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martes, 4 de diciembre de 2012

La Liga de fútbol se aleja de los estadios

La asistencia a partidos de Primera se ve mermada por la crisis, los precios y los horarios

La superioridad de Barça y Madrid desincentiva al resto de la afición

Ni los grandes llenan cuando visitan a un modesto. / luis sevillano
 
De un artículo de Gabriel García Márquez, Jorge Valdano tomó prestada la idea del miedo escénico y la aplicó al fútbol y al Santiago Bernabéu. Los estadios llenos, se dice, ganan partidos. La gente que paga lo hace. Pero el Sevilla-Betis de hace tres semanas registró una entrada aproximada del 87%, cuando la temporada pasada el Sánchez Pizjuán se llenó para acoger el derbi sevillano; el estadio del Getafe tiene capacidad para algo menos de 16.500 espectadores, pero ante el Barcelona apenas acudieron unos 13.000 y ante el Real Madrid, 8.000. Al Mallorca le ocurrió algo parecido cuando ha recibido a los dos grandes.
Si el Sánchez Pizjuán no se llena para el encuentro más intenso, si los equipos de Primera ya no cuelgan el cartel de “no hay billetes” con cada visita de Real Madrid y Barcelona, y si las gradas de muchos estadios están medio vacías, algo se pierde, razonan muchos aficionados. La Liga de Fútbol Profesional (LFP), la asociación que integra a los 42 equipos de Primera y Segunda y que organiza las competiciones, no facilita los datos oficiales de asistencia a los estadios hasta el final de la primera vuelta, pues no los considera comparables con anteriores temporadas hasta el momento en el que todos los equipos se han enfrentado entre sí. Pero las estimaciones que cada fin de semana realizan los medios y los datos que manejan los clubes muestran un descenso. La afluencia media a los estadios de la primera categoría española durante la temporada pasada rozaba el 70%, mientras que las cifras que maneja la UEFA muestran que Alemania e Inglaterra superan en los últimos años el 90% de ocupación.
Los aficionados que acuden al estadio en España son un ejército en retirada. “Nos están echando de los campos”, exclama Pepe Hidalgo, secretario general de Aficiones Unidas, la asociación que agrupa a las federaciones de peñas de los 42 clubes de Primera y Segunda División.
Los aficionados apuntan dos razones: la política de precios de los clubes y los horarios de los partidos, más dispersos que nunca, impredecibles y anunciados con una antelación aproximada de un mes. José María Gay de Liébana, un economista especializado en deporte que lleva años publicando informes sobre la salud financiera del fútbol español, alerta de que el paciente agoniza: “O se torna más competitiva o se muere. Es una Liga tan bipolar que se sabe que ningún otro va a ganarla, e ir a ver al Madrid o al Barça al estadio de tu equipo es contemplar cómo te meten cinco goles. Hace poco dije que a la Liga le quedaban cinco años; ahora creo que no llegaremos”.
La afluencia media a los campos en la campaña pasada rozaba el 70%
El pasado abril se conoció que los clubes de Primera División debían cerca de 752 millones de euros a Hacienda y unos 3.500 millones al conjunto de acreedores. Siempre está la crisis, que ahora casi todo lo explica. “El fútbol es un artículo de lujo”, soltó hace unas semanas Ángel Torres, presidente del Getafe. “Con la que está cayendo, algunos clubes no muestran mucha sensibilidad”, lamenta José Manuel Mateos, presidente de la Federación de Peñas del club azulón, que no está de acuerdo con la apreciación de Torres: “Un equipo de fútbol debe tratarse como un activo de una ciudad. No es el opio del pueblo. Es un escaparate internacional importante y un patrimonio”. La ocupación media del Coliseum es, aproximadamente, del 50%.
“Es incomprensible que haya estadios vacíos y entradas a 40 euros”, protesta Hidalgo, de Aficiones Unidas. “El precio lo marca la oferta y la demanda. Es una cuestión de parámetros económicos: nos interesa más tener 19.000 espectadores a los precios que manejamos que llenar con 22.000 a otros más baratos”, razona Pedro González, secretario del consejo de administración del Granada. “Te debes a los abonados y no puedes depreciar el valor del abono disminuyendo el precio de las entradas”, argumentan en el Valladolid. Pero Gay de Liébana cree que “quienes dejan de ir al estadio no volverán, no llenar un estadio significa que hay ingresos que nunca se percibirán”.
