por esta ciudad, pues nunca tocó en esta capital de provincias. Si lo hiciera, oiría su propia música, sólo de esta forma,  recapacitaría el lema de vivir rápido y hacer un cadáver bonito.

Que Hendrix no pasara por aquí es normal. Ésta ciudad es un pueblo donde no crecen las malas hierbas y  el único vicio se reduce a un escupitajo al perro del vecino. Ésa es la causa de que esté fuera de sitio, rechazado de esa gran orgía en la cual él participó para comunicarse  con un nuevo Dios, aunque para esto fuera necesario el previo paso por la eucaristía del semen y el exceso.
Soy tu cuerpo de Cristo, amen. No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastaría para sanarme. Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos verán a Dios. Definitivamente empiezo a enrollarme, con la consecuencia de que los duendes empiezan a no comprender ni media palabra entre tanta confusión de religión, sexo y buenas maneras. Todo ello trata de convencerme para que no salga a la calle, pero por extrañas razones sigo avanzando hacia mi destino.

lunes, 13 de agosto de 2012

Mi amigo el onanista pesimista


 Al secarme en esta vieja toalla se transmuta lo visto. Cuando regreso al mundo cotidiano (que mora fuera de la bañera) intento relacionar materia con espíritu, para lograr después desenredarme de esta madeja de telas de araña que es lo que vivo, para quitarme de encima el sabor del morbo masturbatorio.
No me comprendáis mal, sé que soy un pesimista, también un poeta; por eso aun creo que en el arte está la salida pero también la trampa. Siguiendo su camino, mis pasos buscan las sendas de otros días y, cual orfismo puro que escapa del infierno uso como cuaderno de bitácora  a los imprecisos instintos, esos instintos que me incitan pero no me desatan.
Al final del camino, aparece el regreso a nuestra Itaca particular; sea ésta la infancia, un amor o un momento. Quizás la mía es una patria rectangular, un invernadero o, pensándolo peor, un ataúd de cristal que no deja pasar la luz del Sol, mi única esperanza acaba cuando llega la paga, cuando puedo hacerme el valiente detrás de unos billetes, cuando puedo volver a verlas, ellas tan risueñas y desnudas. Aún así, sé que nunca me van a querer, que siempre tendré que crearme una historia.
Ante tal perspectiva, tal vez sólo queda esperar el momento de atravesar el túnel que separa el más aquí del más allá. Como dijo Neruda, el corazón lo atraviesa como un naufragio, aunque uno no cree que por el túnel viaje nuestra alma, lo que en realidad pasan son nuestros pensamientos racionales, los encorsetamientos encadenados al discurso pornográfico.
El corazón merece hundirse en un mar lleno de coral, o explorar las sonrisas en sus alas de mariposa, todas esas bellezas que aparecen detrás de los latidos emocionales. Necesita, en definitiva, un refugio, aquí y en el más allá, un lugar para que Penélope espere tejiendo nuestras galas mientras navegamos de vuelta al puerto, del mismo modo que yo vuelvo al pasillo después de la corta aventura, despues del onanismo salvaje con una mujer recordada o incluso podríamos decir inexistente; sí, soy un pesimista, y me invento amistades.

La apabullante realidad




Hoy me he levantado con ganas de llorar por la maldad que hay en el mundo. Quizás debiese desconectarme de todos esos medios que actúan de cordón umbilical entre mi humilde posición y esa enorme obscenidad que nos rodea; quizás me vendría bien no andar por la calle; otra opción sería desconectar el teléfono y darme de baja en esa gran entrada al infierno que es Internet. Pero no, prefiero seguir interactuando y mantengo mi unión con lo ajeno. Evito de esta forma el ser un vegetal y lo hago como si de eso dependiese mi vida, pero también como si fuera algo habitual el jugarme ese precioso bien que es ser un ser viviente, y valga la triple redundancia

En realidad soy un héroe, pues ya debería estar muerto si analizamos los deseos de los demás: mi vecina me quiere muerto por poner la música mi alta; mi jefa también para no tener que soportar a un funcionario más del sistema que además no entiende de cotilleos; a mi madre también le gustaría aunque lo niega, pero yo la espío y le oigo decir cosas sobre estar siempre juntos; mis amigos están hartos de que no les invite a copas y que decir del dueño de la cafetería al cual nunca le dejo propina. Pero esto no es todo, si ampliamos el círculo nos encontramos que los aficionados del equipo de mi ciudad tampoco me pueden ver pues soy del F. C. Barcelona; por otro lado  el presidente del gobierno no aguanta que le vote pero a la vez estime cambiar mi voto en las próximas elecciones; los de la derecha me miran como si fuese de otro planeta y los de centro quieren que les acompañe en su bajada al infierno. También los artistas no son menos: no soportan que me introduzca en sus vidas y quieren castrarme por mis pensamientos obscenos con respecto a ellos

Visto lo visto, hasta yo me sorprendo de mi buen humor y de la deferencia con que los trato. Sé que un día me vencerán pero espero que al menos no lloren por mí. Yo en cambio si lloro por ellos, porque la realidad se escabulle con la maldad que no dominamos. El sufrimiento asciende más que desciende el Down Jones y no podemos darnos cuenta que las hipotecas del sentimiento se pagan con dolores de espalda, de esa espalda que no vemos pero que acaba por crearnos extrañas posturas, y no precisamente las del Kamasutra.

