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lunes, 14 de enero de 2013

I’m Watch, fabricado y diseñado en Italia, se conecta al móvil


Imagen de I'm Watch en el CES de Las Vegas.

Diseño, diseño y diseño. Eso es lo que más repiten los creadores de este reloj que ya ha vendido más de 30.000 unidades entre Reino Unido, Francia, Bélgica y Holanda. Massimiliano Bertolini, arquitecto, y Manuel Zanella, ingeniero electrónico, tuvieron la idea. Sabían que querían hacer lo que llamaban un Watch Phone, pero no tenían claro cómo hacerlo realidad.
Mientras hojeaban una revista dieron con una entrevista a Ennio Doris, la sexta fortuna de Italia, fundador y consejero delegado del Banco Medionalum. Decía que estaba deseando invertir, que quien tuviera una idea contactase con él. Le convencieron y hace 18 meses comenzaron a trabajar en I’m Watch, un reloj que en Estados Unidos solo se vende como un artículo de lujo, en la tienda Ralph Lauren de Madison Avenue. Ahí ofrecen un modelo de oro y diamantes que supera 12.000 dólares. En CES, donde colapsaron los pasillos de su stand, presentaron un modelo con la misma capacidad técnica pero acabado en aluminio que venden por 349 dólares.
Ahora son 50 personas en Vicenza, en el Norte de Italia, donde diseñan y fabrican estos relojes que se conectan tanto al iPhone como a los móviles con Android. Juan de la Coba (Jaén, 1984), director de expansión, es el quinto miembro de la empresa, uno de los empleados que lleva desde el inicio. En su muñeca luce uno de los aparatos que presentan. Le sirve para consultar el correo, los mensajes SMS, ver Facebook, Twitter, Instagram, el calendario, noticias a la carta e información meteorológica. No se pueden contestar mensaje. I’m Watch está pensado para consumo de información, no para creación.
En estos 90 gramos y una pantalla de menos de dos pulgadas se encuentra una versión antigua de Android, la 1.6, que permite la gestión de aparatos de reducidas dimensiones. La batería dura algo más de un día con uso normal. Seis horas si es constante. Extraño para ser un reloj, bastante si se compara con cualquier Android. El reloj, algo voluminoso, tiene cuatro gigas de memoria para, si se desea, almacenar fotografías o MP3 que se pueden reproducir en la pantalla. Cuenta también con brújula y acelerómetro. Así, si no se quiere contestar una llamada, basta con agitar la muñeca varias veces.
“Aunque lo hemos abierto a desarrolladores para que comiencen a crear sus propios programas”, expone de la Coba. De momento ofrecen 24 aplicaciones. Entre ellas un medidor de pasos y una calculadora. Tan básicas como prácticas. Consideran que su futuro pasa por ser deliberadamente abiertos.
“La idea es poder consultar notificaciones y novedades sin sacar el móvil. Es muy discreto y práctico”, explica el único español de la empresa. La inclusión de un micrófono y altavoz permite contestar llamadas desde el teléfono. “Quizá no sea lo más adecuado, pero sí está bien para indicar que ahora no podemos hablar y después devolvemos la llamada. También es práctico si se va por la calle, por ejemplo”, expone.
La conexión entre móvil y reloj es a través de Bluetooth. Aunque se tenga la sensación de conectarse a Internet, lo hace sin tarjeta SIM, por lo que no hace falta un contrato adicional de datos. Es el teléfono el que navega y pasa la información a la muñeca.
Curiosamente, todavía no se vende en su país de origen Italia. Hará el debut en febrero, en 200 tiendas. En España todavía no tiene fecha pero confían en que sea para primavera. Bertolini, obseso de la estética, cree que tienen dos ventajas importantes: llegar primero y hacer un aparato que apetece enseñar. “No vale de nada meter mucha tecnología en su interior si es feo”, subraya, “primero hicimos el diseño y después metimos la tecnología”.
Los últimos rumores indican que en marzo Apple podría presentar su propio reloj avanzado, con procesador de Intel. No es extraño, cuando pusieron pantalla cuadrada al iPod Nano, muchos compraron una correa para llevarlo en la muñeca. La demanda existe. A los creadores de I’m Watch no parece preocuparlos. “No somos los primeros, ni tampoco los únicos, pero sí somos diferentes. Tenemos un producto especial y confiamos en ello”, expone el fundador.
Es cierto que no están solos. Sony vende en España su SmartWatch por 150 euros. Motorola, que en 2013 carece de sede en España, lanzó en febrero MotoACTV, un aparato para la muñeca, sí, pero centrado en los amantes de salir a correr. Era algo así como un GPS de mano conectado a los móviles de la firma. Pebble es más modesto, para empezar porque tiene tinta electrónica, para continuar, porque no se vende de manera profesional. Fue una de esas locuras que suceden en la plataforma de financiación colectiva Kickstarter. Minimalista, sencillo y programable, pero quizá para un público muy limitado, capaz de asumir las limitaciones de llevar en la muñeca una pantalla en blanco y negro, parecida a la del Kindle.
Mientras la competencia mueve ficha, en Vicenza preparan complementos. Por un lado, I’m here, algo parecido a una pieza de Lego, de color llamativo que esconde un GPS dentro. Servirá, por ejemplo, para colgárselo a un niño o a un familiar de edad avanzada para saber rápidamente dónde se encuentra a través de la pantalla del reloj o el móvil. También, por qué no, para dejarlo en el coche y dejar de dar vueltas hasta dar con la calle dónde se aparcó. Por otro, una banda con sensor cardíaco, pensada para deportistas. Con este aparato quieren abrirse al mundo de las aplicaciones deportivas y de salud.

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