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jueves, 27 de octubre de 2016

Entrevista a Juan José Millas de la revista Queleer

JUAN JOSÉ MILLÁS

Irrealidad verosímil
Con la lógica de lo onírico, Juan José Millás nos hace entrar en su nueva novela, Desde la sombra (Seix Barral), donde todo desconcierta y, a la vez, acaba pareciendo cabal.
David Zurdo
http://que-leer.com/2016/05/17/juan-jose-millas/
Damián Lobo, un tipo normal, acaba de ser despedido. Está obsesionado con su hermana adoptiva China y lee manuales de instrucciones. ¿Qué más nos puede contar del protagonista de la novela?
Que está buscando su lugar en la familia, en el trabajo, en la relaciones con los otros. Está buscando su lugar en el mundo, en fin. Sorprendentemente, lo encuentra en el interior de un armario, al convertirse en un fantasma, como si viviéramos en un mundo en el que para ser alguien fuera preciso convertirse en nadie. Lee manuales de instrucciones, en efecto, porque de ellos espera obtener respuestas que no halla en ningún otro lugar. Confunde el funcionamiento del microondas o de la placa de inducción con el funcionamiento de la realidad, pues en el fondo no desea otra cosa que integrarse en ella, en la realidad, para convertirse en un tipo normal. En cuanto a la obsesión con su hermana china, creo que es mejor que los lectores descubran su porqué. Esta relación forma parte del núcleo de la trama.

Es su novela crea un nuevo tipo de interlocutor, un interlocutor imaginario, Sergio O’Kane. ¿Quién es él y cómo es su programa de TV (también imaginario, claro)?
Sergio O’Kane es un showman de la televisión imaginario con el que Damián, el protagonista de la novela, mantiene una entrevista continua (e imaginaria, claro) que tiene una gran audiencia. Es el modo que Damián encuentra para hablar consigo mismo y que procede de la cultura de la televisión basura y de la televisión en general, sin adjetivos. La entrevista sustituye al monólogo interior tradicional, tan empleado en la novela del siglo XX, no siempre con acierto, pero en todo caso muy desgastado por el uso. De otro lado, una vez publicada la novela, he descubierto que mucha gente habla consigo misma de este modo, imaginando que la entrevistan. Significa que mi intuición funcionó. La realidad ha devenido en un gigantesco plató de televisión del que todos formamos parte, bien en calidad de invitados o de público. Me pregunto si este programa de televisión al que llamamos vida es de los llamados “familiares”, aptos para todos los públicos, o estaría prohibido en las horas en las que los niños ven la tele.
Juan José Millás 

En el detonante inicial, Desde la oscuridad recuerda un poco a la historia del funcionario que acaba viviendo en la panza de un cocodrilo, de Dostoievski. Sin entrar en el simbolismo de este relato, ¿cuál es el de su novela? ¿Cómo la definiría?
No conozco ese relato de Dostoievski, pero su pregunta me ha hecho recordar la historia de Jonás en el vientre de la ballena. El armario de mi novela simboliza el subconsciente de Damián, pues ahí, en esa oscuridad, es donde se encuentra consigo mismo, es decir, donde lo reprimido salta en pedazos y se anuda a su existencia actual para dotarla de significado. La relación de Damián con la familia a la que espía y ayuda simboliza, creo yo, las relaciones humanas tal y como están concebidas en la actualidad. Pese a su apariencia de novela de misterio, Desde la sombra admite una lectura muy política. Yo no quería decirlo, porque me parecía que esa lectura estaba algo oculta. Pero como ya han comenzado a decirlo otros, no tengo ninguna dificultad en suscribirlo.

