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lunes, 21 de diciembre de 2020

Gestión de la incertidumbre

 


Dile a la rabia que te come que ya no estoy,
díselo como si no lo quisieses decir,
lentamente, como si el segundo durase un minuto,
como si un minuto durase un siglo,
como si no existiese el tiempo
y jamás hubiésemos estado aquí.

Dile que los sentidos no sienten,
qué la Luna desertó de mis mareas,
del calendario de un camionero,
del efluvio de un cristal
de una bohemia corrompida.
¿Quién llama a la puerta?

Reniego de todas las medidas,
te retengo y no me sostengo,
la rosa mordió a la margarita
que no para de temblar.
Lo siento, la señora no está,
venga en otro momento.

Quizás no haya otros quizás,
quizás…

 

jueves, 17 de diciembre de 2020

MUERTE Y ORFANDAD (Verónica). @EdAtlantis


 

Verónica era una chica de color, si aceptamos la definición que aceptan por aquí; en definitiva, descendía de esa raza de personas traídas de África con la misión de servir; a pesar de este designio divino, algunos de los miembros de esa vieja y, a la vez, ignorante estirpe, no soportaban emparentarse con un sicario. Nunca habían manifestado en público su posición con respecto a sus padrinos, sin duda por el miedo que los consumía, del mismo modo que lo hacía la ausencia total de oportunidades en la patria que los adoptó, aunque esa adopción fuera a la fuerza. A pesar de su ignorancia, sabían lo que no convenía hacer, del mismo modo que un perro sabe el sitio donde le dan comida, también el lugar donde solo recibe palos. Miguel Ezequiel sabía que los culpables habían sido ellos, los que le habían metido en la cabeza todas las ideas sobre el honor y la honestidad. Un negro no tiene más honor u honestidad que el que dicta el cuerpo, quien no lo crea así debe escapar de ellos, pues acabarán por comer los ojos a los seres que los protegen. Incluso así, hay algunos que, ante un rayo de luz, se creen los amos del mundo, esa idea nadie se la iba a quitar del pensamiento.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Muerte y orfandad @EdAtlantis (en el orfanato)

 

    Con humildad, les perdono magnánimo en mi trono de soledad, rey de un desierto como la playa urbana a la cual vamos en verano. Debería haber tenido más optimismo, hoy la bronca fue tremenda, por eso voy a hacer un esfuerzo de la misma forma que incita mi tutor a menudo. Este presunto protector no conoce, en realidad, lo que preocupa a su negrito tímido e insolente. En cambio, el aspirante a macaco ve a primera vista de qué pie cojea su maduro profesor: un oficio para el cual no tenía vocación, una mujer que ha engordado o se ha vuelto vinagre como el vino viejo, un colegio de niños que no son normales. Además de todo eso, podría señalar una religión que no da respuestas, una gente que percibe tu inferioridad, una incapacidad para lograr disimular la inseguridad; en definitiva, una vida que no es vida, pero a la que tienes que defender cuando hablas con el negrito huérfano.

    Sí, Elías, no creo que te percates, incluso así te comprendo; puedo asegurar que deberías ser tú el sujeto pensante, el amargado que escribe unas líneas para pasar el rato, para olvidar o encontrar una solución. En cambio, es tu desconocido alumno quien lo hace, el niño inocente que parece tener problemas con la trigonometría, todavía más con la Historia con mayúscula; sí, esa historia insípida que enseña Delia, la joven recién salida de la universidad a la cual prestas buenos ojos. La realidad es como un libro que espera su lectura, mi tutor hace tiempo que lo dejó olvidado, lo hizo de la misma forma que otros olvidan el bolso; pero lo que nunca olvidan es a los hijos.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Muerte y orfandad @EdAtlantis (un deseo)

  

    Todo tendría solución si nos hubieran acogido; este es nuestro único sueño en nuestra pesadilla de no tener padres; además, aquí dentro, hay hechos que abusan de nuestra inocencia; de ninguna otra forma se pueden calificar la empanada de pieles de pollo que nos cocina doña Gumersinda, también merecen señalarse los coscorrones, por no hablar del castigo que surge al no disfrutar de demasiadas salidas a la calle y tener tan poco tiempo de vida lúdica.

    Incluso así, lo peor para mí forma parte de otra característica propia pero ajena. Todo lo malo queda reducido a una tara, a una desfachatez del destino culpable. Mi verdadero pecado queda reducido a la tez que insulta, a mi moreno permanente, al luto por unos parientes que no he conocido, unos progenitores que me regalaron el presente de la ausencia de claridad. Por eso, el tiempo pasa y, sin embargo, siempre estaré fuera de sitio. Estoy seguro de que mi ascendencia procede de otro continente, de otro contenido, argamasa y ladrillo. Las conversaciones tornan la alegría en amargura, al igual que el vino que no me dejan tomar acaba convirtiéndose en vinagre. Cuáles hubieran sido las razones para mi castigo, las desconozco; de la misma forma, ignoro el rumbo de los caminos que conducen a esta cárcel que es mi hogar.

sábado, 14 de noviembre de 2020

Muerte y orfandad de Juan Carlos Pazos @EdAtlantis (El alma de la ciudad)

 El alma de la ciudad estimulaba la tristeza ante un invitado tan sobresaliente, los árboles de la calle principal regalaban sus sombras y, aunque iba con la calefacción a la máxima temperatura, no se despojó de su desaliñada gabardina; prenda algo agravada, todo sea dicho, en su pobreza de años desgastados en otro cuerpo, en uno que no correspondía cuando se repartieron los agravios de la mala fortuna.

La diferencia entre un hijo de puta y un cabrón es que el primero nace y el segundo se hace. Había puesto su resguardo a la altura de su fama. A algunas de las personas que frecuentaba no les gustaban aquellos aires. Al afirmar esto, el autor aborda la liquidación de una empresa en construcción, lo hace con ciertos significados ridículos, los significados de la muerte a cualquier precio, en este macabro juego todas las cartas están marcadas.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Comienzo de la novela negra "Muerte y orfandad"

El emisario

S

i quisiera desempeñar el papel de protector, habría recurrido a alguien como Gisela; para eso todavía tengo mucho tiempo. Ahora lo que necesito es una pasión desbordada, al borde del delirio y un poco dramática en la parte más débil. Al final, saldré triunfante, también con una nueva experiencia en el tira y afloja de las relaciones sentimentales. Ella se habrá quedado con el desengaño y con el sabor agridulce de probar la fuerza de la juventud; además, qué duda cabe, tendrá el fraude del sexo. Al fin y al cabo, a eso se reducen las grandes historias: a estar en la cumbre y con el tiempo acabar en lo más abajo que un ser humano pueda llegar.

    Mientras hago elucubraciones sobre mi éxito, otros padecen. Los niños juegan protegidos por los soportales, hoy toca improvisar guerras con sus petardos, les tengo simpatía, a la vez no soporto sus ruidos sorpresa. Con tanta nube, la ciudad parece tan lúgubre como sus habitantes. La nota de colorido es puesta de nuevo por los barrenderos al trabajar, con sus impermeables amarillos, debajo de la persistente lluvia. Vuelvo a casa caminando por la destacable ciudad vieja, entre la claridad de las piedras entrañables que susurran más que rezan peleas históricas. ¿Cuántas puñaladas? ¿Cuántas inocencias ultrajadas en cuerpo o en espíritu? Hoy en día, esta zona es transitada por un ambiente estudiantil que gasta el dinero en noches de juerga; un dinero que reciben de sus padres, luego sus hijos lo aprovechan para emborrachar el cuerpo y agotar la inocencia en noches agotadoras sin final previsto; de esta forma, buscan destinos ignorados por los abusos impuestos sobre uno mismo.