De todas formas, debo perdonarlos; mi vida no es tan importante aunque no pase de la media de cobardía que nos ataca. Por eso me encierro en mi habitación y os escribo estas frases: todo con la esperanza de que hagáis algo. Entendedme bien: a mi ya no podéis salvarme, pues he inundado mi mundo de odio y ya sólo cabe la huída hacia delante; ésta consiste en olvidar las certezas basiliscos y nadar en el mar de la indiferencia. Un mar servido en vaso de tubo, con cubitos de hielo y una mirada de satisfacción a la rubia oxigenada que estoy imaginando en mis brazos.

Debería darme vergüenza: la vida consiste en hacer algo más que dar las gracias a todos los vendedores extranjeros de chucherías o películas piratas, la vida debe ser algo más que avanzar con los ojos cerrados. En el fondo me tengo merecida mi ración universal de odio ajeno; espero al menos que estas palabras me sirvan de consuelo. Un consuelo de invernadero para criar las verduras del compromiso; un consuelo con el que crear un sentimiento, no ya por mí, pues ya estoy perdido, pero si por esos que me odian, pues nunca supe quererles como realmente me quiero a mi mismo. Y es que en el fondo soy un egoísta con un cencerro para evitar a todos esos seres tristes que diariamente salen a mi encuentro.

domingo, 12 de agosto de 2012

Estados Unidos oro - España plata


Se  acaban los Juegos de Londres, aunque los juegos nunca se acaban. Atrás quedan los años de lucha, los sueños de la infancia, aquella chica de la que ya casi no sabemos nada. Ahora somos famosos, lo logramos, mantuvimos la emoción, casi ganamos, aquí estamos.

El viento llevará la gloria, también los fracasos, pero en el almacén de las emociones quedan los esfuerzos de los campeones. En otros tiempos ni tan siquiera lo imaginaríamos, plantaros cara, trataros como iguales, casi hemos podido ganar jugando al máximo nivel. Se acaban los Juegos, aunque los juegos nunca se acaban.

Es curioso cómo me identifico con vosotros, pero expreso el sentir de muchos. El esfuerzo de las chicas recompensado, las horas delante de la televisión, con la desilusión inicial porque no llegaban las medallas.

Afortunadamente, poco a poco, hemos ido remontando. Estaremos en crisis, pero esto demuestra que no por culpa de la indolencia, sólo somos granos de arena en la inmensidad del Universo, pero por siempre mantendremos la esperanza. Ahora sólo nos queda esperar a Río de Janeiro. Se acabaron los Juegos.

Eva o la fruta del pecado


El ansia de agradar distorsionaba el de apabullar. Como un vasallo, entré en su reino feudal, para encontrarme con un exotismo confuso; y es que desde un oriente taimado nacía su sonrisa, un oriente lejano a las artes marciales o quizás muy cerca de ellas. Aun hoy ignoro como un idiota seguro de cuatro verdades quedó tan fascinado por una belleza comprada, luego ese mismo admirador se convirtió en un feto desparramado. Pese a ello, el desorden se alió con lo grueso, pues la elección fue otra. Ninguna voz protestó, a lo sumo gimió compungida en otro goce distinto al mío.
En la intimidad tenebrosa, quedo mi mala conciencia. La cortante despedida aludía a una jactancia, pero daba un cuarto al pregonero detrás de mis circunstancias, pero aun así sabía que una intriga eterna y privada acababa de nacer. Nunca me arrepentí de aquello pero la citada noche se convirtió en una esperanza pesadilla. De todas formas, lo que puedo asegurar es que ella no tiene semejante drama en sus telenovelas.

Catarsis excesiva


Deberíamos intentarlo, deberíamos reducir nuestras horas de sueño y dedicarlas a la labor masturbadota de leer revistas del corazón; quizás así llegaríamos a comprender el mundo y su idiosincrasia; quizás, con esta búsqueda insensata guiándonos, lograríamos saber lo que le preocupa a la gente aparte de tener sexo, dinero y otra vez sexo después de tener dinero y nunca antes. Así podríamos saber la  causa de nuestras más extrañas acciones, ésas que parecen salir de lo más hondo de nuestro ser, pero provienen en realidad del exhibirse, del imitar a todos esos payasos fuera del sentido del humor.

Lo curioso es que cogemos esas grandes enciclopedias del pensamiento actual como si fueran papel para la basura, pero nunca como fieles termómetro de la sociedad y, sobre todo, de nuestros comportamientos. Os diréis que no es cierto que las acciones de los famosos  determinen nuestros actos, pues, al fin y al cabo, los que salen ahí no tienen nada que ver con nosotros, aunque la realidad es que nos interesamos por ellos más que por nuestros parientes y amigos.

