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La medida afectaría a 1.200 trabajadores de la marca EVO, que hay que vender, y 800 en Galicia
 10:21
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JULIO PÉREZ - VIGO A medida que quedaba claro que la inyección de fondos europeos obliga a un nuevo tijeretazo en la plantilla y que las bajas a partir de ahora seguirán, con toda probabilidad, los límites de la reforma laboral, las solicitudes en Novagalicia para acogerse al tercer Expediente de Regulación de Empleo (ERE), con indemnizaciones aún de 45 días por año trabajado, pisaron el acelerador. En poco más de una semana, de 180 a las 350 previstas, que se unen al más de centenar de contratos que están en suspenso o con disminución de jornada, y que dejan en un total de 2.000 los recortes en el personal desde que comenzó la reestructuración financiera. Y en esos niveles quiere ahora Bruselas que se ajuste otra vez el banco gallego. Otras 2.000 bajas, según figura en el plan que el inmediato miércoles aprobará la Comisión Europea y que ayer adelantó El País, como requisito previo a su ayuda para recapitalizar la entidad. Las condiciones son muy duras, con la orden de centrarse en la actividad minorista, en el área de Galicia, Asturias y León, y dejar el negocio prácticamente a la mitad de lo que es hoy NCG.
Entre el primer ERE de las prejubilaciones, por encima de las 1.200, con el que nació la fusión de las dos cajas -y que, según la due diligence que contrató la Xunta a KPMG eran suficientes para garantizar la viabilidad del matrimonio-, y los dos expedientes que le siguieron tras la bancarización, el personal en NCG respecto a lo que sumaban las dos cajas de ahorros en 2008 cayó en alrededor de un 25%. Ya en las diferentes hojas de ruta que se enviaron al Banco de España para cumplir los decretos de saneamiento impuestos por el nuevo Gobierno, la dirección estimaba que ese porcentaje podría escalar hasta el 48%. Un 55% en el caso de las sucursales, donde la reducción en estos tres años fue del 29%.
La plantilla de NCG al cierre del primer semestre sumaba 6.013 efectivos -a los que hay que restar las salidas pendientes del tercer ERE- y 919 sucursales. Desde entonces, se clausuraron 33 oficinas más fuera de la comunidad, a las que se añadirán 15 también de la red externa el próximo diciembre, una treintena más en Galicia y tres de las operativas en Portugal.
La atención está puesta en EVO, la marca que el pasado marzo lanzó Novagalicia para la red exterior. Un nuevo concepto, orientado sobre todo a banca electrónica y captación de depósitos, que tiene que salir más pronto que tarde del grupo. Es una orden de Bruselas. Con la imposición de volver al territorio de origen, el banco colgó el cartel de "en venta" a esta pseudofilial -realmente está integrada al 100% en el balance y no cuenta con ficha propia-, que cuenta con 124 oficinas, junto a otras 66 también de la red foránea todavía sin integrar en EVO.
NCG descartó desde el primer momento que esta parte del negocio fuese a liquidarse y que su apuesta por encontrar un comprador en buenas condiciones era firme. Porque la mayor parte del ajuste de la plantilla estaría aquí, según los detalles del plan de reestructuración que transcendieron. Unos 1.200 trabajadores -otros 800 en Galicia- que, en caso de aparecer una oferta, deberían ser asumidos por quien adquiera la marca para evitar despidos.
La reestructuración pasa además por abandonar la actividad mayorista y la -muy mermada- cartera de participadas, a desinvertir en entre tres y cuatro años, según apunta El País. Incluido el Banco Gallego, del que controla el 49,85%. Aunque encima de la mesa llegó a estar su integración en NCG, finalmente el FROB le buscará una salida al margen de la entidad que preside José María Castellano. Todo esta intensa cirugía, sumado al traspaso de unos 7.200 millones de euros del lastre inmobiliario al banco malo, dejarán el balance de la entidad, según apuntan fuentes conocedoras del plan, en unos 30.000 millones de euros, frente a los 70.000 millones que alcanzaba hasta junio.