    En otra época, las luces de Navidad enredaban un contexto que luchaba por ser y no era; incluso así, se puede afirmar que de aquella todavía había muchos elementos apacibles. Eso no resulta raro, el egoísta egocéntrico del más alto ego recorrió esta calle de piedras tanto físicas como espirituales, entre las rocas busqué una gema, una esmeralda o quizás una veta de oro; a pesar de golpear con fuerza todas estas paredes, solo encontré silencio y desdicha. La calle y la lluvia son las mismas, no el espectador, le han afectado el tiempo empleado en la búsqueda y el cansancio de la entrega. En el caso que ahora procedo a narrar ocurre algo parecido, él tampoco podía escapar de las circunstancias.




miércoles, 15 de julio de 2020

La tierra prometida

Es innegable que la descripción de la tierra de la leche y la miel parece indescifrable en lo imposible, hasta aprender que llega el día.

Todos los demás le mentían, y es increíble que a nadie le importe, además de ser aceptado así, como algo que cae del cielo no siendo rebotado hacia arriba.

La farsa escalada en la tierra llegaba a la selva perdida, cuando sólo tocabas mi corazón, a sonar en la muerte sin garganta el húmedo llanto de tu lluvia.

Aun así, ¿por qué estamos aquí? Debemos continuar en la oscuridad de esta isla que se desplaza en el caos, buscando una afirmación indecisa; o quizás aprendamos algo al lamer el suelo, buscando difuntos de oscuras sabanas que piensan cansados la palidez de los huesos en la suerte, por los cementerios solitarios.

Bancarrota de esquemas tropicales, esbeltez del día inacabado, entonces podría tolerar tus dientes en tu risa, boca, que templo en mi saliva, agua para los obispos de la orden, misa, perdida en el marasmo escaso de la inexistente humanidad pérdida.

Todo lo llevabas dentro, en el paraíso, y los demonios te rascan la piel, para que corras indecisa, suerte que nunca tuve y que ahora aprieta mi cuello, minuto antes suicida saliendo del fango tenebroso.
Doy el beso de los condenados, mala memoria de viejo en la cartera hecha escombros.

La función comunicativa aprieta las voces, y negábamos la belleza hundiendo el panorama de los nombres, pues la tentación maltrecha y perdida era la quiebra que quita el aire.

En los polos de atracción antagónicos estallaban, una y otra vez, los espacios suficientes de un petardo, pólvora seca en mi garganta que ahora saboreo gozando la aspereza tierna fiera de los que queman su destino, en la brisa libre sonando.