Tanto interés no puede caer en saco roto: ellos nos dominan, debéis creerme para de esta forma intentar poder vencerlos. La salida está en comprender que, cuando leemos que la novia del torero se va a operar, o también que el cantante ingreso en una clínica de desintoxicación, esas dos simples lecturas determinan si vamos querer pasear el perro después de trabajar o si nos parece bien que suba el precio de la leche (y eso que somos unos grandes productores de ese alimento, pero olvidémonos de esto).

Puede resultaros excesiva mi hipótesis, por eso os pido que razonéis, y que mejor forma que con sus propias armas. Vayamos pues a la librería y agotemos todos esos documentos sociales, pero hagámoslo no porque muestran a miembros de la Corona en momentos íntimos que pueden ser censurados para así subir el precio de la revista; no, evitemos las especulaciones fatuas y usemos nuestra Prensa Rosa para salvarnos.

Os parecerá una tarea inmensa el intentar salvarnos, pero tengo un plan: Lo que hay que hacer es memorizar todos los datos, estudiarlos como si fuesen los temarios de una Oposición, para  que así interioricemos la vida de toda esa gente bien. Una vez que los tengamos dentro ya no podrán salir, nuestros huesos serán los barrotes de su cárcel y podremos manejarlos a nuestro antojo; conseguiremos así que la novia del torero cambie de sexo y que el cantante de música se meta a monje. Pero sobre todo, y lo más importante, lograremos pasear el perro o comprar la leche sin sentimientos de culpa.

Así que ya sabéis: id todos al quiosco para empezar la revolución, que no os traten de tontos, se acabó el ser un monigote en manos de los que mandan y gobiernan (que no son los mismos, aunque se parezcan). De ahora en adelante seremos nosotros los que movemos el mundo, y todo mediante la ardua labor de atiborrarnos de ciertos bodrios para poder ser los jefes de los que los generan. No penséis que estoy loco o que lo estáis vosotros: otros pensadores tuvieron ideas más descabelladas y hoy son héroes, algunos incluso Dioses.

Orgasmo


Riadas de semen llegan a mi certeza, invaden la intimidad de sus aposentos, aparecen las sacudidas desde todos los ángulos, una lengua recorre mi miembro, catarsis.

Envidia, todo es cochina envidia, te anoto en cada milímetro de mi cuerpo, el viento de los nuevos tiempos ya no me respeta, huída, necesito una vía de escape hacia el infinito, pienso en ella, en Alicia, en la época de la falsa inocencia, nadie te respeta, envidia, todo es envidia.

Después llegan los soldados, ¿por qué siempre tienen que aparecer?, y empiezan a enumerar mis pecados, el tiempo perdido, tu sexo decaído, mis intentos, el semen que vuelve, la pastilla, los sucedáneos.

Edelmiro Fugaces Estrellas no merece algo mejor, y aunque tuvo esperanzas, todas se le fueron con el dolor de una presencia que invade su calma llena de sangre y soldados, ¿por qué siempre tienen que aparecer?

sábado, 11 de agosto de 2012

El primero

Para empezar un poema de mi libro "Claridades que nublan-Sombras que iluminan":

Es innegable que la descripción
De la tierra de la leche y la miel
Parece indescifrable en lo imposible,
Hasta aprender que llega el día.
Todos los demás le mentían,
Y es increíble que a nadie le importe,
Además de ser aceptado así,
Como algo que cae del cielo
No siendo rebotado hacia arriba.
La madre escalada en la tierra
Llegaba a la selva perdida,
Cuando sólo tocabas mi corazón,
A sonar en la muerte sin garganta
El húmedo llanto de tu lluvia.
Aun así, ¿Por qué estamos aquí?
Debemos continuar en la oscuridad
De esta isla que se desplaza en el caos,
Buscando una afirmación indecisa;
O quizás aprendamos algo
Al lamer el suelo, buscando
Difuntos de oscuras sabanas
Que piensan cansados la palidez
De los huesos en la suerte,
Por los cementerios solitarios.
Bancarrota de esquemas tropicales,
Esbeltez del día inacabado,
Entonces podría tolerar
Tus dientes en tu risa, boca,
Que templo en mi saliva, agua
Para los sacerdotes de la orden, misa,
Perdida en el marasmo escaso
De la inexistente humanidad pérdida.
Todo lo llevabas dentro, en el paraíso,
Y los demonios te rascan la piel,
Para que corras indecisa,
Novia que nunca tuve
Y que ahora aprieta mi cuello,
Minuto antes suicida
Saliendo del fango tenebroso.
Doy el beso de los condenados,
Mala memoria de viejo
En el corazón hecho escombros.
Pero la función comunicativa aprieta las voces,
Y negábamos la belleza
Hundiendo el panorama de los nombres,
Pues la tentación maltrecha y perdida
Era la escafandra que quita el aire.
En los polos de atracción antagónicos
Estallaban, una y otra vez,
Los espacios suficientes de un petardo,
Pólvora seca en mi garganta
Que ahora saboreo gozando
La aspereza tierna fiera
De los que queman su destino,
En la brisa libre sonando.