También hay ejemplos, cada vez más, de clubes que capean el temporal con fórmulas alternativas para atraer al aficionado. Osasuna ha establecido 10 rutas de autobuses para facilitar el acceso desde varios puntos de Navarra. Los socios suben gratis y quien no es abonado debe pagar 10 euros. Según Ángel Vizcay, gerente del club, unas 700 personas utilizan el servicio en cada partido. Los desempleados pueden acogerse a un descuento del 20% en el abono. Con todo, la asistencia media es “ligeramente inferior” a la temporada pasada y suele rondar los 15.000 espectadores en un estadio con capacidad para 19.800. Otros clubes disponen de localidades a precio reducido para acompañantes. Y el Atlético, para el partido contra el Getafe, ofreció asientos a ocho euros para aquellos colombianos que se inscribieran en la embajada. 3.000 compatriotas se acercaron al Manzanares para ver jugar a Falcao.
Las ofertas son más y mejores cuando el partido se juega fuera del fin de semana porque la otra pata del problema, según denuncian los aficionados, son los horarios. Se acabaron las tardes de fútbol y de carrusel. La última jornada de Liga empezó el pasado viernes a las 21.00, con el duelo entre Osasuna y Rayo Vallecano, y terminó ayer, cerca de las 23.30, tras el Sevilla-Valladolid. Entre uno y otro encuentro pasaron 72 horas, cuatro días y diez horarios diferentes. “El fútbol a todas horas devalúa el producto y cansa a la gente”, señala el azulón Mateos. En esto hay acuerdo con los clubes. “Los horarios han retraído a los espectadores. Sobre todo, no saber de antemano qué día y a qué hora se va a jugar”, comenta Vizcay. La misma opinión tienen en el Athletic y en el Deportivo.
Los horarios de la Liga, explica la LFP, se fijan actualmente con un mes de antelación; hace años el margen era de diez días. En Alemania se conocen todos los horarios a principio de temporada: los aficionados del Augsburgo y del Fürth ya saben que los dos últimos clasificados de la Bundesliga se enfrentarán el 18 de mayo a las 15.30. En Inglaterra se fijan con unos tres meses de anticipo, aunque pueden modificarse. España es un caso único, pues existe la obligación de emitir un partido en abierto que no puede ser del Real Madrid ni del Barcelona. Los clubes españoles se quejan de que conocer con poca antelación las fechas aumenta los gastos de vuelos y hoteles.
Los equipos ceden a los operadores televisivos el derecho a proponer los horarios. PRISA TV (sociedad participada por PRISA, editora de EL PAÍS) y Mediapro suscribieron a finales de agosto un convenio para explotar conjuntamente los derechos de retransmisión de las competiciones nacionales. Los horarios de Primera División los propone PRISA TV, como operador dominante esta temporada, y los establece la LFP, después de una negociación que tiene mucho de puzle. Álex Martínez Roig, director general de contenidos de Canal +, explica que el modelo es el resultado de una negociación entre Mediapro y Prisa TV, y que fue esta última quien defendió las diez franjas horarias por la imposibilidad de emitir simultáneamente más de un partido en el canal de la TDT de pago Gol T. “Nuestro modelo era otro, con carruseles el sábado y el domingo, pero creo que actualmente el problema se concentra mucho más en el precio de las entradas y la crisis”, explica Martínez Roig. Jaume Roures, presidente de Mediapro, niega que la fragmentación en diez horarios diferentes obedezca a su interés particular: “Todos los clubes quieren tener su espacio televisivo y no estar siempre pisados por otros equipos; y a los operadores televisivos les interesa que se retransmitan todos los encuentros”. También, según Roures, el problema está en el precio de las entradas y los abonos, que no se ajustan a la situación de crisis: “El hecho de disputar un partido un lunes no te vacía el estadio; lo hacen los precios y el interés deportivo del encuentro. La animación que hay en otros sitios forma parte del espectáculo, y es un problema que la televisión muestre gradas semivacías”.

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