Covid-19. Ley de Estado o ley de mercado

En estos últimos dos meses y medio todo ha cambiado, el coronavirus venía a atacarnos como si fuese el protagonista de una película de gran presupuesto o de un best seller terroríficamente diseñado para consumo liviano, todos hablamos mal del Covid-19, él solo busca reproducirse, perpetuar su material genético, por mala fortuna su instinto de supervivencia darwiniano nos iba a crear una situación que casi podemos denominar de guerra. Aunque la situación creada es excepcional, las reglas del juego en la sociedad humana no han cambiado, son las mismas que ha habido desde que existen los sistemas políticos y económicos, desde que el hombre se organizó como tribu y empezó a relacionarse para tener más posibilidades de sobrevivir con el objetivo de progresar en su labor también de reproducirse y perpetuar sus genes.
 Hemos visto que el trueque no fue anterior al dinero, sino que el hombre es un ser de compensaciones abstractas, cuando tratamos con los demás el cálculo también está ahí, hoy por ti mañana por mí; nos conocemos y no olvidamos; el trueque solo funcionó ocasionalmente y con extraños, somos más inteligentes de lo que parecemos, aunque también estamos atados a un mercado necesario para nuestro sustento.
He aquí que, incluso en una situación dramática como es una pandemia global, el sistema económico de la oferta y la demanda funciona a rajatabla. La escasez determina el precio incluso cuando se demandan artículos que pueden salvar vidas, hablamos de las mascarillas, los respiradores y otros artículos sanitarios. Ante la gran demanda que hubo y hay por esos productos, los precios subieron exponencialmente, en casi ningún lado se encontraban. Quizás no había mascarillas o tal vez se ocultaban para que aumentasen los precios y obtener más beneficios. El sistema económico es un proceso institucionalizado. Por fortuna, el sistema se adapta; con rapidez múltiples empresas se pusieron a fabricar los necesarios productos de protección para obtener beneficios, por altruismo, por status o por todo a la vez; alguna como Inditex aprovechó su logística y en un acto desinteresado las trajo gratuitamente de donde más había, de China, precisamente el primer lugar donde se propagó el virus y que, ironías de la vida, ha sido el principal productor y vendedor de estos productos, con el consiguiente beneficio económico.. Por otra parte, el Estado también intervino al fijar un precio máximo y evitar así la especulación.
No hay duda de que el abastecimiento de productos de primera necesidad es ante todo un acto político, es público, orientado a una meta (que haya el menor número de muertes posibles) y exige un poder diferenciado al hacer una labor de control sobre el mercado, lo cual afecta a muchos individuos dentro de los gobernados. Es también un acto de coerción que criticarían los partidarios del libre mercado, aunque cualquier medida siempre tendrá un rival pero también sus apoyos. La legitimidad la dan las urnas, aunque a veces no se haga lo que los votantes esperaban, ocurren entonces procesos de conflicto que podemos ver estos días con las caceroladas o las manifestaciones que no reconocen la legitimidad de la autoridad; puede que no estemos de acuerdo con ellas, forman sin embargo parte de la conducta política, más aún de un país democrático; tales actos constituyen otra forma de control, como también lo es la división de poderes en ejecutivo, judicial y legislativo; también la división territorial de poder que conlleva el diferenciar ámbitos local, provincial, regional y estatal. Precisamente una de las críticas al estado de alarma es la concentración del poder ejecutivo en un mando único a cargo del presidente y su consejo de ministros.
Algunos dicen que el daño producido por el confinamiento excederá enormemente cualquier beneficio en cuanto a la economía se refiere, en otros países ha habido gobiernos que han pasado completamente de cualquier medida contra el Covid-19; se centran ellos en la enorme penuria económica que puede llegar a causar, alegan que es preferible morir por el virus que no por hambre. En efecto, la privación de actividad puede conducir rápidamente a una nueva crisis; según ellos, el parón económico producirá un daño permanente e irreparable, lo cual es cierto aunque quizás sea incluso peor para la economía el miedo y la muerte continua.  Consideran ellos que es un error el retrasar la vuelta a la normalidad, alegan que se perderán empleos que según ellos no se recuperarán hasta dentro de bastante tiempo, acusan al gobierno de pretender crear una sociedad empobrecida. He aquí cómo en este debate social surge un nuevo mercado en cuya balanza está por un lado las posibles muertes humanas y por otro la pérdida de empleos, con ello el aumento de la pobreza. Surge así una negociación política que se puede asimilar a una negociación también de mercado, de ofertas y contraofertas para prorrogar el estado de alarma, de concesiones donde se ven involucradas vidas, también intereses económicos.
Hay que maximizar la ganancia, también minimizar las pérdidas y, por ejemplo, si no abrimos las fronteras a posibles infectados, uno de los sectores del país más próspero e importante, el turismo, se va a ir a pique. Aquí se ve que las relaciones entre algunos de los grandes empresarios (también sus afines) y sus empleados son claramente impersonales, tal vez en muchos más casos de los que hubiera debido, el dominio económico se aleja del trato social personalizado, al final resulta cierto el refrán de “ojos que no ven, corazón que no siente”; muchos añoramos las empresas que eran como familias y que cada vez escasean más. Al final, todo se reduce al intercambio de cantidades de muertes por cantidades de dinero, aunque parezca cruel debemos acostumbrarnos a que dicho trueque sea posible, los dos conceptos se reducen ambos a meros números de una estadística que no atiende a relaciones de tipo social. Todos participamos en el gran circo del intercambio, unos dominando, otros alienados y, en este caso, cada uno en su casa a esperar el momento en que la balanza se incline para su lado. Unos queriendo libertad para morir, otros reclamando más ayudas para poder sobrevivir, atendiendo también a la libertad, aunque más al seguir vivos y que esa supervivencia sea digna.
Es curioso el hecho de que hemos pasado de presenciar guerras en directo por televisión (la primera fue la primera Guerra del Golfo) a ver toda una pandemia también por televisión, más aún por internet, en esto hay que destacar el enorme papel (en muchas ocasiones desafortunado) que han ejercido las redes sociales, no por ellas en sí mismas, sino por el uso que han hecho de ellas algunos que se consideran ciudadanos respetables, pero que más se puede esperar de una sociedad adicta a la telebasura. Cada día nos despertábamos, en realidad todavía lo hacemos (todavía no estamos a salvo) y lo primero que hacíamos era mirar en el móvil la cantidad de muertes e infectados, comparábamos los datos para ver quién iba ganando y quién perdiendo en el marcador de muertes, casi como si fuese una competición deportiva y quisiéramos ser los mejores para así vencer a nuestro común enemigo, también al vecino que lo hacía peor que nosotros. Luego, casi al instante, empezábamos a recibir mensajes con todo tipo de información sobre el llamado “bicho”, muchas de ellas falsos. Las conocemos con el nombre de bulos y fueron (también son y serán) fabricadas con el propósito de que la opinión girase hacia uno de los bandos, de que ganase nuestro equipo para organizar una fiesta; aunque nos duela, estos también son actos políticos, de los de peor clase, todo hay que decirlo; aunque en este tipo de situaciones la verdad duela aún más que en la anterior normalidad.
Mención especial merece la influencia de la epidemia en la estructura familiar. Aparte de la muerte de familiares cercanos sin que haya sido posible el contacto presencial con ellos, incluido el posterior duelo, hay que hablar de familias cuyo hábitat ha sido modificado considerablemente con los problemas que ello conlleva. A quién más afecta esos problemas es a los más débiles y desfavorecidos, a las mujeres que sufren violencia machista y están condenadas a vivir veinticuatro horas con sus maltratadores, a los niños que están en esos hogares conflictivos o que simplemente han sido segregados de uno de sus progenitores que tenían su custodia compartida.
Los problemas han sido mayores en las familias extensas, en aquellas en que miembros adicionales a la familia nuclear comparten vivienda para sufragar gastos, de coincidir un par de horas al día han pasado a estar juntos todo el tiempo, en esa situación es fácil que los conflictos soterrados salgan a la luz. Lo mismo sucede en familias reestructuradas donde sobre todo los hijos se ven obligados a prescindir de su padre o madre biológico, lo cual puede descomponer la relación con el padrastro o madrastra, una relación que muchas veces es difícil porque está ahí la sombra de los genes condicionando incluso el calificativo con el que se nombran a esos padres y madres postizos.
Por último, ya que hablamos de familias y desfavorecidos, quiero comentar la gran tragedia que ha habido con la gente mayor, quizás los que más duramente ha atacado el coronavirus. Principalmente a los que estaban viviendo en centros residenciales, con la espada de Damocles que conllevaba la cantidad de muertes en gente de su edad y con el oprobio que supone el carecer de contacto físico con los seres más queridos; unos seres queridos que también se ven impedidos al estar lejos de sus padres y abuelos debido al covid y al distanciamiento muchas veces ocasionado por las condiciones laborales.
Y es que la estructura laboral ha cambiado mucho si partimos de la vida agrícola y pasamos a trabajos realizados en otros sectores más avanzados. La movilidad que exige el nuevo mercado laboral ha ocasionado que las familias estén divididas temporalmente; por desgracia el confinamiento ha prolongado en exceso esa temporalidad. Eso afecta tanto a los que se trasladaron como a los que se quedaron. En este mundo globalizado, donde tenemos capacidad de enterarnos sobre lo que ocurre en el otro extremo del planeta al instante, quizás nos estemos perdiendo lo fundamental, esto es el trato cotidiano con nuestros seres más cercanos y queridos. El coronavirus ha aumentado esta pérdida, en muchos casos convirtiéndola en toda una tragedia.

domingo, 12 de julio de 2020

Un crimen y un culpable


En el lado equivoco de las cosas se ahoga este provocador sin ánimos de corrección. Santas Patrias esquivadas, rezos y juramentos; todo lo tuyo sin lo mío; pedazo de carne que revienta ante el pudor de no tener otro destino que probar la existencia de algo que se llama amor y luego es fracaso.

Te ríes de mí, en tu pedestal de ceniza, fuego arrasado, sentimientos raros, hoy ha llegado un circo al pueblo de tus carencias, mira las gracias del payaso, mira la furia del león; estás invitada a ver todo el espectáculo, no vas a tener que pagar, todo corre a mi cargo, estoy de promoción, hasta puedes tomar las palomitas de la paz.

Seré mentecato, no te rías. También te podría haber sugerido otras cosas, pero preferías lo clásico, no importa, tengo que garantizar el disfrute de todo el personal; hoy vendemos lotería de Navidad, la puedes recoger en la administración de siempre, la he dejado a tu nombre, forma parte del espectáculo en el cual nos forramos, ábrete de piernas, soy tu hombre hecho placer, ya no importa nada, sudor en la mejilla, sentimiento acordado por un contable que juega a ser escritor.

El cuento tiene que acabar cuando apenas ha empezado, no te olvides de cerrar la puerta al salir, seguiremos en contacto, dale
recuerdos al idiota de tu hermano.

Si declaras, hemos acabado, tengo una coartada, el cuento tiene que acabar cuando apenas ha empezado, no te olvides de escribirme, yo ya lo hecho, en este escrito, en este juramento de venganza.

lunes, 11 de mayo de 2020

Camino de un buen puerto


Gracias a Pablo Neruda

Otra vida me mueve en el ritmo
que excita las ávidas raíces
de la ternura en la sangre
a escuchar entre los árboles
la canción del amor insomne.