Un pequeño hurto lo desencadena todo. Damián acaba dentro de un armario y viviendo en un chalé con una familia: Lucía, su hija María y su marido Fede. ¿De qué modo ocurre esto?
Pues ocurre por casualidad. Él se ha escondido en el armario huyendo de un vigilante que le ha sorprendido robando un pequeño objeto, y el armario es trasladado a un domicilio cuyos dueños lo han comprado. Al principio, Damián no encuentra el modo de salir, pero luego no quiere salir y se queda allí, viviendo con la familia, aunque en calidad de fantasma. Ocurre en la realidad lo que ocurre con la asociación libre de palabras e ideas: que la asociación era menos libre de lo que creíamos. El azar, según Borges, es un modo de causalidad cuyas leyes ignoramos.

Hablemos de la familia. ¿Cómo es?
Se trata de un matrimonio joven con una hija adolescente. Una familia normal. Una familia como cualquiera, es decir, una familia en la que ocurren cosas raras. No cosas raras extravagantes, sino esas pequeñas “cosas raras” que hacen de la vida un lugar raro. Que a una adolescente no le venga la regla, por ejemplo, no es escandaloso, pero puede constituir una fuente inimaginable de conflictos domésticos. Me obsesiona lo doméstico.

El armario también tiene una historia…
En efecto, el armario perteneció a la abuela de la mujer de la casa. Por eso ella lo compra cuando se tropieza con él en un mercadillo de antigüedades. Le trae muchos recuerdos de su infancia y de su hermano muerto. Jugando con las puertas de ese armario perdió un dedo y pasó muchas horas escondida en su interior. No es difícil imaginar que el armario metaforiza el útero materno, pero también el ataúd. Además del subconsciente, ya citado.

Damián se asoma a la vida de otros. ¿Es algo que le gustaría hacer a usted en la realidad? ¿Tener esa visión casi divina o de diablo cojuelo?
Bueno, es lo que hacemos de un modo u otro los escritores: asomarnos al ojo de la cerradura, que es el emplazamiento de cámara ideal para observar a los otros. Observar a los otros es un modo de observarse a sí mismo y darse la oportunidad de cambiar. En la película La vida de los otros, el que cambia es el que escucha, no el escuchado. La mirada del observador, como venía a decir Heisenberg en el Principio de Incertidumbre, modifica el comportamiento de lo observado. Pero lo observado, cuando espío al otro, soy yo mismo.

Todo ocurre sin estridencias, de un modo muy natural, a pesar de la irrealidad de la situación. ¿Por qué?
Porque la novela tiene una lógica interna gracias a la cual todos sus materiales están perfectamente ensamblados. Hay una geometría narrativa que cumple sus normas y que proporciona verosimilitud al conjunto. La sensación de naturalidad no se consigue narrando sucesos “naturales”, sino disciplinando los “no naturales”. La novela, salvo excepciones, se mueve más en la lógica del sueño que en la de la vigilia. Y no hay lenguaje que nos parezca más natural que el del sueño. Mientras soñamos, claro.
Usar como ilustraci¢n 

Damián va realizando labores domésticas poco a poco, haciendo notar su presencia “invisible y bienhechora” (el Mayordomo Fantasma), como una especie de entidad desconocida que llegó con el armario.
Cuando la familia sale de la casa, los adultos para trabajar y la adolescente a la que no le viene la regla para acudir al instituto, Damián sale en efecto del armario y lleva a cabo las tareas domésticas. Significa que se ha instalado en ese hogar una presencia bienhechora que carece de presencia física. Esa ausencia, la del físico, se irá acentuando hasta que Damián acaba convertido, casi literalmente, en un fantasma. Ese es su deseo inconsciente desde que se instala en el armario y hacia él van dirigidas todas sus energías.

En la novela, unos libros de paranormales sirven para una primera comunicación entre Damián y Lucía, que se dejan mensajes en ellos. ¿Le interesan los temas del “otro lado”?
Sí, resultan muy novelescos porque late en ellos un afán de trascendencia muy propio del ser humano. Es verdad que ese afán resulta con frecuencia grotesco o ridículo, pero incluso en estos casos no deja de ser conmovedor. Somos herederos del primer hombre que cuando murió su padre, en vez de comerse su cadáver, lo enterró y le puso una piedra encima. Ahí nació el afán de trascendencia que caracteriza al ser humano.