El gobernador Luis María Linde avanzaba la pasada semana en el Senado que los ajustes deberán estar listos en el primer trimestre del próximo año, una vez que el 30 de diciembre se recapitalice NCG. El traspaso de la carga inmobiliaria a la Sareb permitirá rebajar los 7.176 millones de déficit calculados por el test de Oliver Wyman. Y a partir de ahí, su futuro apunta, según el Gobierno, a la venta, oficialmente abierta en CatalunyaCaixa y Banco de Valencia.
Entre el primer ERE de las prejubilaciones, por encima de las 1.200, con el que nació la fusión de las dos cajas -y que, según la due diligence que contrató la Xunta a KPMG eran suficientes para garantizar la viabilidad del matrimonio-, y los dos expedientes que le siguieron tras la bancarización, el personal en NCG respecto a lo que sumaban las dos cajas de ahorros en 2008 cayó en alrededor de un 25%. Ya en las diferentes hojas de ruta que se enviaron al Banco de España para cumplir los decretos de saneamiento impuestos por el nuevo Gobierno, la dirección estimaba que ese porcentaje podría escalar hasta el 48%. Un 55% en el caso de las sucursales, donde la reducción en estos tres años fue del 29%.
La plantilla de NCG al cierre del primer semestre sumaba 6.013 efectivos -a los que hay que restar las salidas pendientes del tercer ERE- y 919 sucursales. Desde entonces, se clausuraron 33 oficinas más fuera de la comunidad, a las que se añadirán 15 también de la red externa el próximo diciembre, una treintena más en Galicia y tres de las operativas en Portugal.
La atención está puesta en EVO, la marca que el pasado marzo lanzó Novagalicia para la red exterior. Un nuevo concepto, orientado sobre todo a banca electrónica y captación de depósitos, que tiene que salir más pronto que tarde del grupo. Es una orden de Bruselas. Con la imposición de volver al territorio de origen, el banco colgó el cartel de "en venta" a esta pseudofilial -realmente está integrada al 100% en el balance y no cuenta con ficha propia-, que cuenta con 124 oficinas, junto a otras 66 también de la red foránea todavía sin integrar en EVO.
NCG descartó desde el primer momento que esta parte del negocio fuese a liquidarse y que su apuesta por encontrar un comprador en buenas condiciones era firme. Porque la mayor parte del ajuste de la plantilla estaría aquí, según los detalles del plan de reestructuración que transcendieron. Unos 1.200 trabajadores -otros 800 en Galicia- que, en caso de aparecer una oferta, deberían ser asumidos por quien adquiera la marca para evitar despidos.
La reestructuración pasa además por abandonar la actividad mayorista y la -muy mermada- cartera de participadas, a desinvertir en entre tres y cuatro años, según apunta El País. Incluido el Banco Gallego, del que controla el 49,85%. Aunque encima de la mesa llegó a estar su integración en NCG, finalmente el FROB le buscará una salida al margen de la entidad que preside José María Castellano. Todo esta intensa cirugía, sumado al traspaso de unos 7.200 millones de euros del lastre inmobiliario al banco malo, dejarán el balance de la entidad, según apuntan fuentes conocedoras del plan, en unos 30.000 millones de euros, frente a los 70.000 millones que alcanzaba hasta junio.
El gobernador Luis María Linde avanzaba la pasada semana en el Senado que los ajustes deberán estar listos en el primer trimestre del próximo año, una vez que el 30 de diciembre se recapitalice NCG. El traspaso de la carga inmobiliaria a la Sareb permitirá rebajar los 7.176 millones de déficit calculados por el test de Oliver Wyman. Y a partir de ahí, su futuro apunta, según el Gobierno, a la venta, oficialmente abierta en CatalunyaCaixa y Banco de Valencia.
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