Desde los ojos que se abren
al despertar precavido,
y se nos escapan los tristes líos
en la integración insolidaria
por la angustia restablecida.


Independencia de credos y consignas
que al respeto de la dignidad estética
hace ascuas en la palabra lírica
en este largo morir despedazado
que es el estar sin estar atrapado.


Al fin llega el día que esperamos
para que todos volvamos a la casa
donde la conversación a modo de animal
se despereza en carantoñas prometidas
en el tono amistoso del timbre cotidiano.


En lo sonoro llega la muerte
a despedazar llamas informes,
y es el frío más tieso
que una escoba de bruja en el aire
a escapar de sus solitarios pecados.


Las voces son vencidas en el día sin salario,
nadan ellas indecisas en aquel mar
para que la obstinación en los rostros
desespere los minutos perdidos
en la larga estancia desentonada.

Una canción


El amigo de lo desconocido
canta a la Luna una canción
de perdida y derrota;
el mundo se acaba
y tú sigues sonriendo,
por mis tonterías,
así de incauto soy.

Aumenta el ruido
para corromper el poema
de las gracias socavadas,
mis imperfecciones cínicas
van hacia el sarcasmo del pirata
que te enseña la calavera.
¿Dónde demonios está mi mar?

Maltrecho y acabado,
la humedad de las lagrimas
del niño que recuerda
erosiona el carácter
de la madre de hielo,
necesito un helado
además de algo llamado amor.
¿Por qué serás tan guapa?
La belleza también se marcha.

Hablando de belleza y de marcha
te invito a una cena de desperdicios,
alegre e insensata aceptas mi propuesta,
nos ponemos una caja de cartón en la cabeza
para protegernos de la fina lluvia,
la gente nos mira sorprendida:
son jóvenes y felices
.
La felicidad también se marcha.

domingo, 10 de mayo de 2020

Tom Petty & The Heartbreakers - American Girl (letra en inglés y traducción al español)

Letra Original:
Letra Traducida:
Well she was an American girl
Raised on promises
She couldn't help thinking that there
Was a little more to life somewhere else

After all it was a great big world
With lots of places to run to
Yeah, and if she had to die tryin'
She had one little promise she was gonna keep

Oh yeah, all right
Take it easy baby
Make it last all night
She was an American girl

Well it was kinda cold that night
She stood alone on her balcony
Yeah, she could hear the cars roll by
Out on 441, like waves crashin' on the beach

And for one desperate moment there
He crept back in her memory
God it's so painful, something that's so close

And still so far out of reach

Oh yeah, all right
Take it easy baby
Make it last all night
She was an American girl
Bien ella era una chica Americana
criada en promesas
Ella no podía evitar pensar que
había un poco más de vida en alguna otra parte
Después de todo era un mundo enorme
con muchos lugares a los cuales correr
Sí, y si ella tuviera que morir intentándolo
ella tenía una pequeña promesa que ella iba a mantener

Oh sí, muy bien
Tómatelo con calma Nena
Haz que dure toda la noche
Ella era una chica Americana

Bien era una noche algo fría
ella estaba sola en su balcón
Sí, podía escuchar los coches rodar
afuera en la 441, como olas rompiendo en la playa

Y ahí por un momento desesperado 
él reapareció en su memoria 
Dios es tan doloroso cuando, algo que está tan cerca
y aun así está tan fuera de alcance

 Oh sí, muy bien
Tómatelo con calma Nena
Haz que dure toda la noche
Ella era una chica Americana

Fragmento de Sexus (Henry Miller)

Entonces confesó algo que era –bien lo sabía yo- una puñetera mentira, pero aun así, interesante. Una de esas “deformaciones” o “trasposiciones” propias de los sueños. Sí, cosa bastante curiosa, las otras chicas, verdad, sintieron lástima de ella… lástima de haberla metido en aquél fregado. Sabían que no estaba acostumbrada a acostarse con todo quisqui. Así, que pararon el coche y cambiaron de asiento para que se sentara delante, con el tipo peludo, que hasta entonces había parecido decente y tranquilo. Ellas se sentaron detrás en las rodillas de aquellos hombres, con las faldas alzadas, mirando hacia delante y, mientras fumaban sus cigarrillos y reían y bebían, les dejaba ponerse las botas.
“¿Y qué hizo el otro tipo, mientras sucedía eso?”, me sentí obligado a preguntar al final.
“No hizo nada”, dijo. “Le dejé que me cogiera la mano y le hablé lo más rápido que pude para quitárselo de la cabeza.”
“Venga, hombre”, dije, “déjate de cuentos. A ver, ¿qué hizo? ¡Cuenta!¡Cuenta!”
Bueno, el caso es que le tuvo cogida la mano mucho tiempo, lo creáis o no. Además, ¿qué podía hacer? ¿Es que no iba conduciendo el coche?
“¿Quieres decir que en ningún momento se le ocurrió parar el coche?”
Claro que sí. Lo intentó varias veces, pero ella lo convenció para que no lo hiciese… Ése era el rollo. Estaba pensando desesperadamente cómo pasar a la verdad.
“¿Y al cabo de un rato?”, dije, para allanar el terreno.
“Pues, de repente, me soltó la mano…” Hizo una pausa.
“¡ 

