El cuerpo, realizada por los productores de El orfanato y el guionista de Los ojos de Julia, empieza donde muchas otras películas acaban, puesto que la protagonista, una atractiva empresaria, ya ha fallecido, y el asesino, su marido arribista e infiel, ya se ha desvelado. Pero la desaparición de El cuerpo, que se estrena el 21 de diciembre y ganó el premio a la mejor película en el Festival Internacional de Cine Fantástico de París, pondrá las evidencias en entredicho.
"Es una película en la que la víctima a los quince minutos se convierte en el verdugo y luego vuelve a ser la víctima. Cuando Oriol (Paulo) escribió este guión y lo dirigió era muy consciente de que quería que fueran muy humanos pero muy extremos, que generaran odio y amor en la misma historia y con diez minutos de tiempo", explica a Efe Belén Rueda.
La actriz redondea con este filme su calidad de musa del nuevo terror español, aupada por una generación de directores que crecieron viéndola como dulce azafata de ingenuos programas de televisión como El juego de la oca que, años más tarde, decidieron hacerle sufrir en la gran pantalla.
"Lo bueno de los nuevos directores es que tienen una formación de cine muy americana a nivel visual, pero siguen contando las historias de una manera muy europea, muy desgarradora. Una factura perfecta con una historia perfecta", explica la ganadora del Goya por Mar adentro.
No tan perfecta le sale la estrategia a Hugo Silva, que planea al milímetro el asesinato de su esposa. Según el actor, que ha rodado el nuevo filme de Almodóvar, Los amantes pasajeros, la película apela a "todo eso ruin, oscuro que todo el mundo tiene y que parte de la debilidad".
"La parte más baja del ser humano está ahí puesta y eso hace que el espectador se sienta reflejado. Ahí está el morbo del cine negro", continúa el actor de series como Los hombres de Paco o Al salir de clase. A pesar de que El cuerpo hace uso de las herramientas del cine para generar angustia, Silva considera que "el miedo te ataca por el cerebro" y, en concreto, gracias a la sensación de desorientación que afecta al protagonista.
"Si alguna vez alguien se ha perdido siendo pequeño, sabe que es lo más terrorífico que te puede pasar. De mayor te sucede de otra manera, pero también te sucede", añade.
Para completar el triángulo, José Coronado sustituye al Santos Trinidad de "No habrá paz para los malvados", con la que ganó el Goya, por un policía más atormentado y desaliñado si cabe. "Jaime Peña (su personaje) tiene una tormenta interior brutal que tiene que solucionar y que esconde. Por eso apoyamos con ese pelo, que me alisaban todas las mañanas", explica, así como en un lenguaje corporal que el actor equipara al de un cuervo.
Con estos personajes como base, la película, que tiene referencias a películas como Sospecha, de Alfred Hitchcock o algunos thrillers de los años noventa, insta al espectador, según Coronado, "lo primero, a estar entretenido; lo segundo a sorprenderse; lo tercero a investigar, y lo cuarto a identificarse con alguno de los personajes".
Todo ello, orquestado por un debutante, Oriol Paulo, que acota el escenario de la trama al instituto anatómico forense y todo durante una sola y lluviosa noche. "La morgue es ese purgatorio donde los pecados acaban expiándose", explica a Efe el joven realizador. Contento de haber dado el salto a la dirección ("cuando trabajas como guionista trabajas solo en casa, en tu estudio con tu gato y la tacita de té", bromea) también muestra su satisfacción por ser incluido en una nueva tradición de cineastas de género en España. "Cuando sales fuera con la película, te das cuenta de que hemos creado una marca y realmente la conocen", concluye.
"Es una película en la que la víctima a los quince minutos se convierte en el verdugo y luego vuelve a ser la víctima. Cuando Oriol (Paulo) escribió este guión y lo dirigió era muy consciente de que quería que fueran muy humanos pero muy extremos, que generaran odio y amor en la misma historia y con diez minutos de tiempo", explica a Efe Belén Rueda.
La actriz redondea con este filme su calidad de musa del nuevo terror español, aupada por una generación de directores que crecieron viéndola como dulce azafata de ingenuos programas de televisión como El juego de la oca que, años más tarde, decidieron hacerle sufrir en la gran pantalla.
"Lo bueno de los nuevos directores es que tienen una formación de cine muy americana a nivel visual, pero siguen contando las historias de una manera muy europea, muy desgarradora. Una factura perfecta con una historia perfecta", explica la ganadora del Goya por Mar adentro.
No tan perfecta le sale la estrategia a Hugo Silva, que planea al milímetro el asesinato de su esposa. Según el actor, que ha rodado el nuevo filme de Almodóvar, Los amantes pasajeros, la película apela a "todo eso ruin, oscuro que todo el mundo tiene y que parte de la debilidad".
"La parte más baja del ser humano está ahí puesta y eso hace que el espectador se sienta reflejado. Ahí está el morbo del cine negro", continúa el actor de series como Los hombres de Paco o Al salir de clase. A pesar de que El cuerpo hace uso de las herramientas del cine para generar angustia, Silva considera que "el miedo te ataca por el cerebro" y, en concreto, gracias a la sensación de desorientación que afecta al protagonista.
"Si alguna vez alguien se ha perdido siendo pequeño, sabe que es lo más terrorífico que te puede pasar. De mayor te sucede de otra manera, pero también te sucede", añade.
Para completar el triángulo, José Coronado sustituye al Santos Trinidad de "No habrá paz para los malvados", con la que ganó el Goya, por un policía más atormentado y desaliñado si cabe. "Jaime Peña (su personaje) tiene una tormenta interior brutal que tiene que solucionar y que esconde. Por eso apoyamos con ese pelo, que me alisaban todas las mañanas", explica, así como en un lenguaje corporal que el actor equipara al de un cuervo.
Con estos personajes como base, la película, que tiene referencias a películas como Sospecha, de Alfred Hitchcock o algunos thrillers de los años noventa, insta al espectador, según Coronado, "lo primero, a estar entretenido; lo segundo a sorprenderse; lo tercero a investigar, y lo cuarto a identificarse con alguno de los personajes".
Todo ello, orquestado por un debutante, Oriol Paulo, que acota el escenario de la trama al instituto anatómico forense y todo durante una sola y lluviosa noche. "La morgue es ese purgatorio donde los pecados acaban expiándose", explica a Efe el joven realizador. Contento de haber dado el salto a la dirección ("cuando trabajas como guionista trabajas solo en casa, en tu estudio con tu gato y la tacita de té", bromea) también muestra su satisfacción por ser incluido en una nueva tradición de cineastas de género en España. "Cuando sales fuera con la película, te das cuenta de que hemos creado una marca y realmente la conocen", concluye.
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