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lunes, 19 de diciembre de 2016

Hablar en público según Isaac Asimov

Gladia se sintió pequeña (y no por primera vez en su vida) al mirar al escenario. Los hombres que estaban allí eran todos mucho más altos que ella, y lo mismo las otras tres mujeres. Sintió que, aunque estaban todos sentados y ella de pie, seguían dominándola. En cuanto al público, que esperaba ahora en silencio, un silencio que parecía amenazador, estaba compuesto seguramente por gente más alta que ella.
Respiró profundamente y dijo:
–Amigos... –pero le salió un hilo de voz, casi un silbido jadeante. Se aclaró la garganta (con lo que le pareció un carraspeo atronador) y volvió a empezar.
–Amigos... –Pero le salió un hilo de voz, casi un silbido jadeante.
Y volvió a empezar: ¡Amigos! Esta vez el tono tenía una cierta normalidad–. Todos vosotros sois descendientes de los hombres de la Tierra, todos y cada uno de vosotros. Yo también, desciendo de ellos. No hay ningún ser humano en ninguno de los mundos habitados, ya sean espaciales, colonizados o de la propia Tierra, que no sean de la Tierra por nacimiento, o por descendencia. Todas las demás diferencias se desvanecen frente a este hecho tan importante.
Sus ojos parpadearon hacia la izquierda en busca de D.G. y se encontró con que sonreía ligeramente y que uno de sus párpados temblaba como si estuviera haciéndole un guiño. Prosiguió:
–Esto debería servirnos de guía en cada acto y en cada pensamiento. Os doy las gracias a todos por considerarme como otro ser humano y por aceptarme entre vosotros sin tener en cuenta ninguna otra clasificación en la que pudierais sentir la tentación de incluirme. Por esto y con la esperanza de que algún día, muy pronto, cuando los dieciséis mil millones de seres humanos vivan en paz y armonía, se consideren así y nada más que así... y nada menos que así... pienso en todos vosotros no solamente como amigos, sino como verdaderos parientes.
Estallaron los aplausos ensordecedores y Gladia entrecerró los ojos, con alivio. Permaneció de pie para permitir que continuaran y la envolvieran en su bienvenida indicación de que había hablado bien, y lo que era más, suficiente. Cuando empezaron a ceder, sonrió, se inclinó a derecha e izquierda y empezó a sentarse,
Entonces, de entre el público, una voz dijo:
–¿Por qué no nos habla en solariano?
Se quedó helada, a pocos centímetros de la butaca. Sobresaltada, miró a D.G., que movió ligeramente la cabeza y articuló en silencio "Ignórelo". Luego disimuladamente le indicó que se sentara.
Lo miró por espacio de uno o dos segundos, e inmediatamente se dio cuenta del mal efecto que les haría, con su posición semiagachada porque estaba a mitad de camino de sentarse. Se enderezó al momento y dirigió una sonrisa al publico, moviendo la cabeza de uno a otro lado.
Por primera vez se percató de ciertos objetos, al fondo de la sala cuyas lentes brillantes estaban enfocadas a ella.
¡Claro! D.G. había mencionado que el acto iba a transmitirse por hipervisión. Y, curiosamente, ya no le importaba, había hablado y había sido aplaudida y se encontraba delante de un público que podía ver, erguida y sin nerviosismo. ¿Qué podía importar la invisible adición?
Sin dejar de sonreír, respondió:
–La pregunta me parece amistosa. Queréis que os muestre lo que sé hacer. ¿Cuántos deseáis que os hable en solario? No vaciléis. Levantad la mano derecha.
Unas cuantas manos se alzaron. Gladia prosiguió:
–El robot humanoide de Solaria me oyó hablar en solariano. Esto fue lo que al final venció. Vamos..., dejad que vea a todos aquellos a los que les gustaría una demostración.
Más brazos se alzaron y, al momento, el público fue un mar de brazos levantados. Gladia sintió que una mano daba un ligero tirón a la pernera de sus pantalones y, de un rápido manotazo, la apartó.
–Muy bien. Podéis bajar los brazos ya, amigos y parientes. Tened en cuenta que lo que utilizo ahora es galáctico estándar, que es también vuestro idioma. Pero yo, claro, lo hablo como una aurorarna y sé que todos me comprendéis aunque mi acento, la forma de pronunciar mis palabras, os parezca divertida y la elección de las mismas pueda a veces desconcertaros un poco. Observaréis que en mi forma de hablar hay como notas que suben y bajan, casi como si cantara mis palabras. Esto parece siempre ridículo a cualquiera que no sea aurorano, incluso a los otros espaciales. Por el contrario, si paso al estilo solariano, como estoy haciendo ahora, observaréis al momento que el canto cesa y que las palabras se vuelven guturales, con unas "erres" que se arrastran... especialmente si no hay "rrrr" en ninguna parrrrte del panorrrrama verbal.
El público se echó a reír y Gladia lo observó con expresión seria.
Al fin, levantó los brazos e hizo un movimiento cortante hacia abajo y hacia afuera y las risas cesaron.

Robots e imperio (Isaac Asimov)

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