“Y después volvió a cogerla y se la colocó sobre la pierna. Llevaba la bragueta abierta y tenía el aparato tieso… y estremeciéndose. Era un aparato enorme. Me entró un susto tremendo, pero no me dejaba retirar la mano. Tuve que hacerle una paja. Después paró el coche e intentó arrojarme fuera. Le rogué que no lo hiciese. “Sigue conduciendo despacio”, dije, “Haré lo que quieras… después. Estoy asustada”. Se limpió con un pañuelo y reanudó la marcha. Entonces empezó a decir las guarrerías más soeces…”
“¿Como por ejemplo?¿Qué dijo exactamente?¿Lo recuerdas?”
“Oh, no quiero hablar de eso… era repugnante.”
“Después de lo que me has contado, no veo por qué vacilas por unas palabras”, dije, “¿Qué diferencia hay? Igual podrías…”
“Muy bien, si lo deseas… “Eres la clase de tía a la que me gusta follar”, dijo. “Hace mucho tiempo que tengo ganas de joderte. Me gusta la forma de tu culo. Me gustan tus tetas. No eres virgen: ¿a qué vienen tantos remilgos? Como si no te hubieran jodido más que una gallina… como si no tuvieses un coño que te llega hasta los ojos” …y cosas así.”
“Me estás poniendo cachondo”, dije. “Vamos, cuéntamelo todo”
Ahora veía que le encantaba desembuchar. Ya no era necesario disimular por más tiempo: estábamos disfrutando los dos.
Al parecer, los hombres del asiento trasero querían cambiar de pareja, cosa que la asustó de verdad. “Lo único que podía hacer era fingir que quería que me jodiese el otro primero. Éste quería parar al instante y salir del coche. “Conduce despacio”, lo engatusé, “luego podrás hacer lo que quieras conmigo… no quiero tenerlos a todos encima a la vez”. Le cogí la picha y empecé a darle masajes. Al cabo de un intante estaba tiesa… más incluso que antes. ¡La Virgen! Te lo aseguro, Val, nunca había tocado una herramienta como aquélla. Debía de ser un animal. Me obligó a cogerle los huevos también: eran pesados y estaban hinchados. Se la meneé deprisa, con la esperanza de hacerlo correrse enseguida…”
“Oye”, le interrumpí, excitado con lo de la gran polla de caballo, “hablemos claro. Debías de morirte de ganas de follar, con aquél aparato en la mano…”
“Espera”, dijo, con los ojos brillantes. Ya estaba tan mojada como una gansa, con los masajes que le había estado dando…
“No me hagas correrme ahora”, suplicó, “o no podré acabar la historia. ¡La Virgen! Nunca pensé que querrías oír todo esto”. Cerró las piernas bajo mi mano, para no excitarse demasiado. “Oye, bésame…” y me metió la lengua hasta la garganta. “Ay, Señor, ¡ojalá pudiéramos follar ahora! Esto es una tortura. Tienes que curarte eso pronto… me voy a volver loca…”
“No te distraigas… ¿Qué más ocurrió? ¿Qué hizo él?”
“Me cogió por la nuca y me metió la cabeza a la fuerza en su entrepierna. “Voy a conducir despacio como has dicho”, susurró, “quiero que me la chupes. Después de eso, estaré listo para echarte un polvo como Dios manda”. Era tan enorme, que creí que iba a asfixiarme. Sentí ganas de morderlo. De verdad, Val, nunca había visto una cosa igual. Me obligó a hacerle de todo. “Ya sabes lo que quiero”, dijo, “Usa la lengua. No es la primera vez que te metes una picha en la boca”. Al final, empezó a moverse hacia arriba y hacia abajo, a meterla y sacarla. Me tuvo todo el tiempo cogida de la nuca. Estaba a punto de volverme loca. Entonces se corrió… ¡pufff! ¡Qué asco! Creí que no acabaría nunca de correrse. Aparté la cabeza rápidamente y me echó un chorro a la cara… como un toro.”
Para entonces estaba a punto de correrme yo también. La picha me bailaba como una vela mojada. “Con purgaciones o sin ellas, esta noche follo”, pensé para mis adentros.
Después de una pausa, reanudó el relato. Que si la hizo acurrucarse en el rincón del coche con las piernas levantadas y le anduvo hurgando por dentro, mientras conducía con una mano y el coche iba haciendo eses por la carretera, que si le hizo abrirse el coño con las dos manos y después lo enfocó con la linterna, que si le metió el cigarrillo y la obligó a intentar chupar con el coño. Que si uno de ellos intentó ponerse de pie y meterle la picha en la boca, pero que estaba demasiado borracho para lograrlo. Y las chicas… entonces ya en pelotas y cantando canciones verdes, sin saber adónde se dirigía ni qué vendría después.
“No”, dijo, “tenía demasiado miedo para sentirme apasionada. Eran capaces de cualquier cosa. Eran unos matones. En lo único que podía pensar era en cómo escapar. Estaba aterrada y lo único que él seguía diciendo era: “Ya verás, preciosa… te voy a joder hasta las entrañas. ¿Qué edad tienes? Ya verás…”. Y entonces se la cogía y la blandía como una porra. “Cuando te meta esto dentro de ese chochito tan mono que tienes, vas a sentir algo. Voy a hacer que te salga por la boca. ¿Cuántas veces crees que puedo hacerlo? ¡Adivina!”. Tuve que responderle “¿Dos…tres veces?”. “Supongo que nunca te han echado un polvo de verdad. ¡Tócala!”. Y me hizo cogerla otra vez, mientras se movía hacia delante y hacia atrás. Estaba viscosa y resbaladiza… debió de estar corriéndose todo el tiempo. “¿Qué tal sienta, amiga? Puedo alargarla dos o tres centímetros más, cuando te barrene ese agujero tuyo con ella. Por cierto, ¿qué tal, si te la metiera por el otro agujero? Mira, cuando acabe contigo, no vas a poder ni pensar en follar en un mes”. Así es como hablaba…”
“¡Por el amor de Dios, no te detengas ahora!”, dije. “¿Qué más?”


Pues, paró el coche, junto a un campo. Se habían acabado las contemplaciones. Las chicas estaban intentando vestirse, pero los tipos las sacaron desnudas. Estaban gritando. Una de ellas se ganó un guantazo en la mandíbula para que fuese aprendiendo y cayó como un tronco junto a la carretera. La otra se puso a apretar las manos, como si estuviese rezando, pero no podía emitir sonido alguno, de tan paralizada estaba por el miedo.
“Esperé a que abriera su puerta”, dijo Mona. “Entonces salí de un brinco y eché a correr por el campo. Se me salieron los zapatos. Me corté los pies con los espesos rastrojos. Corrí como una loca y él tras de mí. Me alcanzó y me arrancó el vestido: lo desgarró de un tirón. Después le vi alzar la mano y al momento siguiente vi las estrellas. Tenía agujas en la espalda y veía agujas en el cielo. Él estaba encima de mí cabalgándome como un animal. Me hacía un daño terrible. Quería gritar, pero sabía que lo único que haría sería volver a pegarme. Me quedé tumbada y rígida de miedo y lo dejé magullarme. Me mordió por todo el cuerpo –los labios y las orejas, el cuello, los hombros, los pechos- y no dejó de moverse ni por un instante: no paraba de follar, como un animal enloquecido. Pensé que me había roto todo por dentro. Cuando se retiró, creí que había acabado. Me eché a llorar. “Calla”, dijo, “o te doy una patada en la mandíbula”. Sentía la espalda como si hubiera estado rodando entre cristales. Él se quedó tumbado boca arriba y me dijo que se la chupase. Todavía la tenía grande y viscosa. Creo que debía de tener una erección perpetua. Tuve que obedecer. “Usa la lengua”, dijo, “¡Lámela!”. Se quedó tumbado respirando pesadamente, con los ojos en blanco y la boca completamente abierta. Después me puso encima de él, haciéndome saltar como si fuera una pluma, girándome y retorciéndome como si estuviese hecha de goma. “Así está mejor, ¿eh?”, dijo. “Ahora dale tú, ¡zorra!”, y me sostuvo ligeramente de la cintura con las dos manos, mientras yo follaba con todas mis fuerzas. Te lo juro, Val, no me quedaba una pizca de sentimiento… excepto un dolor abrasador, como si me hubieran metido por el cuerpo una espada al rojo vivo. “Ya está bien”, dijo. “Ahora ponte a cuatro patas… y levanta bien el culo”. Entonces me lo hizo todo… la sacaba de un sitio y la metía en el otro. Me tenía con la cabeza enterrada en el suelo, en pleno lodo, y me obligó a cogerle los cojones con las dos manos. “¡Apriétalos!”, dijo, “pero no demasiado fuerte, ¡o te parto la boca!”. El lodo me estaba entrando en los ojos… apestaba horriblemente. De repente, sentí que apretaba con todas sus fuerzas… estaba corriendose otra vez… era caliente y espesa. Yo ya no podía resistir un momento más. Me desplomé de cara contra el suelo y sentí derramárseme la lefa por la espalda. Le oí decir: “¡Maldita sea tu estampa!”, y después debió de golpearme otra vez, porque no recuerdo nada hasta que me desperté tiritando de frío y me vi cubierta de cortes y magulladuras. El suelo estaba mojado y yo estaba sola…”


En aquél punto la historia siguió una dirección y despues otra y otra. Con mi afán por seguir sus divagaciones, casi me olvidé del sentido de la historias, que era el de que ella había contraído una enfermedad. Al principio no se había dado cuenta de lo que era, porque se había manifestado como un grave acceso de hemorroides. La causa había sido haber permanecido tumbada en el suelo mojado, afirmó. Al menos, esa había sido la opinión del médico. Después vino lo otro… pero había ido al médico a tiempo y la había curado.

