“Lo intentaré” le dijo, “voy a sacar
a tu hija de ahí”. El padre lo abrazo con una mezcla de calamidad, odio,
gratitud y esperanza. ¿Por qué no fue el mencionado padre si era su hija? ¿Por
qué nadie convenció a nuestro compañero para que no fuese? Los demás nos
quedamos paralizados mientras intentábamos sofocar el fuego exterior: Somos
bomberos, por eso sabíamos que la misión era difícil; en realidad, casi
imposible.
En realidad, sólo somos bomberos del
dolor que inunda. Apagadores del alma que despierta entre humos de colores.
Humos como los que me obligan a escribir una historia y luego otra. Con el afán
de encontrar, pero sin saber que buscar. En definitiva, la única conclusión
posible es que somos fuegos fatuos que evaporan la única sed que hay.
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