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lunes, 4 de marzo de 2013

Nick Cave, la renovación intimista del rock más oscuro


Día 11/02/2013 - 18.42h

El artista australiano presentó en Londres, el pasado domingo, su último trabajo, «Push the Sky Away»

Los reencuentros más esperados suelen terminar traicionados por una realidad que difícilmente satisface las expectativas creadas. Nick Cave, ese auténtico ideólogo de la lírica más sombría que no atiende a teoremas, rompió el pasado domingo magistralmente un silencio discográfico de cinco años junto a los Bad Seeds con la presentación en Londres de su último trabajo, «Push the Sky Away».
Acostumbrados a las turbulencias de sus canciones inquietantes sobre las que Cave proyecta esa imagen siniestra y turgente, el decimoquinto álbum del australiano con su banda, que saldrá a la venta el próximo 18 de febrero, bebe de aguas mansas, en una firme evolución hacia una música más minimalista. Un toque dócil que no empaña en ningún momento letras provocadoras, cargadas de contenido.
A Cave le sienta bien esa estética reduccionista que sabe combinar a la perfección con una teatralidad inherente a su carácter de la que hace gala en el escenario del suntuoso Her Majesty's Theatre londinense. Antes de diseccionar los entresijos de su nuevo trabajo, pone en contexto al público con la proyección de un corto documental donde el artista y sus músicos reflexionan sobre la génesis de «Push the Sky Away», para el que mantuvieron un ritmo frenético de trabajo que ha dado buenos frutos.
Sin más preámbulo, mientras el cielo de Londres descarga con fuerza en una desapacible tarde de domingo, se levanta el telón de terciopelo rojo. Haces de luces que acribillan en el escenario irrumpen en la penumbra iluminando los gestos exagerados de Nick Cave, que se mueve como una araña desgarbada. Enjuto y enfundado en un traje negro, con una melena más negra que nunca, intimida con solo una mirada al público y ataca «We no who U R», un tema contenido y amenazador, con una instrumentación complejo que incluye órgano y flauta.
Acompañado por un quinteto de cuerda y un coro compuesto por quince niños, el poliédrico Cave desgrana en estricto orden, para hacer honor a su arrebato narrativo, los nueve temas de «Push the Sky Away». Entre las semillas malignas, la ausencia por enfermedad del batería Thomas Wydler es dignamente subsanada por su suplente Barry Adamson.
La maquinaria, perfectamente engrasada, funciona majestuosamente, con una exquisita complicidad entre Cave y el barbudo Warren Ellis con su violín barroco, donde, por encima de todo, sobresale la cavernosa voz del australiano y su vitalidad, torturada en clave de rock oscuro, escupiendo al escenario y secándose el sudor de forma reiterada en su americana negra de la que se despojó a mitad del concierto.
Sobresalen el ritmo y la intensidad de «Jubilee Street», cargada de dramatismo sobre la rueda del amor y «Higgs Boson Blues», una fábula mordaz de ingenio picaresco que recorre toda la gama lírica de Lucifer a Robert Johnson y Hannah Montana.
Aunque no todo el material es tan convincente, Cave ameniza sus temas más flojos con grandes dosis de carisma agitándose, saltando, predicando y bailando al filo del escenario para estar más cerca de un público ensimismado con el que empatizó en todo momento.
Con el nuevo álbum despechado, en la segunda hora del espectáculo los Bad Seeds y su maestro de ceremonias, desempolvaron el baúl de las viejas glorias y con una ferocidad incondicional repasaron lo más destacado de su carrera.
Rescatan «From Her To Eternity», donde Ellis se pone al mando de sección de cuerdas y la melódica voz de los chicos de coro hace el resto. Comienza un ritual que se mantendrá presente entre canción y canción. El público desde sus butacas vocifera su debilidad caveiana como una subasta en la que se lo lleva el que más grite. Nick atiende las peticiones con interés.
Una mezcla de baladas dulces, con números góticos, donde Cave se sienta al piano sobresaliendo la melancolía exquisita de «The Ship Song», el blues machacón de «Deanna» o el psicodrama de «The Mercy Seat» que dan buena cuenta de la evolución de la banda.
Cave y sus músicos se despiden entre los agasajos del público puesto en pie, redimidos ante una estrella que no renuncia del pasado bravucón ni del presente depurado.
Nick Cave & The Bad Seeds harán gira mundial y pasarán por México en febrero y por España en mayo, donde son cabezas de cartel del festival Primavera Sound.

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