A veces (poema erótico de Angel Gónzalez)


Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones.

Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!

Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:
“Lo digo y no me corro”.

Pero él disimulaba

AGUA SEXUAL (Pablo Neruda)


Rodando a goterones solos,

a gotas como dientes,

a espesos goterones de mermelada y sangre,

rodando a goterones,

cae el agua,

como una espada en gotas,

como un desgarrador río de vidrio,

cae mordiendo,

golpeando el eje de la simetría, pegando

en las costuras del alma,

rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,

un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,

un movimiento agudo,

haciéndose, espesándose,

cae el agua,

a goterones lentos,

hacia su mar, hacia su seco océano,

hacia su ola sin agua.

Veo el verano extenso, y un estertor

saliendo de un granero,

bodegas, cigarras,

poblaciones, estímulos,

habitaciones, niñas

durmiendo con las manos en el corazón,

soñando con bandidos, con incendios,

veo barcos,

veo árboles de médula

erizados como gatos rabiosos,

veo sangre, puñales y medias de mujer,

y pelos de hombre,

veo camas, veo corredores donde grita una virgen,

veo frazadas y órganos y hoteles.

Veo los sueños sigilosos,

admito los postreros días,

y también los orígenes, y también los recuerdos,

como un párpado atrozmente levantado a la fuerza

estoy mirando.

Y entonces hay este sonido:

un ruido rojo de huesos,

un pegarse de carne,

y piernas amarillas como espigas juntándose.

Yo escucho entre el disparo de los besos,

escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.

Estoy mirando, oyendo,

con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma

en la tierra,

y con las dos mitades del alma miro al mundo.

y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,

veo caer un agua sorda,

a goterones sordos.

Es como un huracán de gelatina,

como una catarata de espermas y medusas.

Veo correr un arco iris turbio.

Veo pasar sus aguas a través de los huesos

sábado, 9 de mayo de 2020

Los 500 mejores álbumes de la historia según Rolling Stone (enlazados a Spotify)

https://www.audioplanet.biz/t54121-los-500-mejores-albumes-de-la-historia-segun-rolling-stone-enlazados-a-spotify

Eros contra Tanatos

Te siento dentro,
Murmullo tenue y largo
Que ahora da alivio,
¿Por qué desertamos?
No me complace
Tu risa sarcástica, el tiempo
Que me asfixia, veo
Que no eres mío,
Vuelo y miro
El orgasmo,
Los celos.

The river (Bruce Springsteen) letra original y en español

THE RIVER

I come from down in the valley
Where mister when you’re young
They bring you up to do like your daddy done
Me and Mary we met in high school
When she was just seventeen
We’d ride out of that valley
Down to where the fields were green
We’d go down to the river
And into the river we’d dive
Oh down to the river we’d ride

 

Then I got Mary pregnant
And man that was all she wrote
And for my nineteenth birthday
I got a union card
And a wedding coat
We went down to the courthouse
And the judge put it all to rest
No wedding day smiles
No walk down the aisle
No flowers
No wedding dress
That night we went down to the river
And into the river we’d dive
Oh down to the river we did ride

 

I got a job working construction
For the Johnstown Company
But lately there ain’t been much work
On account of the economy
Now all them things that seemed so important
Well mister they vanished right into the air
Now I just act like I don’t remember
Mary acts like she don’t care

 

But I remember us riding in my brother’s car
Her body tan and wet down at the reservoir
At night on them banks I’d lie awake
And pull her close just to feel each breath she’d take
Now those memories come back to haunt me
They haunt me like a curse
Is a dream a lie if it don’t come true
Or is it something worse
That sends me down to the river
Though I know the river is dry
That sends me down to the river tonight
Down to the river
My baby and I
Oh down to the river we ride

EL RÍO

Provengo del interior de un valle
Donde, señor, cuando eres joven
Te educan para que hagas igual que hizo tu padre
Mary y yo nos conocimos en el instituto
Cuando ella tenía diecisiete años
Conducíamos lejos de ese valle
Hacia donde los campos eran verdes
Bajábamos hasta el río
Y en el río nos zambullíamos
Oh, junto al río hacíamos el amor

 

Dejé a Mary embarazada
Y esa fue toda su historia, señor
Y al cumplir los diecinueve años
Conseguí un carnet del sindicato
Y una chaqueta de boda
Nos dirigimos hacia el juzgado
Y el juez se encargó del resto
Ni sonrisas de día boda
Ni paseo hasta el altar
Ni flores
Ni vestido de novia
Aquella noche bajamos hasta el río
Y en el río nos zambullimos
Oh, junto al río hicimos el amor

 

Logré un trabajo en la construcción
Para la ‘Johnstown Company’
Pero últimamente no hay mucho trabajo
Por culpa de la economía
Ahora todas esas cosas que parecían tan importantes
Señor, simplemente se desvanecieron en el aire
Yo sólo actúo como si no me acordara
Mary, como si no le importara

 

Pero recuerdo conducir en el coche de mi hermano
Su cuerpo bronceado y húmedo junto al pantano
De noche en esa orilla me tumbaba despierto
Y la abrazaba con fuerza hasta que sentía su respiración
Ahora esos recuerdos han vuelto para perseguirme
Me persiguen como una maldición
¿Es un sueño una mentira si no se hace realidad?
¿O es algo mucho peor?
Lo que me lleva de nuevo hasta el río
Aunque sé que el río se ha secado
Lo que me lleva de nuevo hasta el río esta noche
Hasta el río
Mi chica y yo
Oh, junto al río hacemos el amor

Traducción: Julià Salas.

SÓS. Manuel Antonio


Fomos ficando sós
o Mar o barco e mais nós.

Roubaron-nos o Sol
O paquebote esmaltado
que cosía con liñas de fume
áxiles cadros sin marco

Roubaron-nos o vento
Aquel veleiro que se evadeu
pol-a corda floxa d' o horizonte

Este oucéano desatracóu d'as costas
e os ventos d' a Roseta
ourentaron-se ao esquenzo
As nosas soedades
veñen de lonxe
como as horas d' o reloxe
Pero tamén sabemos a maniobra
d' os navíos que fondean
a sotavento d' unha singladura
No cuadrante estantío d'as estrelas
ficou parada esta hora:
O cadavre d'o Mar
fixo d'o barco un cadaleito

Fume de pipaSaudade
NoiteSilenzoFrío
E ficamos nós sós
Sin o Mar e sin o barco
nós.


Manuel Antonio (1993) Poesía galega completa.Barcelona: Sotelo Blanco Edicións.