Damián se siente libre dentro del armario, algo así como un remedo jocoso de la libertad de la que hablaba Sartre. ¿O no?
No sé si es la libertad de la que hablaba Sartre, pero es en todo caso la que él consigue conquistar en un momento crítico de su existencia. A veces, para avanzar, conviene “quedarse en el sitio”. “Quedarse en el sitio” es una expresión muy utilizada para decir que alguien ha muerto. He ahí un paso gigante, un paso que va de la vida a la muerte. Y sin mover un dedo.

También va convirtiéndose en otra persona, cambiando de vida, cambiando su mundo…
El armario lo transforma, lo convierte en otro, le proporciona una identidad de la que carecía. El armario le salva en la medida en que le cambia. No conozco a nadie tan satisfecho con su vida que no aceptara un cambio. Incluso un trueque. Descansar de uno mismo, convertirse en otro. He ahí la función de las drogas.

En el libro aparece también, en un sentido imaginario, Iñaki Gabilondo. ¿Es amigo suyo, le ha dicho algo del libro, lo ha leído ya?
No somos amigos en el sentido estricto de la palabra, pero nos conocemos y nos apreciamos. Cuando estaba escribiendo la novela no le dije nada por miedo a que no le gustara, pues no estaba dispuesto a renunciar a la idea de introducirlo como personaje. Dije a la editorial que le enviaran uno de los primeros ejemplares y me llamó a los pocos días. Cuando reconocí su voz, suspendí la respiración y crucé los dedos. Por fortuna, me dijo que el libro le había gustado mucho y que se había visto muy bien como personaje imaginario. Fue un alivio.

¿Cree que es cierto que muchos crímenes empiezan “como de broma”?
Seguramente sí. Y no solo los crímenes, sino las novelas o los edificios. Empieza uno a coquetear con una idea, se acuesta con ella, se levanta con ella, le da vueltas, la mastica, la digiere, y un buen día necesita actualizarla, es decir, llevarla al acto. Así funcionamos para lo bueno y para lo malo.

¿Hay libros que dan miedo?
Claro. Y no son siempre los de miedo. Hay novelas en apariencia banales cuya lectura te pone los pelos de punta. Las que dan miedo suelen dar risa también, pues la risa es la otra cara del terror.

Voy a formularle una serie de preguntas que no entenderá quien no lea su libro. La primera es: ¿Con qué pez se identifica más?
Con la morena, desde luego. Es poco sociable y tiene mucha capacidad para mimetizarse. Yo carezco de lo que se conoce con la expresión “habilidades sociales”. No entiendo muy bien a la gente, pero creo que he logrado disimularlo. Soy bueno confundiéndome con el paisaje.

La segunda: ¿Mira debajo de la cama antes de acostarse?
Sí, siempre. Aunque ahora hay muchas camas que no tienen “debajo”. Las de los hoteles, por ejemplo. En la mía actual, en lugar del “debajo”, hay unas cajoneras muy útiles para guardar la ropa de invierno, o la de verano, pero serían útiles también para ocultar un cadáver. El mío.

La tercera y más críptica: ¿Japala sela visterra mare?
Audico poma tilete infra.

¿Es la realidad una ilusión, un sueño…?
Un porcentaje muy alto de lo que llamamos realidad es, efecto, un delirio.

¿En qué está trabajando ahora? Si nos puede hablar de ello…
Estoy terminando una obra de teatro de dos personajes que comienza con una conversación entre Dios y el Diablo. Una especie de “reunión de la cumbre”, una suerte de Davos o del encuentro de la gente más rica del mundo. 
Libro 
Desde la sombra
Juan José Millás – Ed. Seix Barral
208 págs
18,50€


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