Anne Hathaway, con su Oscar, este domingo. | Reuters
Pablo Scarpellini | Los Ángeles
Actualizado jueves 28/02/2013 06:19 horas
Al final Anne Hathaway no pudo evitar echarse a llorar. Cierto es que se contuvo al recibir su más que cantado Oscar a la mejor actriz secundaria por su trabajo en 'Los miserables', pero después, entre bambalinas, descargó toda la tensión acumulada. Lo hizo ante la prensa presente en una de las salas contiguas del Dolby Theatre, emocionada y con las lágrimas en los ojos que no le regaló a la ceremonia en sí, tan sedienta siempre de esa clase de episodios emocionales.
Reconoció haber cumplido un sueño de muchos años, además de admitir el daño que le habían causado tantos comentarios negativos en internet hacia su figura, con más escrutinio que nunca sobre sus movimientos desde que decidió presentar la gala de los Oscar en 2011 junto a James Franco.
Después sucedió el percance con su ropa interior, o más bien la falta de ella en la premiere de 'Los miserables', lo que afectó aún más su debilitada autoconfianza. "Ha sido muy consciente de haber sido el centro de los chistes de todo el mundo", dijo una fuente anónima a la revista US Magazine, motivo por el cual decidió prepararse un discurso para gustar al personal.
El caso es que no se salió de los márgenes ni un milímetro, agradable, cordial, emocionada y sin exabruptos de algún tipo, ni siquiera con los chistes con los que intentó congraciarse con el personal en 2011 junto a Franco. Pero como apuntaba el novelista Douglas Anthony Cooper en el 'Huffington Post', hay algo en ella que repele y que la convertido en un personaje vilipendiado, quizá por su aire burgués y un tanto snob.
"A lo mejor se trata de su ausencia de aire encanto proletario", apunta Cooper, algo, en cambio, que Jennifer Lawrence sí tiene, pese a que su discurso en los Oscar al recoger el premio a mejor actriz fue bastante peor, soso y desprovisto de toda pasión. Su condición de hija de un ex trabajador de la construcción y el hecho de ser de Kentucky podrían ser suficientes motivos para conectar con el gran público estadounidense, como en su momento Britney Spears, salvando las distancias.
Lo cierto es que a sus 30 años, Hathaway ha conseguido estar en la lista de las actrices más cotizadas del momento, con un Oscar y una nominación en 2008 por 'La boda de Rachel' como mejor actriz. Las duras críticas le afectan, pero parece que no tanto.
Reconoció haber cumplido un sueño de muchos años, además de admitir el daño que le habían causado tantos comentarios negativos en internet hacia su figura, con más escrutinio que nunca sobre sus movimientos desde que decidió presentar la gala de los Oscar en 2011 junto a James Franco.
Después sucedió el percance con su ropa interior, o más bien la falta de ella en la premiere de 'Los miserables', lo que afectó aún más su debilitada autoconfianza. "Ha sido muy consciente de haber sido el centro de los chistes de todo el mundo", dijo una fuente anónima a la revista US Magazine, motivo por el cual decidió prepararse un discurso para gustar al personal.
El caso es que no se salió de los márgenes ni un milímetro, agradable, cordial, emocionada y sin exabruptos de algún tipo, ni siquiera con los chistes con los que intentó congraciarse con el personal en 2011 junto a Franco. Pero como apuntaba el novelista Douglas Anthony Cooper en el 'Huffington Post', hay algo en ella que repele y que la convertido en un personaje vilipendiado, quizá por su aire burgués y un tanto snob.
"A lo mejor se trata de su ausencia de aire encanto proletario", apunta Cooper, algo, en cambio, que Jennifer Lawrence sí tiene, pese a que su discurso en los Oscar al recoger el premio a mejor actriz fue bastante peor, soso y desprovisto de toda pasión. Su condición de hija de un ex trabajador de la construcción y el hecho de ser de Kentucky podrían ser suficientes motivos para conectar con el gran público estadounidense, como en su momento Britney Spears, salvando las distancias.
Lo cierto es que a sus 30 años, Hathaway ha conseguido estar en la lista de las actrices más cotizadas del momento, con un Oscar y una nominación en 2008 por 'La boda de Rachel' como mejor actriz. Las duras críticas le afectan, pero parece que no tanto.
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