Manuel Antonio, el poeta

Variaciones sobre un poeta gallego

Publicado por 

https://www.jotdown.es/2013/07/variaciones-sobre-un-poeta-gallego/Manuel Antonio

Dudas

Precisamente porque Manuel Antonio (Rianxo, 1900- 1930), poeta gallego, ha tenido una vida tan razonablemente fotogénica cuesta encontrar al individuo tangible tras esos intentos por hacerse una biografía. Supongo que no hace falta encontrar a nadie; incluso una buena labor del retratista o biógrafo debiera ser la de esquivar al hombre redondo que se ha hecho a sí mismo (o que lo han hecho), y nunca mejor dicho. Suele ser una redondez sospechosa, esa. Qué mejor que descomponerlo, como un mecano. No he visto más que wikipedias por ahí sobre nuestro poeta, muy razonables y ortodoxas todas. Se ha creado una coraza alrededor de Manuel Antonio. Es, como diríamos, un intocable. Hay un muy digno artículo de César Antonio Molina sobre el poeta en su libro Sobre la inutilidad de la poesía, que se sale del palabreo militante. Las cartas del poeta no aclaran gran cosa; son una extensión de su fotografía, y todo contribuye a endurecer esa costra de coherencia. Así, tenemos la pajarita de poeta, la pipa de marinero y el sombrero de ala ancha; alguna vez hubo alguien que sostuvo todos esos complementos, que observaba a la posteridad con el desparpajo aprendido en las fotos de las revistas literarias de vanguardia. Pero quiero pensar que no hay nadie, que el energúmeno melancólico y rabioso que creemos ver se ha evaporado o nunca ha estado ahí, y que es la poesía anclada en esa cáscara la que sostiene todos los versos, como si los versos necesitasen de una percha. 

Ruido

Pensemos, antes de seguir, que se trata de una percha sin apellidos. El Pérez Sánchez se le ha caído al nombre. Puede que el Pérez fuese una de las primeras trabas que encuentra para ser poeta. Se quita de en medio los apellidos. Esto es lo primero que hará el poeta; antes del primer verso compone el nombre. Más ligero, todavía se ve rodeado de aldea, y la aldea es otro incordio. La aldea, como se sabe, es el punto más lejano de un centro, de cualquier centro. La aldea es un enterrarse bajo un cielo. El centro es ruidoso y el tiempo corre rápido. Octavio Paz: «La época moderna es la aceleración del tiempo histórico». Manuel Antonio asume hasta tal punto esa máxima que también en él se acelera el tiempo vital. «La vida obliga a la prisa por vivir porque el pan enseguida se pone duro», diría Ramón. Los futuristas italianos, menos metafóricos, asombrados por la velocidad de los trenes, fundan su religión, una metafísica de la turbina con mucho ruido de exclamaciones. La ciudad es la gran expendedora de novedades, y a principios del siglo XX no va a haber otra cosa que sed de novedades. El terremoto apenas llega a la aldea.

Pero él se va a enterar de todo. Conecta con Dieste, Castelao, también rianxeiros, y con Vicente Risco, el oráculo del momento. Risco le consiente, y al mismo tiempo, le advierte contra la moda de los ismos. Es posiblemente gracias a Risco que le llegan a Manuel Antonio las novedades artísticas de esa Europa efervescente. Risco lo sabe todo y le pone al tanto pero también le informa que a él no le interesan ninguno de esos movimientos (cubismo, dadaísmo, neo-imaginismo, creacionismo…). Tanto Risco, como Castelao, hablan de crear un arte gallego, ajeno a modas extranjeras. Si acaso, nombra el Saudosismo portugués, los haiku japoneses y el Arte Negro, y por encima de todo las literaturas nórdicas antiguas y modernas (celta y escandinava principalmente). Risco era una suerte de Pound galaico, un sabio oriental que se volvió loco al encontrarse rodeado por la barbarie guerracivilesca. 

A pesar de todo Manuel Antonio cae, de puerta afuera al menos, en esa superstición; asume lo nuevo como principal valor estético. Y lo nuevo es la juventud y sus valores. Es la época de los manifiestos artísticos, y escribe uno con ánimo de dinamitero, que titula Máis alá. Lo que se echa en falta en este manifiesto es la absoluta ausencia de sentido del humor. Cosa, por cierto, que no le faltaba a Valle-Inclán, «mestre da Xuventude imbécil de Galicia», según el manifiesto. El dolor del castellano. Una prueba más, quizá, de lo poco que en realidad interiorizó el espíritu bromista de las vanguardias. Se diría que no estaban las cosas para bromas. A mediados de los 80, y mentando a Manuel Antonio, Suso de Toro publicaría Manifiesto Kamikaze, en el que recomienda, entre otras cosas, hacer croquetas con la momia de Castelao. Está muy bien, este texto. Hoy en día dan un poco ganas ya de hacerse unas croquetas con la momia Manuel Antonio, dejando a un lado el bigote.

De todas formas Manuel Antonio manda al cuerno también a los santos de la literatura gallega, y emplaza a sus paisanos a dejar a un lado el patriotismo llorón. Es un hombre de acción. El vivir como deporte, consigna en una carta desde el mar. No ha hecho otra cosa en su vida más que remangarse para estrangular esa melancolía que lleva en los huesos. Sale al mundo a buscar los versos, a recolectarlos, y de paso una futura República Galega. 

Biografía

Manuel Antonio y dos amigosManuel Antonio, que es todavía un romántico inglés o alemán, sabe que vida y obra son lo mismo; huye del aburrimiento y de una vida sin biografía. Lo de hacerse una biografía es una preocupación vieja del escritor, y sobre todo del poeta. La poesía está más cerca de la vida, es una sombra que lleva encima el versificador. El poeta no puede dejar a la poesía en casa, o usarla para pasar el rato los domingos. Otra cosa es que escriba versos todos los días, que no hace falta, o incluso no conviene.

Manuel Antonio, efectivamente, fue uno de esos poetas que pronto se encontró con la imperiosa necesidad de irse a morir a Grecia, como Byron, y de paso hacía la revolución. Sus intentos son bien conocidos; en 1918, todavía estudiante en Santiago, escribe al vicecónsul de Francia en A Coruña para pedirle que le dejé alistarse en la Legión Extranjera del ejército francés para luchar en la Primera Guerra Mundial, y en vista de que el vicecónsul no quiere saber nada de tal petición, Manuel Antonio coge un tren para Irún y lo detienen en la frontera. La leyenda habla de unos días de cárcel por la trastada y una vuelta heroica a casa. Le tentará también la Revolución Rusa y la guerrilla de Sandino en Nicaragua. Como se ve, siempre acontecimientos históricos de primera categoría. Por suerte para su madre todo eso se quedó en agua de borrajas. A falta de guerras o revoluciones se hizo marino. 

Para contar la vida de Manuel Antonio es importante mentar a su madre. Se queda sin padre a los cuatro años, así que no le queda más que una madre conservadora que va a misa los domingos y un tío en Padrón que ejerce de sochantre en la parroquia. Es algo que se repite siempre al hablar de Manuel Antonio, lo de la madre conservadora, como si hubiera sido más probable tener una madre jipi, una especie de Cher con mandilón negro en la Galicia costera de principios del siglo XX. Precisamente tras la muerte de Manuel Antonio, esa madre conservadora no toca ni un papel del hijo poeta durante décadas, hasta que unos venerables rescatadores convencen a la madre moribunda y se hacen con el alijo de cartas y poemas inéditos y papeles varios. Después, tampoco se aprovecha mucho ese legado, por miedo a destapar al radical nacionalista o por lo que sea. Manuel Antonio siempre tuvo fama de extremado. Entramos aquí en la guerra entre catedráticos, siempre desinteresadas. En lo ideológico da un poco igual saber si el poeta era independentista, me parece. Su poesía es, de todas formas, impermeable a todo eso. Las Asambleas Nacionalistas le hicieron poco efecto al poeta. Va y viene de ellas, un poco asqueado de tanto consenso.

Si tuviésemos que resumir su vida en tres palabras nos quedaríamos con estas: poesía, mar, tuberculosis. Escapando de la tuberculosis que mató al padre se refugia en Padrón, con solo dos años, en casa de su tío sochantre. A los 12 años deja las cosas claras; no va a hacer carrera en la Iglesia. Aquí, ovación de sus filólogos futuros. Estudia el bachillerato en Santiago de Compostela. Y ponemos ahí a la poesía, que le llama desde el otro lado de la ventana, como un vampiro flotando en el aire. Qué de gente debió arruinar esta ciudad. 

En Vigo descubre otro tipo de ciudad, menos de su gusto quizá. Pero es un poeta urbano; detesta el ruralismo. Lucifer es un viejo aldeano y burgués, todo en uno. La ciudad le abruma y le atrae. Estudia en la escuela de Náutica. Vigo, en parte, le resulta incomprensible; el dinero, el fútbol, la burguesía. Qué burguesía no acabamos de saberlo; él la reconoce. Esa es la ciudad que no le interesa. Le gusta su cosmopolitismo, o lo que él entiende por tal. Es un mundo nuevo que le atrae. Toda ciudad o pueblo portuario tiene un ambiente de perdición destacado, como si la soledad de los mares hubiese calado a fondo en cada una de las calles y habitantes. En una de sus cartas a su primo Roxelio habla de Vigo: 

As rúas, de noite, teñen un aspecto de pervertimento e de deformidade en segredo (istes cines de putas pintadas; istas tabernas semimisteriosas; istes mangantes que van matando en borrachera as horas noiturnas de descanso; as carcaxadas histéricas que saen do fondo de calquer curruncho; unha puta calexeira que che aborda temerosamente, c’ unha escitante fracasada; os mariñeiros eistranos que pasan falando falas descoñecidas; as luces adormentadas dos barcos da badía).

Uno de las grandes chascos de esos referentes galleguistas y artísticos de principios de siglo (Vicente Risco, Castelao…) es que a poco que salieran de Galicia o España se escandalizaban como señoronas de aldea ante lo que ellos entendían como desórdenes y desviaciones de la moral. Por ejemplo, en ese diario de Risco en Alemania, Mitteleuropa, llega a confesar que está pasando una crisis religiosa, «de exaltación relixiosa», «contra a impiedade». Y recuerda que Castelao pasó por lo mismo en Francia. No parece el caso de Manuel Antonio. Se siente irremisiblemente atraído por los neones y la estética de una moral que se descompone.

Por fin se embarca; primero en el paquebote Constantino Candeira, a las órdenes del capitán Augusto Lustres Rivas, al que dedica su libro de poemas, después en el buque holandés Gelria y por último en el pesquero de altura Arosa. 

Se incide en la dura vida que llevó en esos mares. Salud precaria, largas jornadas de trabajo fatigoso. No cabe duda; alguna que otra queja deja en sus cartas, y es fácil imaginar que no solo se dedicó en sus travesías marítimas a mirar el horizonte y escribir versos. Ese mar le dio el espacio; para eso había salido de casa. No era un marino que escribía versos, sino un poeta que se hizo marino para salir de su aldea y encontrarse poéticamente. Ya se había hecho a la idea de que los versos que estaba destinado a escribir no podían escribirse en el ambiente rural en el que había nacido. Con ese aburrimiento también se nace, y ese aburrimiento él lo encuentra en la aldea. Se entiende; un chico que mira a París, con sus dadaístas y cubistas y surrealistas pegándose en los cafés. En septiembre de 1925 recibe unos navajazos por defender a una señorita, pero no es lo mismo. Presume de los pocos milímetros que le faltó a la cuchillada para seccionarle una arteria. Ya que no va a ser poeta en París se conformará con pasear los océanos en barco. La vida de marino es la alternativa más o menos razonable a esos prontos juveniles y fracasados de participar en la Primera Guerra Mundial o en alguna revolución. 

En 1929, ya muy enfermo de tuberculosis, vuelve a Asados, una aldea muy cercana a Rianxo, y el 28 de enero de 1930 muere. 

paquebote Constantino Candeira

Poesía

En el paquebote Constantino Candeira escribe De catro a catro. Follas sin data d’un diario d’abordo (Nós, 1928). Participan en la edición del libro el escritor Rafael Dieste, también de Rianxo y amigo de Manuel Antonio, y es ilustrado por Carlos Maside.

Es el poemario. Era el poemario. Fue muy celebrado dentro de la literatura gallega, desde Cunqueiro hasta el Grupo Rompente, a mediados de los 70. Ya no me atrevo más que a cazar versos al vuelo, nervioso por si todo se me derrumba. Y se me derrumba, lo sé, al menos en parte. Y se me derrumba como se le derrumba a uno la juventud, qué cosas. Manuel Antonio es el poeta oficial de la vanguardia gallega, un Vicente Huidobro menos charlatán y desatado. Unos poemas en los huesos. Por debajo del maquillaje formal muy del momento que le toca vivir, está el poeta intimista y solitario que ya deja caer los versos sin importarle mucho cómo caen en la página. Menos caligramas y más sangre.

Nos bordeis xa saben
que a nosa moeda
ten o anverso de ouro
e o reverso sentimental
Os ecos imprevistos
do noso cantar sonámbulo
apagarán os focos de madrugada
Mañá despertaremos
na ausencia desta xornada
Esquivouse unha folla
do diario efusivo

El valor de Manuel Antonio está precisamente ahí, en ese tono sentimental y seco al mismo tiempo con el que describe esa vida en el mar, traspasada por ciertas alucinaciones elegantes de la soledad.

Xa non vira o vento
por que a noite fechou tódalas portas

Su otro gran acierto está en la introducción del vocabulario marítimo en su poesía. Calima, barlovento, singradura, gavia, cabotaxe. La materia y el peso del poema.

Este verso, por ejemplo:

O sol era un páxaro triste
que se pousaba no penol

El más fiero vanguardista de la literatura gallega describe con nostalgia un mundo en extinción. Como dice César Antonio Molina «Manoel Antonio, situado al final de un mundo todavía romántico, intimista, sentimental y perfectamente hundido en las raíces de la naturaleza rural y marina, eleva esos elementos básicos del hombre antiguo uniéndolos al nuevo mundo presentido ya como algo inevitable tras el humo de esos vapores vistos desde los últimos veleros».

Al igual que Kafka, tuberculoso, Manuel Antonio parece atrapado en esa lucidez de una muerte temprana. En fin, el cuerpo. 

A alba nova sorprendeume
cacheando entre los luceiros
unha despedida que se me perdeu